11.15.2024

VIERNES DE LA SALUD: RATONES EMPATICOS

¿Qué es la empatía?

La empatía es la capacidad de comprender emocionalmente lo que sienten los demás y ver las cosas desde su punto de vista. Esencialmente, es ponerse en el lugar de otra persona y sentir lo que esa persona debe estar sintiendo. Generalmente las personas están en sintonía con sus propios sentimientos y emociones, por lo que meterse en la cabeza de otra persona puede ser difícil. Sin embargo, la empatía permite comprender las emociones de los demás, lo que resulta muy útil en el contexto de las interacciones sociales, ya que promueve la cooperación hacia un objetivo común y proporciona la base para la toma de decisiones de tipo moral.



La empatía parece tener raíces profundas en nuestro cerebro y en nuestra historia evolutiva. Por mucho tiempo esta habilidad ha sido atribuida únicamente a humanos; no obstante, existe evidencia de que esto no es cierto. En algunas investigaciones científicas se ha encontrado que los roedores muestran empatía por sus congéneres (animales de la misma especie) bajo ciertas condiciones como el dolor y miedo, así como conductas de consuelo y ayuda. Desde un punto de vista científico, esto representa la posibilidad de elucidar los mecanismos celulares y neuronales que median la manifestación de la empatía.

 

Transferencia social del dolor

Se ha demostrado que la empatía se genera en varias áreas cerebrales, incluidas la corteza prefrontal ventromedial, la corteza medial orbitofrontal, la amígdala, la ínsula y la corteza anterior del cíngulo (CAC). Estas mismas regiones participan en la valoración de la comida o el dinero. En particular, la CAC se comunica con el tálamo, la ínsula, la amígdala y el núcleo accumbens, regiones cerebrales que regulan diferentes emociones y motivaciones. Sin embargo, se sabe poco sobre su intervención en los comportamientos relacionados con la empatía del dolor, y es en este objetivo en el cual se han centrado varios estudios. Se ha observado que los ratones presentan un fenómeno de «transferencia social del dolor», es decir, tras la interacción breve entre un animal sano y un animal sometido a un estímulo doloroso, el ratón sano desarrollará hipersensibilidad al dolor. Se considera que esta transferencia del dolor resulta de la empatía del ratón sano por su compañero con dolor. Se sabe que esta empatía por el dolor ajeno se genera por la activación de la vía neuronal que va de la CAC al núcleo accumbens. Pero se ha visto que la «transferencia social del miedo» no requiere de la activación de esta vía, sino de la interacción de la CAC con la amígdala basolateral.

 


De manera muy interesante se ha encontrado que los ratones no solo generan empatía por estímulos negativos como el dolor o el miedo, sino también por estímulos positivos (analgesia). La interacción de ratones que experimentan alivio del dolor con morfina (analgésico) con ratones con dolor, sin tratamiento farmacológico, induce la transferencia social de la analgesia al ratón con dolor. La transferencia social de la analgesia también es dependiente de la activación de la vía CAC-núcleo accumbens en el cerebro de los ratones. Los investigadores del estudio sugieren que la transferencia del dolor y la analgesia recae en la posible activación de neuronas espejo de la CAC que tienen la capacidad de «reflejar e imitar» las respuestas emocionales que un animal sentiría si estuviera en una situación similar.

Pero, ¿cómo es posible que la activación de una sola vía neuronal pueda llevar a la transferencia de dos fenómenos antagónicos como el dolor y la analgesia? La hipótesis principal es que se pudiera deber a la activación de células de diferentes tipos en el núcleo accumbens, que a su vez afectan diferentes regiones cerebrales que tienen que ver con esos procesos. Además, la transferencia social del dolor requiere solo una hora de interacción social y su efecto permanece de cuatro a 24 horas, mientras que el efecto de la transferencia de la analgesia solo dura cuatro horas. Estos resultados aportan evidencia de la importancia del entorno social para la experiencia del dolor. También aportan un modelo innovador para el estudio de la empatía en roedores. La comprensión de los mecanismos cerebrales de la empatía, conservada evolutivamente, podría acelerar el desarrollo de nuevas terapias para los déficits relacionados con la empatía que a su vez están asociados con una amplia gama de trastornos neuropsiquiátricos. Finalmente, estos datos motivan a la reflexión, ya que los seres humanos no somos los únicos capaces de experimentarla.

 

 

 

¿Qué hay de ti? ¿Eres tan empático como estos ratones?

 

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