Tras haber estado prohibidas las celebraciones religiosas por una parte de los gobernadores y alcaldes, debido a la crisis de Covid-19, el Tribunal Supremo de Brasil ha autorizado que a partir del pasado Domingo de Resurrección las iglesias fueran abiertas nuevamente en el peor momento de la pandemia para el país, con una nueva cepa de virus más agresiva y letal, más de 330.000 muertos por esta enfermedad y cerca de 13 millones de casos.
Especialmente los pastores evangélicos habían estado ejerciendo presión para que se permitiera el funcionamiento normal de las iglesias. Uno de los más influyentes es el pastor pentecostal Silas Malafaia, quien ha tenido que estar transmitiendo sus cultos a través de YouTube, con su iglesia vacía (y problemas para recaudación de diezmos y ofrendas).
Malafaia es parte de un grupo de pastores de ultraderecha que apoyaron a Jair Bolsonaro para que llegara al poder. Bolsonaro es un «católico conservador que se casó con una evangélica en una ceremonia oficiada por Malafaia», y ha estado «centrado en la necesidad de reabrir las iglesias. “Dios es brasileño”, dijo a la gente el domingo [de ramos], según reportó el diario O Globo.» [1]
«“Los medios dicen que miles y miles de personas van a morir”, dijo Malafaia en la entrevista [que concedió a La Jornada de México]. “Quiero rechazar todas estas predicciones catastróficas”.» [1] Y su postura fue siempre la misma de otros pastores evangélicos afines al gobierno.
«En las redes sociales, algunos pastores restaron importancia a los riesgos que supone la pandemia para la salud, afirmando que no se pude contraer el virus en la casa de Dios, pero sí en el hogar si no se acude a misa» o al culto religioso [1].
El magistrado de la corte suprema Kassio Nunes Marques, «consideró que la prohibición [a las iglesias] hiere el derecho de libertad religiosa» [2]. Nunes, propuesto como magistrado por Bolsonaro, «consideró que la "actividad religiosa" es un servicio "esencial" en "momentos tan difíciles" como el que atraviesa la nación suramericana. Resaltó también que la Semana Santa "representa un momento de singular importancia para la celebración de sus creencias" en un país en el que el 80 % de la población es cristiana, según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.» [3]
«La decisión de Nunes, sin embargo, fue contestada públicamente por el alcalde de Belo Horizonte, Alexandre Kalil, quien advirtió que la capital del estado de Minas Gerais mantendría la prohibición de cultos y misas presenciales.» [3]