“Estoy en
deuda con mi padre por vivir, pero con mi maestro por vivir bien”
Alejandro Magno
Mis queridos magisters,
Inicio, como cada
jueves, preguntándoles: ¿Cuál ha sido el
mejor maestro que han tenido?
El día de hoy por la
mañana, a consecuencia de la presentación de la iniciativa para eliminar la
reforma educativa, me puse a recordar con algunos colegas a nuestros antiguos
profesores. Más allá del aspecto político de dicha “promesa cumplida” por parte
del Calígula macuspano, el tema dio espacio para rememorar gratos recuerdos
sobre nuestros profesores, personas que -para bien o mal- han quedado grabadas
en nuestro recuerdo.
Ya sea por “barcos”, por estrictos o por alguna
anécdota, a todos nos viene a la mente algún maestro en particular (bueno, a
menos que solo hayas concluido la secundaria y estés en otro país drogándote,
desmadrando televisores y tuberías) cuando nos plantean la pregunta que
encabeza esta fina aportación.
Lo anterior me lleva a
cuestionar ¿Cómo definir a un buen
maestro? Naturalmente debe ser alguien con un amplio
dominio de su área de conocimiento, pero además saber comunicar el tema que
domina, su área de expertise. Sabemos
que hay gente muy docta en diversas ramas del conocimiento pero que no sabe
transmitir ese bagaje intelectual que posee. En otras palabras, que no
transmite nada.
Un par de amigos de los
que he hablado en otras ocasiones, Platón y Aristóteles, consideraban que la
esencia de un buen (ya no digamos "gran") maestro es el thaumazein,
palabra griega que puede resumirse como asombro o admiración, es decir, en el
interés y pasión del maestro por transmitir a sus alumnos amor al conocimiento.
Recordemos que, para
Platón y Aristóteles, el filósofo no es quien conoce muchas cosas o tiene un
dominio magistral sobre determinados temas, como podría pensarse es la esencia
de un buen maestro, sino alguien que sabe lo que es realmente importante y vive
en consonancia con este ideal.
Aquí llegamos al punto
central de este fino post, pues un buen maestro no debe enseñar por enseñar, sino
abrirles los ojos a sus estudiantes, causar en ellos ese asombro y admiración
por el conocimiento, el thaumazein. Esa es la primer y
fundamental labor del buen maestro. Hay una imagen maravillosa que resume todo
lo anterior en "Timeo" uno de los diálogos platónicos en los que el
autor nos describe como la filosofía tiene su origen en la observación de las
estrellas; una persona contemplando el cosmos perlado de estrellas, su indescifrable
belleza, el orden prevaleciente, pero al mismo tiempo, los impenetrables
misterios que encierra.
Al final, como bien nos
enseña la película La Sociedad de los Poetas Muertos, lo esencial no es transmitir
ciertos conocimientos, sino un pathos, una pasión.
Y bien, ¿qué me dicen
sobre la pregunta que les he planteado? Como siempre, será para mí un placer
leer sus experiencias.
PD. @Dra.Tripa te
mando un beso bien tronado en el besito de abuela.
Su amigo y gurú,
@Bruno.