El 3 de abril de este año, Óscar Alberto Martínez Ramírez, de 25 años, y Tania Vanessa Ávalos, de 21, salieron junto con su bebé, Angie Valeria, de 21 meses, rumbo a Estados Unidos. Atrás quedaban las madres y hermanos de ambos, en la residencial Altavista, en la parte construida en el municipio de San Martín, al oriente de San Salvador.
Óscar Alberto dejó su trabajo en una pizzería, en tanto que Tania no hacía mucho tiempo que había dejado su trabajo de cajera en un restaurante de comida china, para dedicarse a cuidar a su bebé.
Rosa Ramírez, la madre de Óscar Alberto, recuerda que les rogó que no se fueran; pero poco podía hacer contra la idea que impulsaba a ambos jóvenes a buscar el sueño americano: querían que su hija tuviera un futuro mejor, asegura una hermana del joven.
Por dos meses, la joven pareja estuvo en un albergue para inmigrantes en la ciudad de Tapachula. Ellos comentaron a sus familiares que habían solicitado refugio en México, país que les extendió una visa para mientras resolvían la petición.
Sin embargo, al ver que el trámite demoraba demasiado, Óscar Alberto y Tania se impacientaron.
Además, según contaron a sus familiares en El Salvador, la situación de los migrantes en el sur de México se estaba poniendo difícil a raíz de la presión del presidente estadounidense, Donald Trump, hacia el mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, para que contribuyera a frenar la migración.
“Ellos decían que tenían miedo por cómo se estaba poniendo la situación con los migrantes con la presión de Trump; por eso decidieron cruzar el río. La idea de ellos era entregarse a la migración de Estados Unidos”, afirmó a El Diario de Hoy, Wendy, hermana de Óscar Alberto y tía de Valeria.
“Óscar y la niña se me ahogaron”: Tania
El domingo a la 1:38 de la tarde, hora en El Salvador, Óscar Alberto se conectó por Facebook y le dijo a su hermana que se pensaban entregar a migración, una vez que hubieran cruzado el río Bravo.
Tres horas después, la madre de Óscar Antonio recibió una llamada de Tania.
La escuchó que lloraba y gritaba desesperada. Tanto así que sólo pudo decirle: “niña Rosa, no se vaya a poner mal, pero Óscar se me murió; Óscar y la niña se me ahogaron”.
Luego se cortó la llamada.
Después entraron otras llamadas pero Tania repetía lo mismo y se notaba lo afectada que estaba.
Al día siguiente volvió a comunicarse con un poco de tranquilidad, relató que el domingo en la tarde, junto a un amigo de Óscar Alberto decidieron cruzar el río Bravo, por el lado de Matamoros, Tamaulipas.
Un salvadoreño identificado como Óscar Alberto Martínez Ramírez, de 25 años, y su hija Valeria de casi dos, se ahogaron en el río Bravo, en Matamoros, Tamaulipas, en México, este 23 de junio. La madre de la familia sobrevivió a las aguas y presenció cómo ambos eran arrastrados por la corriente.
Vieron que el río parecía apacible y decidieron cruzarlo. Óscar Alberto se colocó a la bebé entre su pecho y la camisa, a la vez que la sujetaba con las mano.
Sin embargo, de repente comenzaron a sentir que el río tenía corrientes muy fuertes por debajo. En un santiamén, Oscar Alberto sintió que había perdido a la bebé y se generó una confusión.
El joven salvadoreño angustiado decidió sumergirse en el río para buscar a Valeria.
Luego, Tania y el otro salvadoreño ya no los vieron más y buscaron apoyo en autoridades mexicanas.
De inmediato, las autoridades mexicanas iniciaron la búsqueda río abajo, pero tuvieron que suspender esas tareas debido a la oscuridad.
El lunes en la mañana, los cuerpos del padre y su bebé fueron localizados a aproximadamente dos kilómetros del punto donde desaparecieron.
Tania y el otro salvadoreño continúan en un albergue para migrantes, en Matamoros, según dijeron sus familiares a El Diario de Hoy, que los entrevistó en su vivienda, en la residencial Altavista, misma donde vivía la joven pareja con su bebé.
La esposa del hombre y madre de la pequeña también intentó cruzar el río, pero logró salvarse al recibir ayuda de otro familiar que junto a ellos intentaba llegar a suelo estadounidense, según informan varios medios mexicanos.
Pero al luto que los envuelve, se suma la preocupación por la repatriación de los dos cadáveres.
Rosa, Wendy y otros familiares acudieron el lunes al Ministerio de Relaciones Exteriores para buscar orientación y ayuda en los trámites. En esa dependencia estatal dijeron a los dolientes que las funerarias podrían cobrarles aproximadamente unos 7,500 dólares.
La familia de las víctimas es de escasos recursos económicos y teme que no puedan juntar esa cantidad sin ayuda.
Cancillería les ha dicho que el trámite de repatriación de los cuerpos podría tardar entre 15 días y un mes, partiendo del supuesto que entreguen el pago del traslado lo más pronto posible.