11.10.2019

Si los ratones tuvieran dioses, sus dioses serían ratones.





En ese despertar de conciencia hacia el ateísmo, en algún momento nos preguntamos cómo era posible que “Dios”, el supuesto Ser Supremo y creador del universo, tuviera:

- Ojos (Génesis 38: 7, Génesis 38: 10, Deuteronomio 12: 25).

- Orejas y aparato auditivo (Génesis 29: 33, Éxodo 16: 8, Números 11: 1, Números 12: 2, Números 14: 28, Juan 9: 31).

- Boca (Deuteronomio 8: 3, Mateo 4: 4), y voz (Éxodo 15: 26, Deuteronomio 28: 15, Juan 5: 37). Y podía hablar (Números 14: 35), pronunciando palabras en algún idioma entendible para los humanos (Juan 8: 47), siendo escuchado por ciertas personas (Juan 8: 26), o su voz podía escucharse desde la atmósfera (Mateo 3: 17, Marcos 1: 10-11).

- Nariz, sintiéndose atraído por ciertos olores (Génesis 8: 21, Éxodo 29: 18, Éxodo 29: 25, Levítico 1: 9, Levítico 1: 13, Levítico 1: 17, Levítico 2: 2, Levítico 2: 9, Levítico 3: 5, Levítico 3: 16, Levítico 6: 15, Levítico 6: 20-21, Levítico 17: 6).

En otras palabras, el dios en que nos enseñaron a creer a quienes venimos de un hogar cristiano, tenía cara como cualquier ser humano, aunque sólo pudieran vérsela ciertas personas (Génesis 32: 29-30, Números 12: 6-8, Deuteronomio 34: 10), o quien pudiera volar al cielo; como por ejemplo los ángeles (Mateo 18: 10).

Pero además tenía:

- Brazos (Isaías 53: 1).

- Manos (Éxodo 9: 3, Éxodo 15: 6, Deuteronomio 7: 8, Deuteronomio 7: 19).

- Dedos (Éxodo 8: 19, Éxodo 31: 18, Lucas 11: 20).

- Pies (Mateo 5: 34-35).

Y no sólo eso, tenía también órganos internos, como pulmones y aparato respiratorio, con los cuales soplaba (Génesis 2: 7), y un corazón que bombeaba su sangre (Génesis 6: 6).

Incluso “Dios” era un varón (Éxodo 15: 3), por lo que tendría que tener órganos sexuales masculinos, y era capaz de embarazar mujeres, como María, la madre de Jesús (Lucas 1: 35), aunque fuera mediante un misterioso acto de inseminación artificial.

Como si fuera poco, ese “Dios” (de quien muchos no enteramos hasta después que se llamaba Yahvé o Jehová), tenía otras características humanas, como desagradarle ver heces fecales (Deuteronomio 23: 12-14), poder costurar (Génesis 3: 21), pasearse por los huertos, pudiendo uno esconderse de él (Génesis 3: 8-9), e incluso experimentar dolor (Génesis 6: 6), o cansarse (Génesis 2: 2-3). Pero lo más interesante es que era un dios que podía ser tentado (Éxodo 17: 2), y que cometía errores de los cuales después se arrepentía (Éxodo 32: 14).

Hasta después llegamos a comprender que aquel “Dios” no era más que una creación humana, y como el ser humano siempre se ha sentido especial y superior a todo lo que le rodea, concibió un Ser Supremo a su propia imagen y semejanza. Esto es lo que se conoce como antropomorfismo (asignar características y cualidades humanas a otros seres), o más específicamente, antropoteísmo, «la representación de una divinidad incorpórea bajo la forma y los atributos de los hombres o la creencia en que los dioses son únicamente seres humanos deificados.» (Wikipedia).

Y ésta es justamente una concepción que fue criticada y satirizada desde los siglos VI y V A.E.C, por el poeta y filósofo griego presocrático Jenófanes de Colofón (nacido entre el 580 AEC y el 570 AEC, y muerto entre el 475 AEC y el 466 AEC), quien fue el fundador de la escuela de pensamiento a la que pertenecieron Parménides y Zenón de Elea. De su autoría se conservan sólo fragmentos del poema “La naturaleza antropomórfica de los dioses de la religión tradicional”.

Jenófanes criticaba incluso el etnocentrismo humano aplicado a sus deidades. Decía: «Los etíopes dicen que sus dioses son chatos y negros, y los tracios que tienen los ojos azules y el pelo rubio». (Fragmento 16). Y en general (sobre el antropoteísmo) criticaba: «… los mortales se imaginan que los dioses han nacido y que tienen vestidos, voz y figura humana como ellos.» (Fragmento 14).

Pero su comentario más contundente fue: «Si los bueyes, los caballos o los leones tuvieran manos y fueran capaces de pintar con ellas y de hacer figuras como los hombres, los caballos dibujarían las imágenes de los dioses semejantes a las de los caballos y los bueyes semejantes a las de los bueyes, y harían sus cuerpos tal como cada uno tiene el suyo.» (Fragmento 15). En otras palabras, si los ratones tuvieran dioses, sus dioses serían ratones.

Referencias:

https://www.biografiasyvidas.com/biografia/j/jenofanes.htm

https://es.wikipedia.org/wiki/Jen%C3%B3fanes

https://www.uv.es/~japastor/jenofa.htm

http://www.clerus.org/clerus/dati/2004-06/22-15/filjelo.html#r38

https://www.webdianoia.com/presocrat/jenofa_ejer_1.htm

http://www.filosofos.net/temas/tema_47/t_47_10.htm

http://antropokrisis.es/wp-content/uploads/2014/12/jenofanes.html

https://es.wikipedia.org/wiki/Antropote%C3%ADsmo