Uno de los episodios más singulares de la crónica judicial francesa ocurrió, al parecer, en la segunda mitad del siglo XIV y, desde entonces, ha hecho correr verdaderos ríos de tinta entre los cronistas y escritores de todo el país –como por ejemplo, el famoso melodrama histórico “Le Chien de Montargis ou la forêt de Bondy” de René Charles Guilbert de Pixérécourt (publicado en 1817)– pero, hoy en día, resulta difícil dilucidar dónde acaba la realidad y da comienzo su leyenda; máxime si tenemos en cuenta que existen referencias medievales previas en las obras del monje Alberico de Trois-Fontaines, que sitúan estos hechos en el siglo XIII, hacia 1230. Pero si nos ceñimos a la historia tradicional, se cuenta que en 1371, durante el reinado de Carlos V de Francia, monarca de la Casa de Valois llamado el Sabio [Charles V le Sage (1338-1380)], uno de sus nobles más apreciados, el caballero Aubry de Montdidier desapareció tras salir a pasear con su perro Verbaux por el Bosque de Bondy, cerca de la localidad de Montargis, al Este de París.
El científico anglosueco Jan Bondeson narra cómo debieron
suceder aquellos acontecimientos: (…) Cierto caballero Macaire, arquero en la
guardia del rey Carlos V de Francia, estaba celoso de un viejo enemigo, Aubry
de Mondidier, el cual había progresado mucho en el favor del rey. Cuando
Mondidier viajaba por el bosque de Bondy, en compañía de su perro, Macaire le
arrojó un dardo desde un matorral y enterró el cadáver clandestinamente. El
perro fiel llegó a la corte del rey y condujo a los soldados y cortesanos hasta
la tumba de Mondidier. Cada vez que el perro veía al caballero Macaire gruñía,
enseñaba los dientes e intentaba atacarlo. Como es natural, esto se consideró
como algo muy sospechoso, y aunque Macaire negó vehementemente haber tenido
algo que ver con la muerte de su colega, mucha gente lo acusó del crimen.
El rey determinó que se concedería al perro el derecho de
un demandante y que Dios juzgaría el caso, es decir, los dos pelearían a muerte
en la lid. Si hubo algunas apuestas sobre el resultado de este duelo judicial
(…) es muy probable que fueran a favor del caballero Macaire. Sean cuales
fueren sus defectos morales, ese mercenario fuerte y musculoso, con su jubón de
cuero, sus guantes de hierro y fuertes botas claveteadas con tachuelas parecía
un enemigo formidable para cualquier miembro de la raza canina. Además, la
distribución de las armas en este extraño duelo era injusta a todas luces: a
Macaire se le adjudicó un escudo de madera muy fuerte con el cual podría
defenderse de los ataques del perro, y una porra larga y pesada para atacarlo.
Al perro fiel se le dio solamente un enorme barril tras el cual podía eludir
los golpes del caballero. Sin embargo, el perro evitó tal derrotismo; en cuanto
fue soltado se dirigió a la garganta de Macaire como una flecha. La lucha
brutal que siguió, en la que el perro lanzaba dentelladas y gruñía, casi
hubiera parecido un combate de boxeo de pesos pesados para obtener el título.
(…) La lid estaba rodeada de una multitud de espectadores (…) que animaban a
los contendientes. Se registró que, finalmente, el perro fiel ganó esta lucha y
obligó a Macaire a pedir gracia y a reconocer su crimen. El rey y su corte
honraron al victorioso Fiel, y el caballero Macaire fue ejecutado y enterraron
su cuerpo en suelo no consagrado.
De este modo, como afirmaba en el siglo XIX el historiador
francés, Édouard De La Barre Duparcq: (...) se batió, cuerpo á cuerpo con
Macario, asesino de su amo, de quien quedó vencedor, probando de esta suerte el
crimen que supo denunciar con su persecución tan obstinada como extraña. Aquel
mismo siglo, Narciso Campillo apuntaba incluso que el combate había ocurrido el
8 de octubre de 1381 y que fue un buen ejemplo de las formas bárbaras del
derecho de la Edad Media, el llamado Juicio de Dios.
Los grabados medievales muestran aquel inaudito “duel judiciaire” en presencia del soberano y toda su Corte en la isla fluvial de Louviers, en el cauce del río Sena a su paso por París. La lucha del hombre armado con un garrote, el chevalier Richard de Macaire, contra el lebrel, Verbaux, que lo desafió contando tan solo con la estructura de un tonel, sin tapas, para guarecerse. El resultado final, de acuerdo con la historiadora Victoria Vanneau, fue que le chien de Montargis triomphé en combat singulier de l'assassin de son maître au XIVe siècle, convirtiéndose en un animal legendario.
Sacado de archivo de inalbis punto blog spot punto com