11.07.2024

JUEVES DE LA LUMBRE: LA BATALLA DEL CASTILLO ITTER

Todo empezó cuando las SS abandonaron el castillo-prisión de Itter en Austria como parte de un repliegue ordenado por el alto mando ante el imparable avance aliado. Sin sus vigilantes, los prisioneros salieron de las celdas y se armaron con el equipo que los alemanes habían dejado atrás.

Itter no era ningún campo de concentración, sino una cárcel para reos tan selectos como el ex-primer ministro francés Paul Reynaud o el tenista Jean Borotra, todos ellos encerrados por su oposición al régimen nazi. Aunque por el momento eran libres, los exconvictos sabían que por el campo rondaban destacamentos de las SS que se dedicaban realizar ejecuciones durante la retirada, de modo que necesitaban fortificarse a la espera que llegaran los aliados.

 


Mientras tanto los presos enviaron algunos mensajeros al exterior para contactar con la resistencia austríaca, y fue uno de los cocineros de la guarnición, el checo Andreas Krobot, quien logró reunirse con un comando en el pueblo de Wörgl. Ese grupo lo puso en manos de un desertor alemán, el mayor Josef Gangl, quien decidió llevarle a líneas americanas con la esperanza de conseguir refuerzos para los defensores del castillo.

Acompañado de un destacamento de otros desertores, Gangl se entregó a los americanos en un pueblo vecino, y logró convencerlos de que le prestaran dos tanques sherman y 14 hombres para acudir al rescate del castillo. Mandados por el teniente John Lee los soldados aliados dejaron un carro para proteger un estratégico puente y llegaron al castillo al anochecer.

Una alianza atípica

Esa misma noche el castillo quedó rodeado por una fuerza de 150 fanáticos de las SS, que iniciaron el asalto la mañana del 5 de mayo. Parece ser que el combate se produjo a la entrada del complejo, con los defensores parapetados tras los árboles y apoyados por el fuego del sherman.

 


Este tanque mantuvo a los alemanes a raya durante un tiempo, pero un proyectil perforante de un cañón antiaéreo lo voló por los aires, ocasión que las SS aprovecharon para retomar su avance y empujar a los defensores hasta el interior del recinto. Esa noche parecía que todo acabaría al día siguiente, pero Borotra se ofreció a saltar el muro y llegar hasta Wörgl, donde contaría a la resistencia lo desesperado de la situación.

Afortunadamente los americanos habían enviado a una segunda fuerza mucho más numerosa en su ayuda, y tras encontrárselos por sorpresa Borotra les guio hacia el castillo, donde llegaron por la tarde del día 6 dispersando a los alemanes.

La batalla fue célebre no solo por haber sido la única donde alemanes y americanos lucharon codo con codo contra las SS, sino también por haber sido el último combate de la guerra en Europa, pues solo dos días después los nazis se rindieron poniendo fin al conflicto.

 

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