Claas Relotius estaba llamado a ser uno de los jefes de la
prestigiosa revista alemana Der Spiegel. Joven, talentoso, con numerosos
premios a sus espaldas. Nadie podía imaginarse que el considerado como el
"niño bonito" del periodismo alemán se convertiría en el gran
impostor y su nombre en sinónimo de fake news.
El encargado de desenmascararlo fue Juan Moreno, periodista
freelance e hijo de inmigrantes españoles que abandonaron el campo almeriense
cuando él tenía 1 año y medio para probar suerte en una fábrica de neumáticos
de Alemania.
"Relotius era la persona más querida de todo el
Spiegel. Amable, simpático, callado, humilde y ese cóctel era peligroso. Me
estaba metiendo con alguien que no solo era genial y había ganado tantísimos
premios, sino que la gente lo quería mucho", comenta a BBC Mundo Juan
Moreno.
Moreno tuvo que luchar contra esa imagen y contra sus
jefes. Él era una persona de fuera, un outsider que estaba poniendo en duda la
integridad de un periodista de cuyo talento decían que era de esos "que
solo surgen una vez cada 100 años", un periodista de 33 años que en unas
semanas iba a ocupar el cargo de jefe de sección en la revista.
Pero ¿cómo fue todo el proceso para sacar a la luz un
escándalo que sacudió los cimientos de toda una institución periodística?
Origen del escándalo
Todo comenzó con un reportaje titulado "La frontera de
Jaeger" escrito desde dos puntos de vista en la frontera de Estados Unidos
con México, en 2018, en el marco de las caravanas de migrantes.
Moreno siguió a una hondureña de 25 años en su viaje a
Estados Unidos con su hija. Mientras, Relotius retrató en el reportaje a un
grupo de milicianos civiles de Arizona llamados supuestamente Jaeger, Pain,
Ghost, Spartan, Luger y Nailer.
El problema surgió cuando llegó la hora de juntar el
reportaje. "Había cosas que no cuadraban", indica el periodista sobre
su compañero que llevaba desde 2011 trabajando en Der Spiegel.
Antes de que el artículo saliera publicado el 16 de
noviembre de 2018, Moreno contactó con el departamento de comprobación de datos
y documentación, donde trabajan unas 60 personas, pero sin éxito.
Entre tanto, Relotius le envió una nueva versión del
reportaje en el que aparecía una escena final nueva, en la que un miliciano
disparaba contra algo que se movía, insinuando que era un migrante.
A lo raro que resulta que un periodista no incluya esa
escena en un primer momento, hay que sumarle el hecho de que "es muy
difícil conseguir que alguien confíe en ti y que hable, pero estar
supuestamente tres días con alguien y que te deje presenciar un intento de
asesinato me pareció muy extraño".
Además, investigando un poco, Moreno descubrió que los
nombres de los milicianos Jaeger, Pain, Ghost y Spartan eran en realidad de un
antiguo reportaje publicado en la revista estadounidense Mother Jones, Nailer
de otro de The New York Times y Luger de cosecha propia de Relotius.
"Encontré muchos nombres, cosas, que una vez que
investigabas un poco te dabas cuenta de que habían sido publicadas en otros
medios, pero de forma diferente, con otras características, algunas escenas
eran iguales, pero cambiaba algunas cosas".
Informa de sus dudas a sus superiores
Estas incongruencias llevaron a Moreno a hablar con sus
jefes antes de ser publicado el artículo para informarles de lo que pensaba que
era problemático, aunque "sin hablar de falsificaciones, sino de
errores".
"Pero no me creyeron, pensaban que quería desacreditar
al compañero y dejaron bastante claro que siendo yo autónomo como era, esto iba
a tener consecuencias y no buenas", recuerda el periodista.
Tan poco le creyeron que a las dos semanas publicaron otro
artículo de Relotius que posteriormente se vio que también era falso.
"Estaban todos absolutamente seguros de que Relotius no había hecho nada
malo", afirma Moreno.
"Estaba en una situación complicada. El mundillo del
periodismo es pequeño y no tenía nada que hacer siendo Relotius un periodista
que había ganado los últimos cuatro premios más prestigiosos del periodismo
alemán y yo un periodista autónomo", señala sobre el periodista al que
incluso la cadena CNN nombró "Periodista del año".
"Relotius era algo nunca visto, la genialidad de este
chico era única. Era el Nadal del periodismo", afirma sobre un periodista
que destacaba entre sus compañeros por su "capacidad de conseguir
historias increíbles".
"Un tiempo horrible"
El miedo a perder su sustento de vida como padre de cuatro
hijas le empujó a querer llegar al fondo del asunto y aprovechó un viaje de
trabajo a Estados Unidos para ir a Arizona con un amigo fotógrafo.
Las cinco semanas que estuvo investigando las recuerda como
"un tiempo horrible".
"Es un mundo pequeño y yo estaba criticando a alguien
que tenía una reputación impecable y además era muy simpático, muy querido por
todos sus compañeros, por lo que era una situación muy complicada, límite para
mí y para mi familia".
Moreno buscó a los supuestos entrevistados en el reportaje
en la frontera.
Gracias a las fotos que acompañaron el reportaje pudo ver
que las fotos eran de un documental bastante conocido llamado Cartel Land y así
descubrir que Jaeger en realidad se llamaba Chris Maloof.
Le mostró una foto de Relotius, pero no le había visto en
su vida.
También habló con el supuesto "Nailer", cuyo
nombre real resultó ser Tim Foley. Relotius afirmaba haber hablado con él, pero
este lo negó también.
