Aladdin
Cada que anuncian una nueva adaptación live-action de los clásicos Disney justamente lo que esperamos es ver es esto: Una versión live-action del clásico Disney.
Los fans NO queremos que Tim Burton nos presente su Alicia emo o a su Dumbo sin momentos terroríficos, buscamos cantar esas canciones que nos acompañaron siempre, emocionarnos con los momentos clave y queremos ver si la producción logra adaptar gráficamente a nuestros personajes más queridos de la manera correcta.
Hasta ahora los resultados de estos experimentos han sido irregulares, por decir lo menos. El Libro de la Selva (2016), de Jon Favreau, era la más decente, con adaptación cercana a la animada e incluso con un par de las canciones. Pero para llegar a esto sufrimos con Cenicienta, Alicia y Maléfica. Hasta la súper taquillera La Bella y la Bestia, con todo y Emma Watson, falló en entregar por completo la magia de la animada, y ya no hablemos de la edulcorada Dumbo, que cambió la pesadilla de los Efelantes y Wartas por un acto de circo con burbujas.
Justo por todos estos antecedentes, Aladdin se alza como una de las versiones más fieles hasta el momento, agregando un poco (muy poco) de profundidad a la historia de sus personajes, con un par de nuevas canciones para empoderar a Jasmine y con un final algo diferente pero lo suficientemente dentro del tono original para tener a todos contentos.
Todos están ovacionando la versión del Genio de Will Smith, y es que a pesar de su gran carisma, el príncipe del rap competía directamente con Robin Williams y James Monroe Igleheart, quien ganó el Tony en 2014 por el musical de Broadway, pero este Genio cinematográfico logra salir adelante entre los efectos especiales y la simpatía del ex-Deathstroke.
La británica Naomi Scott hace una Jasmine bastante aceptable. En esta versión, la hija del Sultán busca más que vida palaciega y se muestra interesada por el bienestar de sus ciudadanos. Este pequeño rasgo de profundidad no se pelea con su otra motivación, que es ser libre de casarse con quien ama, así sea a la rata callejera de Aladdin si es lo que desea.
Naomi Scott viene de ser niña Disney en Inglaterra, por lo que es de estas chavitas bien preparadas que actúan, bailan y cantan, ¡y vaya que canta! La segunda canción, Speechless, va muy en el tono de las recientes Let it go de Frozen y How far I’ll go de Moana – no es queja. Sólo esperemos que, como otras niñas Disney, no se vuelva loca.
De origen egipcio, Mena Massoud cumple en el papel de Aladdin sin destacar mucho. Sólo se deja llevar por los actores a su alrededor, eso sí, canta y baila cuando debe hacerlo, quizá alguien con un poquito más de carisma hubiera estado bien pero tampoco es que sea un asco, ¡Como Jaffar! Que de plano chafea gachamente.
El holandés Marwan Kenzari encarna al villano quien, además de perder el acento a cada rato, no logra imponerse en ningún momento. Neta, hasta la versión animada con rímel en los ojos daba más miedo. Éste, aunque tiene motivaciones un poco más interesantes y un pasado como ladrón que me gustaría conocer, la actuación débil del muchacho pudo costarle mucho a la película de no haber tenido a Will Smith y a Guy Ritchie en ella.
El director Guy Ritchie entendió que si no está roto no necesitas arreglarlo. Agregando unas líneas aquí, bailes al estilo Bollywood allá, conectando unas escenas acullá, dándoles unos momentos a los protagonistas para que se conozcan entre ellos, logra una gran versión de Aladdin con números musicales que emocionen como debe ser (eh, Libro de la Selva), con un diseño de personajes que que respeta a los originales (¿entendiste La Bella y la Bestia?), y sin traicionar las escenas clásicas (en tu cara, Dumbo).
Los efectos especiales están al servicio del Genio principalmente, pero también al de la historia, recreando casi todos los momentos que deseamos ver en live-action. Si acaso me faltó la escena de Jaffar-serpiente. Aún sin ella, es una chulada de película que, si adoras la versión animada, saldrás emocionado, y si no… es porque no tienes corazón (Bernardo).
El 3D cumple muy bien, y mi sugerencia es que sí vale la pena verla en cine. No recomiendo IMAX pues no lo aprovecha, pero sí es una película para ver en pantalla grande.