4.10.2025

JUEVES DE LA LUMBRE: ROLAND THE FARTER

La figura histórica de Roland el Pedorro, que entretuvo a las cortes inglesas en el siglo XII, destaca por su habilidad única para ejecutar su acto con tal maestría que el rey Enrique II lo recompensó con una casa solariega en Hemingstone, Suffolk, y más de 100 acres de tierra.

Roland el Pedorro ascendió a la corte del Rey gracias a sus inusuales talentos, obteniendo diversos beneficios en el proceso, siendo su habilidad para tirarse pedos la que lo hizo famoso.

Cada Navidad, en medio del caótico boato de la corte real, estaba obligado a realizar una danza que culminaba con “un salto, un silbido y un pedo”, o “unum saltum et siffletum et unum bumbulum”.


 

El relato histórico de Roland sigue siendo bastante elusivo, pero probablemente se base en la verdad. Valerie Allen, profesora de literatura en el John Jay College of Criminal Justice, realizó un análisis exhaustivo de la narrativa de Roland en su publicación de 2007, «On Farting: Language and Laughter in the Middle Ages».

Según Allen, la cronología exacta de Roland es incierta. Es posible que sirviera inicialmente bajo el reinado de Enrique I y posteriormente bajo el de Enrique II. Si bien los registros históricos de esa época ofrecen información sobre la naturaleza de su remuneración y los servicios que prestó, brilla por su ausencia la fecha específica.

Posteriormente, otro monarca, aparentemente el rey Enrique III, pareció no estar tan contento con el peculiar talento de Roland. Con la premisa de que la actuación era «indecente», la Corona reclamó sus tierras y su señorío.

Esta cronología, sin embargo, sugiere que Rolando entretuvo a la corte real con su extraordinario acto durante más de 120 años. Los detalles precisos de la historia de Rolando, incluyendo a cuál de los Enriques sirvió, siguen estando envueltos en una ambigüedad histórica.

Sin embargo, la narrativa de Rolando sigue intrigando, y Allen enfatiza su perdurable popularidad como figura. A lo largo de los últimos nueve siglos, sucesivos historiadores y cronistas han disfrutado relatando la historia de Rolando el Pedorro.

En la Edad Media, el acto de flatulencia tenía un significado más complejo que en la época contemporánea. Al igual que en la actualidad, Valerie Allen reconoce que gran parte del humor asociado con los pedos provenía de la aprensión que rodeaba las funciones corporales incontrolables, lo que servía como un cómico recordatorio de que nadie, ni siquiera las figuras más eminentes de la sociedad feudal, estaba exento de estas experiencias humanas.

Sin embargo, las actitudes medievales hacia los pedos abarcaban una dimensión más sombría y filosófica que quizá no sea tan evidente hoy en día. El gas, explica Allen, «es producto de la descomposición, por lo que, moral y teológicamente, muchos escritores de la Edad Media lo veían como la señal de la muerte».

La opinión predominante era que la flatulencia y los excrementos constituían recordatorios diarios de la mortalidad y el pecado humanos, subrayando la naturaleza transitoria de la existencia humana.

 

Y ustedes lo roland?

 

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