Moreno grabó las entrevistas en video y regresó a Hamburgo
para enseñarles las imágenes a sus superiores, pero Relotius alegó que nadie
iba a reconocer en un video haber cometido actividades ilegales.
Más de 60 artículos con información falsa
Mientras tanto, Moreno había seguido investigando el resto
de artículos de Relotius.
Descubrió que la supuesta entrevista con los padres de
Colin Kaepernick, el jugador de fútbol americano que fue muy criticado por la
derecha de EE.UU. por arrodillarse al sonar el himno del país, nunca tuvo
lugar. "Se inventó la entrevista completa".
En otro reportaje realizó un retrato imaginario de Fergus
Falls, un pequeño pueblo de Minnesota, al que fue enviado 100 días para
retratar los efectos de Donald Trump como presidente estadounidense.
"Inventó cosas como que ese pueblo era tan de derechas
que llevaban dos años mostrando la misma película, American Sniper, en el cine.
Creo que lo que él hacía era intentar escribir lo que la gente según él
pensaba".
Al final, cerca de 60 artículos de Relotius resultaron ser
falsos. "Hablamos de artículos que fueron resultado de trabajo de tres
meses o de dos meses. Artículos largos, con fotos, importantes y muchos de
ellos premiados".
Pero no es algo que surgiera durante su trabajo en Der
Spiegel. Relotius se inventaba sus reportajes desde el principio de su carrera.
La primera historia grande con la que ganó su primer premio
fue en la que supuestamente logró entrar en una cárcel de máxima seguridad de
Estados Unidos y pasar tiempo con los reclusos, "pero evidentemente nunca
estuvo allí. No dejan entrar a nadie".
"Es una historia espectacular. Compruebas un poco. El
tipo lo ves rubito, cara bueno, inocente, muy meticuloso supuestamente en la
forma de hablar y nadie sospecha", explica Moreno.
Sale a la luz todo
Una vez llevada a cabo su investigación, Moreno puso sobre
la mesa los videos en los que los protagonistas negaban conocer a Relotius.
Ante las dudas de sus jefes por la vercidad de lo que
contaban, les dijo que revisaran el mail de la mujer de Foley que había
presentado Relotius como defensa y en el que había cambiado parte del
contenido, y que llamaran al abogado de Colin Kaepernick para confirmar.
Lo hicieron y se dieron cuenta de que Relotius estaba
mintiendo. "Ahí se acabó todo".
El caso de Relotius no es un caso aislado en el mundo del
periodismo. "Lo que hace especial a Relotius es la dimensión. Fueron años.
No es que fueran tres semanas y lo pillaran, sino que fueron años, ganó muchos
premios e iba a ser uno de los periodistas más importantes de Alemania",
apunta Moreno.
Relotius desaparece
Tras el escándalo y su despido, Relotius desapareció. Solo
se sabe que vive en Alemania.
"No sé qué estará haciendo. Lo que espero es que no
trabaje de periodista", indica Moreno, que continúa como periodista
freelance en diversos medios en Alemania.
En la única entrevista concedida posteriormente, Relotius
reconoció que "probablemente muy pocos" de los 120 textos que
escribió durante su época de periodista fueran verdad.
Durante la entrevista concedida a la publicación suiza
Reportagen en 2020 explicó que escribió "con la convicción inquebrantable
de que en la forma narrativa del reportaje daría igual que todo se
correspondiera 1:1 con la realidad o no".
Asimismo, dijo que no podía explicarlo, pero que durante
años "nunca tuvo miedo, nunca tuvo dudas, nunca tuvo mala
conciencia".
"Escribir sin freno tenía una función muy egoísta para
mí. Me ayudó a sobrellevar los estados de ánimo en los que perdía el contacto
con la realidad, a controlarlos y a mantenerlos alejados de mí. Mucho antes del
periodismo. Abusé de esta profesión en cierto modo desde el principio",
declaró.
A lo largo de la conversación, Relotius se retrata a sí
mismo como un enfermo mental que a veces había perdido completamente el control
de su vida y de su escritura. Habla de "pérdida de la realidad" y de
"trastornos psicóticos", que le fueron diagnosticados junto con
"delirios".
Consecuencias
Der Spiegel encargó una investigación para esclarecer todo
lo sucedido.
Tras cinco meses de trabajo llegaron a la conclusión de que
no había indicio alguno de que alguna persona dentro de la redacción supiera lo
que estaba pasando con Relotius, pero tomaron medidas para evitar que pueda
volver a suceder como solicitar copias de las grabaciones o fotos.
Asimismo, criticaron cómo se manejó todo el asunto.
"El caso se trató como si solo se tratara de una
disputa entre un compañero independiente y la estrella emergente del
departamento, y no de una sospecha que podría perjudicar a toda la empresa",
escribió la comisión en su informe final.
"La empresa no hizo su propia investigación para
aclarar el caso. Deberían haber hecho esto incluso si creían que Relotius era
inocente, porque después de todo las acusaciones eran graves", agregaron.
"Han intentado mejorar todo y conseguir más pruebas.
Pero al final es un oficio en el que necesitas confianza. Necesitamos confianza
los lectores y los que hacemos este trabajo. Si empezamos a pensar que cada
información que leemos es falsa, tendremos un problema muy grande",
comenta Moreno.
"La confianza que Claas ha destruido en parte es
esencial para que funcione no solo el periodismo, sino también la sociedad
entera", agrega el ahora considerado como una especie de símbolo del
periodismo serio del que él mismo reniega.
"Todo el mundo necesita un personaje que sea el
símbolo del periodismo limpio, pero yo no quiero ser esa persona, porque no lo
soy. Soy un periodista normal y corriente como todos los demás, cometo errores
como todos los demás. Eso sí, no invento".
Sacado de la bebece