El 14 de mayo de 1998, a los 82 años, fallecía víctima de un ataque al corazón Frank Sinatra, considerado como uno de los mejores y más importantes cantantes del siglo XX y, posiblemente, de toda la historia. Conocida era su faceta de bebedor y fumador empedernido, motivo por el que a modo de guiño a sus aficiones preferidas fue enterrado portando en el ataúd una botella de whisky Jack Daniels, un paquete de cigarrillos Camel y un encendedor Zippo.
Pero, además, en uno de sus bolsillos también le depositaron
diez monedas de diez centavos, algo que siempre llevaba encima desde diciembre
de 1963, momento traumático en su vida y en el que su hijo, Frank Sinatra Jr,
de 19 años de edad, fue secuestrado en su habitación del hotel-casino Harrah's
Club Lodge en Lake Tahoe (en la frontera éntrelos Estados de Nevada y
California), minutos antes de empezar su actuación, debido a que estaba dando
sus primeros pasos como cantante.
Una de las condiciones dadas por los secuestradores fue que
todas las comunicaciones entre Frank Sinatra (padre) y ellos se realizarían a
través de teléfonos públicos y el cantante iba siendo convocado a ir de una
cabina telefónica a otra de la ciudad de Los Ángeles tal y como le iban
indicando los raptores.
Según cuentan algunas crónicas, hubo un momento en el que
Sinatra se encontró angustiado por no disponer de suficientes monedas para
realizar una de las llamadas que le solicitaban y temiendo que eso pudiese
provocar algún trágico desencadenante en el secuestro, por lo que a partir de aquel
momento tomó la curiosa costumbre (que acabó convirtiéndose en una
superstición) de llevar por el resto de sus días diez monedas de diez centavos
en uno de sus bolsillos. Ni una sola vez salió a la calle sin portar aquella
calderilla.
El secuestro duró tres días (entre la noche del 8 y primera
hora de la mañana del 11 de diciembre de 1963) y fue ideado por Barry Keenan,
quien contó con la ayuda de dos amigos (Johnny Irwin y Joe Amsler).
Keenan, de 23 años de edad, era un joven con mucha prisa
por triunfar en los negocios y convertirse en millonario antes de llegar a la
treintena. A su edad ya había montado varias pequeñas empresas, las cuales
habían fracasado y quedando en la ruina (parte de la culpa la tuvo una adicción
a los analgésicos tras sufrir un accidente de automóvil).
En 1963 Frank Sinatra estaba considerado como el artista
estadounidense más importante y relevante de la época, por lo que su estatus
como millonario podría ser muy decisivo a la hora de pagar un rescate
rápidamente, lo que motivó que Barry Keenan planeara secuestrar al hijo de ‘La
voz’, justo en una época en la que estaba dando sus primeros pinitos para
seguir la estela artística de su exitoso padre.
Alrededor de las 9 de la noche del domingo 8 de diciembre,
mientras se preparaba para su actuación en el hotel-casino Harrah's Club Lodge,
Frank Sinatra Jr recibió una inesperada visita en la habitación 417 en la que
se alojaba. Le acompañaba su amigo (y trompetista de la orquesta), Joss Foss,
quien fue a abrir la puerta y se encontró con un encapuchado portando un
revolver (Keenan) que lo empujó hacia el interior y dejó maniatado en un
rincón, mientras se llevaba por la fuerza al joven Sinatra, metiéndolo en un
coche que aguardaba en marcha en la parte posterior del hotel.
Tras liberarse de sus ataduras (con cinta americana) en
poco más de media hora, Joss Foss puso en conocimiento de la policía el caso y
se puso en marcha un dispositivo, interviniendo en el caso algunos agentes del
FBI, al tratarse de un secuestro y, además, de ser el hijo de uno de los
hombres más importantes del país.
Uno de los secuestradores, Johnny Irwin, fue el encargado
de contactar con Frank Sinatra, durante la mañana del lunes 9, exigiéndole un
rescate de 240 mil dólares si quería recuperar con vida a su hijo (algunas
fuentes indican que el cantante llegó a ofrecer a los raptores un millón, pero
no hay indicios de que esa versión sea cierta).
Citó a Sinatra en un teléfono público de Los Ángeles, donde
le iría dando nuevas instrucciones. El cantante fue convocado a moverse a
varias cabinas telefónicas y, parece ser, en alguno de aquellos momentos, a la
espera de la consiguiente comunicación con los secuestradores, se dio cuenta
que no llevaba suficientes monedas encima (por si él debía realizar alguna llamada)
y fue ahí cuando adquirió la costumbre para el resto de su vida de llevar
siempre encima diez monedas de diez centavos.
Tras varias comunicaciones se acordó dejar el dinero del
rescate en un aparcamiento de la población de Sepúlveda (California), entre dos
autobuses escolares que estaban estacionados. El cantante siguió al pie de la
letra las instrucciones y unas horas después, Frank Sinatra Jr, aparecía
caminando en una estación de servicio de Bel Air, quien había sido liberado
poco antes.
Barry Keenan, Johnny Irwin y Joe Amsler fueron capturados
unas horas después por el FBI, confesando el secuestro durante los
interrogatorios.
En la primavera de 1964 tuvo lugar el juicio y durante el
mismo, los acusados llegaron a declarar que el secuestro se había realizado en
complicidad con Frank Sinatra Jr, que era quien realmente lo había planificado
con la intención de dar publicidad mediática a su carrera como cantante. El
tribunal no tuvo en cuenta dicha declaración (aunque un halo de duda quedó en
el ambiente), se declaró culpable a los tres acusados imponiéndoles unas largas
condenas de prisión (cadena perpetua para Barry Keenan).
No se conoce a ciencia cierta el tiempo que pasaron en la
cárcel Johnny Irwin y Joe Amsler, pero lo que sí se sabe es que Barry Keenan
tan solo estuvo cuatro años y medio, tras ser declarado como demente por un
tribunal médico que revisó el caso.
Tras ser puesto en libertad, Keenan retomó las inversiones,
convirtiéndose en un exitoso hombre de negocios.
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