Después del fracaso de la Segunda Cruzada, el poderío de los musulmanes aumentó. El imperio del sultán Nur- Eddin se extendió desde el Tigris hasta el Nilo. Saladino, lugarteniente de Nur-Eddin se convirtió en sultán de Siria y Egipto al deponer a Nur-Eddin y se convirtió en el hombre más poderoso de Medio Oriente.
Reinaldo de Châtillon, príncipe de Antioquía, atacó una
caravana musulmana y tomó como prisioneros a los integrantes de la misma. Previendo represalias por parte de Saladino,
Guido de Lusignan, rey de Jerusalén,
reunió a sus fuerzas contra el líder musulmán. Los ejércitos cristianos
(Châtillon y Lusignan) se enfrentaron al ejército musulmán dirigido por
Saladino en la batalla de los Cuernos de Hattin, en la cual fueron derrotados
los ejércitos cristianos. Como resultado, Saladino tomó prisioneros a los
sobrevivientes cristianos, incluidos
Guido de Lusignan y Reinaldo de Châtillon. El primero fue absuelto por el líder
musulmán y el segundo, ejecutado.
Luego de la victoria en Hattin, Saladino ocupó el norte del Reino de Jerusalén y conquistó Galilea y Samaria. Además, tomó la fortaleza templaria de Gaza y ocupó la ciudad de Jerusalén.
Al conocerse la noticia de la reconquista de Jerusalén, por parte de los musulmanes, los papas Gregorio VIII y, posteriormente, Clemente III, llamaron a una nueva cruzada, la cual fue predicada por Guillermo, arzobispo de Tiro. A este llamado atendieron los reyes Federico I, Barbarroja, Emperador de Alemania, Felipe Augusto de Francia y Ricardo I de Inglaterra, Corazón de León.
Esta cruzada se desarrolló en dos etapas:
Primera etapa (1189-1190): Esta expedición, dirigida por Federico Barbarroja, salió de Ratisbona y se dirigió a Constantinopla, la cual estaba gobernada por Isaac II Angelo, con quien, anteriomente, había pactado una alianza. Sin embargo, Federico lo traicionó y se apoderó de Filipolis y Andrinópolis, atacó Constantinopla y conquistó Iconio. Federico murió “accidentalmente”, ahogado en el río Cidno (Tarso, Turquía). Tomó el mando de las tropas debilitadas su hijo, Federico de Suabia, quién solo pudo llegar a San José de Acre y murió al poco tiempo. Entretanto, Guido de Lusignan intentó recuperar Acre al sitiar la ciudad, sin embargo, fracasó.
Segunda etapa (1190-1192): Fue dirigida por Felipe II Augusto y Ricardo Corazón de León. Felipe zarpó desde Génova y Ricardo, desde Marsella. Debido a desavenencias surgidas entre ambos ejércitos, Felipe partió hacia San Juan de Acre. Ricardo tomó otra ruta y se vió obligado a refugiarse en Chipre debido al mal tiempo, por lo que llegó más tarde a Acre. Al enterarse de la presencia cruzada en dicha ciudad, Saladino se presentó con su ejército. Franceses e ingleses lo derrotaron y aseguraron la ciudad. Debido a la escasez de recursos, Ricardo se vió obligado a asesinar a los prisioneros de guerra. Ambos reyes disputaron quien debía gobernar la ciudad. Al no haber consenso, Felipe se embarcó y regresó a Francia.
A pesar de tener un ejército disminuido, Ricardo logro
conquistar Jafa, y al no poder tomar Jerusalén se concentró en consolidar las
ciudades ya conquistadas.
En 1191, Saladino se enfrentó a Ricardo en la Batalla de Arsuf, tras horas de fuertes luchas, las tropas de Saladino se retiraron del campo de batalla. Ambos líderes, conscientes de la capacidad de rearme y liderazgo de su rival, decidieron pactar un armisticio con el cual se garantizó el libre acceso a Jerusalén a comerciantes y peregrinos. Además, el Santo Sepulcro quedó abierto sin pago de tributo para los cristianos. Los cruzados mantuvieron el control de una franja de costa entre Jafa y Tiro. Ricardo regresó a Inglaterra sin haber cumplido el objetivo principal de la expedición (reconquistar Jerusalén). Así finalizó la Tercera Cruzada.
