9.04.2025

JUEVES DE LA LUMBRE: 3I/ATLAS

Cada vez que un objeto interestelar cruza nuestro cielo, la expectación se dispara. Son visitantes que vienen de otros sistemas planetarios, trayendo consigo pistas sobre la formación de mundos lejanos. El 3I/ATLAS, descubierto en 2025, no ha sido la excepción: se convirtió en el intruso más observado de la historia, y lo que mostró desconcertó tanto como fascinó a los astrónomos.

 


Un cometa que llegó de otro sistema planetario

 Desde el inicio, 3I/ATLAS se ganó titulares. Algunos pensaron que podía tratarse de un objeto extraño, diferente a todo lo que conocemos. Sin embargo, las primeras imágenes revelaron la presencia de una coma, la característica nube de gas y polvo que envuelve a los cometas cuando se acercan al Sol.

 

Investigadores del ICE-CSIC/IEEC lo siguieron desde sus primeras horas y confirmaron que mostraba actividad cometaria, la misma que permitió que fuera detectable a distancias colosales.

 

Lo sorprendente es que, pese a su origen interestelar, el comportamiento espectral de 3I/ATLAS no es tan exótico. Sus rasgos recuerdan a los asteroides tipo D, muy oscuros y con un marcado tono rojizo, pero también contiene un porcentaje de hielo de agua que encaja con lo que sabemos de cometas activos.

 

El espectro que reveló su naturaleza

 

Un estudio liderado por Bin Yang, de la Universidad Diego Portales de Chile, usó observaciones del telescopio Gemini y del NASA IRTF para analizar la luz del objeto en el rango óptico e infrarrojo. El resultado fue claro: se trata de un cometa interestelar con abundante hielo de agua.

 

Los modelos realizados por Karen J. Meech y su equipo mostraron que su coma está compuesta por un 70% de polvo similar al meteorito Tagish Lake y un 30% de hielo. Una proporción que no solo confirma su naturaleza cometaria, sino que además sugiere que pudo formarse en la región interna de un sistema planetario, para luego ser expulsado por la gravedad de un planeta gigante.

 


Un misterio escondido en lo familiar

 

Que un objeto de otro sistema solar se parezca tanto a lo que conocemos no lo hace menos intrigante. Al contrario: refuerza la idea de que los procesos de formación planetaria podrían repetirse en distintos lugares de la galaxia. La coma del 3I/ATLAS, dominada por dióxido de carbono y polvo micrométrico, recuerda a la de nuestros propios cometas, aunque su historia ha estado marcada por miles de millones de años de exposición a rayos cósmicos.

 

Por eso, aunque 3I/ATLAS no sea un “objeto extraño”, sí representa una oportunidad única: estudiar material fresco de otros mundos que se formaron bajo condiciones distintas, y comprobar que la vida química del cosmos tiene patrones más universales de lo que sospechábamos.

 

Sacado de gizmodo