4.29.2021

Jueves Cultural - ¿Cómo llamar a lo que sucedió en Tenochtitlán?

Los investigadores Alicia Mayer y Federico Navarrete, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, presentaron la conferencia “Nombrar la conmemoración”, en la que reflexionaron sobre las distintas formas de llamar a lo que sucedió tras la “caída de Tenochtitlan”, el 13 de agosto de 1521, pues comúnmente se le conoce como Conquista, aunque existen otras formas de denominar ese momento: guerra, rebelión o invasión, por mencionar sólo algunas.




Pero no sólo eso, las reflexiones de este tipo son necesarias, dijo Mayer, porque existe una terminología política que está presente en los discursos de aquellos que hablan de “injurias” y en los momentos en los que “se solicitan expiaciones ante las masacres cometidas en el pasado, se exigen disculpas por partes de jefes de estado contemporáneos a nosotros. Hay que estar alertas del oportunismo político que aprovecha las efemérides para llevar agua al molino propio y airear ciertas propagandas que avivan divisiones y antagonismos y reactivan resentimientos”.

El tema de la conquista es polémico, tanto que hay diferentes formas para referirse a un hecho, que tienen que ver con que en cada época hay una visión de la historia y “se ocupan conceptos que operan en contextos particulares”, y este año, al conmemorarse los 500 años de la caída de Tenochtitlan, no es la excepción.

“Se trató de una guerra, de eso no hay duda, en que intervinieron grupos humanos con distintos intereses, grupos y metas”, señaló la especialista, y producto de ello, emergió la Nueva España.

Tras esa guerra, los españoles impusieron su autoridad e instituciones, que dio pie al surgimiento de “complejos sistemas sociales, económicos y culturales” y se conformó “lo que hoy conocemos como nación mexicana”.

Mayer enfatizó que lo ocurrido en agosto de 1521 no fue la “Conquista”, “pues implicaría una visión histórica sustancialista”, además de que se ha demostrado que los españoles no vencieron a la gran Tenochtitlan, sino que fueron “los miles de aliados indígenas que posibilitaron la caída”.

Además de los aliados indígenas, en ese proceso incidieron factores como las enfermedades que llegaron de Europa; así como el papel que desempeñó La Malinche como traductora de Hernán Cortés.

“El uso del término conquista se ha puesto en entredicho, sus críticos han esgrimido que se trata de una concepción europeocentrista que le otorga un valor y un sentido positivo a lo que resultó de tal suceso, que fue la hispanización del mundo americano en el que el ámbito indígena quedó incorporado a la cultura de occidente, pero que conlleva la correlación forzosa de la dominación”, dijo la especialista.

E indicó que existen otros conceptos para referirse a ese momento, como “invasión”, pues a través de su uso “supuestamente no se legitima la irrupción de los europeos, cuya actuación queda entonces como una acción de mero expolio”.

Sin embargo, cuando se consulta el significado de ambos conceptos en un diccionario, parecen no estar tan alejados, la diferencia “está en la carga semántica que se les dé, pues detrás de su uso se permea una ideología”.

Además de conquista e invasión, suelen referirse al hecho como “rebelión”, porque en aquel momento había grupos indígenas que estaban sometidos por los mexicas y para romper con esa cadena, decidieron aliarse a las huestes de Hernán Cortés.

Frente a las diferentes formas de denominar un hecho, Alicia Mayer planteó dos preguntas: ¿Tiene sentido discutir sobre la conceptuación de este hecho histórico?, ¿es necesaria la transformación del contenido conceptual e ideológico que se ha venido utilizando del vocablo conquista?

En automático, la historiadora respondió que sí es necesario discutir, porque “es necesario ver el contenido, utilización y alcance epistemológico de los términos que tradicionalmente utilizamos”.

Ante la segunda pregunta, Mayer también respondió que “pareciera que sí es necesaria” la transformación del contenido conceptual, aunque reconoció que no es tan sencillo.

Recalcó que esas reflexiones son necesarias aún más porque hay “toda una terminología política, que juega con visiones simplistas y se basa en prejuicios más que en una lógica histórica o cultural, que distrae de temas más urgentes e importantes. Querer imponer una palabra que defina a un proceso histórico, puede distraernos tanto que perdamos de vista cuestiones de interpretación fundamentales, de dialogar, reflexionar y analizar los temas y poder aportar nuevas y originales explicaciones históricas para comprender nuestro pasado y por ende, nuestro presente”.

Federico Navarrete apoyó las ideas de Mayer, pero señaló que el debate sobre cómo referirse a la caída de Tenochtitlan no debe limitarse al significado de las palabras en los diccionarios, sino que el debate tiene que ser más complejo, pues el concepto de “conquista” no ha sido el mismo en estos 500 años.

El historiador propuso que el concepto de “conquista” tiene tres etapas. El primero fue el uso que le dieron los conquistadores y no fue “de uso exclusivo español. El primer concepto de conquista es un concepto intercultural desde su origen. Hay que pensar ese primer momento como una creación, como una confluencia violenta, brutal, desigual, eso no se niega, pero que permitió construir una serie de acuerdos políticos que son la base de la Nueva España”.

El segundo concepto de conquista, detalló el especialista, surgió 20 o 30 años después del suceso y se le resignificó para relacionarlo con una serie de acciones desarrolladas por el aparato burocrático español:

“Ya no es algo que hicieron unas personas, sino un régimen y se basó en un acto de violencia seguido de la pacificación, con lo que se reduce la visibilidad de la violencia. Ya no se ve como una acción militar, sino como una acción de gobierno”.

Ese segundo concepto permaneció por 300 años, hasta que en el siglo XIX la “conquista” fue vista como algo malo, pues “los historiadores del siglo XIX del México independiente fueron los que empezaron a decir que la conquista es española, no indígena”.

Como consecuencia de esa forma de pensamiento, la Malinche fue considerada como una traidora, al igual que los tlaxcaltecas, pero con eso “se exageró el papel de los españoles”.

En el encuentro organizado por la UNAM, en el marco del programa México 500, ambos historiadores coincidieron en la necesidad de reflexionar sobre el concepto, aunque señalaron que la discusión no se puede quedar estancada en ese punto.


-Brion