Pero vamos a platicar especialmente de uno de los
involucrados.
Ricardo I de Inglaterra
Fue rey de Inglaterra entre 1189 y 1199, siendo el tercer
hijo del rey Enrique II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania. Si, la misma
leonor que era esposa de Luis VII en la segunda cruzada.
En su época, el trovador Bertran de Born lo apodó “Òc e non” ('sí y no'). Durante su reinado, solo visitó Inglaterra en dos ocasiones: las correspondientes a sus dos coronaciones. En total, no llegaron a seis los meses que pisó su suelo como rey. A la vuelta de Tierra Santa cayó prisionero de Leopoldo V, duque de Austria.
En marzo de 1199 Ricardo estaba en el Lemosín sofocando una
revuelta del vizconde Aimar V de Limoges. Aunque era Cuaresma, «devastó la
tierra del vizconde con fuego y espada». Asedió el endeble y virtualmente
desarmado castillo de Chalus-Chabrol. Algunos cronistas expresan que esto se
debió a que un campesino local había descubierto un tesoro de oro romano, el
cual reclamaba Ricardo a Aimar en su posición de señor feudal. Sin embargo, los
historiadores modernos permanecen escépticos con respecto a esta historia, que
tiene olor a exemplum o fábula moralizadora.
El atardecer del 25 de marzo de 1199 Ricardo caminaba por
el perímetro del castillo sin su cota de malla, inspeccionando el progreso de
las obras militares en los muros. Ocasionalmente se verificaban lanzamientos de
flechas desde las murallas del castillo, pero se les prestaba poca atención. Un
defensor en particular divertía mucho al rey, un hombre de pie sobre la muralla
y ballesta en mano, sostenía con la otra una sartén que usaba como escudo
contra los proyectiles. Apuntó una flecha deliberadamente al rey, a lo cual
este aplaudió. Sin embargo, otra flecha lo hirió en el hombro izquierdo cerca del
cuello. Intentó sacarla dentro de su tienda, pero no tuvo éxito. Un cirujano,
al que Hoveden llamó un carnicero, le extrajo la flecha, produciéndose
posteriormente una gangrena, complicación habitual en la época debida a la
inexistencia de medidas de asepsia y tratamientos antibióticos. Ricardo hizo
traer al ballestero ante él, llamó a Pedro Basil, Juan Sabroz, Dudo y Bertrán
de Gurdun alternativamente, según los cronistas. El hombre resultó ser un niño,
el cual alegó que el rey había asesinado a su padre y dos de sus hermanos y que
había disparado a Ricardo en venganza. El niño esperaba ser asesinado. Ricardo,
como último acto de piedad, lo perdonó diciendo: «Continúa viviendo y por mi
recompensa contempla la luz del día», antes de ordenar que lo liberaran y
despidieran con cien chelines. Ricardo, entonces, puso sus asuntos en orden,
legando todos sus territorios a su hermano Juan y sus joyas a su sobrino Otón.
Ricardo murió el martes 6 de abril de 1199, en brazos de su
madre. Más tarde se afirmaría que «Cuando el día terminaba, terminó su vida
terrenal». Su muerte fue referida como «el León [que] fue asesinado por la
Hormiga». Su último acto de caballerosidad fue infructuoso: tan pronto murió,
su mercenario más infame, el capitán Mercadier, tomó al niño que había
disparado la flecha fatal, lo despellejó vivo y luego lo colgó.
Las vísceras de Ricardo fueron enterradas en el lugar de su muerte, su corazón en Ruan, Normandía, y el resto de su cuerpo fue sepultado a los pies de su padre en la abadía de Fontevrault en Anjou. En su lecho de muerte legó todas sus posesiones a su hermano Juan, dado que no tenía herederos legítimos.
Sacado de historia medieval de las cruzadas y de la
Wikipedia.