Con la edad es posible que tus platos favoritos ya no lo sean tanto. Y es que con el paso de los años cambia la percepción de los sabores, se produce una pérdida del gusto y aumenta la preferencia por lo salado. Pero ¿por qué ocurre todo esto?
La apetencia de dulce de los seres humanos es innata, se expresa incluso antes del nacimiento, y se extiende a todas las edades y culturas de todo el mundo, lo que hace que el sabor dulce forme parte integrante de la alimentación humana. El gusto por el dulce es intenso durante la infancia, lo que puede reflejar la necesidad nutricional de atraer a los organismos jóvenes hacia alimentos muy energéticos durante periodos de máximo crecimiento. Nuestro gusto natural por el dulce permanece hasta la vejez, aunque existen pruebas de que disminuye desde la infancia hasta la adolescencia y a medida que entramos en la edad adulta.
Aunque todos
los seres humanos expresan la misma respuesta al sabor dulce inmediatamente
después de nacer, el gusto por productos dulces varía con el tiempo y se hace
altamente idiosincrático en los adultos. En la mayoría de los adultos existe
apetencia por el dulce, aunque existen grandes diferencias entre individuos,
tanto en el nivel preferido de dulzura en productos familiares como en el rango
de alimentos y bebidas dulces que se consumen. Existe también evidencia de que
las diferencias genéticas entre las personas pueden, en parte, justificar
diferencias individuales en la preferencia por el dulce y en el consumo de
alimentos y bebidas dulces.
¿Es cierto que
cambia el gusto con la edad?
Sí. La
percepción de ciertos sabores varía con el paso de los años, lo que nos hace
cambiar las elecciones de nuestros platos o la manera de condimentarlos. Por
esta razón, a menudo decimos que a partir de cierto momento en la vida nos
apetecen platos o sabores que antes no formaban parte de nuestros gustos.
Concretamente,
a partir de los 40 se disminuye la sensación del gusto, y esto se agrava a los
60. Los sabores dulce y salado son los que suelen perderse antes.
Causas de la
pérdida del gusto
Por un lado, se
pierden poco a poco las membranas que recubren los cilios en las papilas
gustativas, que son los que envían la información al cerebro. También se vuelve
más lenta la regeneración celular. Y, además, los cambios en la orografía de la
lengua hacen más complicado que lleguen los sabores debido que existen menos
papilas disponibles.
Cabe añadir que
existen otros factores que contribuyen a la pérdida de sabor y que están
relacionados con el envejecimiento; por ejemplo se produce menos saliva,
necesaria para valorar el sabor, y disminuye la percepción de los olores. Esto
afecta más a los hombres que a las mujeres.
Preferimos el
sabor dulce de jóvenes que de mayores
Las papilas
gustativas de la lengua son las causantes de que seleccionemos o disminuyamos
ciertos alimentos por los sabores: dulce, salado, ácido y amargo, junto al
quinto del umami.
En la mayoría
de las investigaciones, se ha observado que a edades más jóvenes se prefieren
los sabores dulces, y esto va cambiando poco a poco con más edad, escogiendo
los sabores salados.
Cómo consumir
menos sal sin perder sabor en los platos
Para evitar que
esta disminución del gusto nos lleve a utilizar más sal en las recetas, podemos
seguir las siguientes recomendaciones:
Cuida la
temperatura de los platos. Ten en cuenta que los platos muy calientes o fríos
disminuyen la percepción de los sabores, lo que puede llevarte a proporcionarle
un extra de sabor.
Usa menos sal.
Para lograrlo, anímate a potenciar el sabor de los platos utilizando especias
tradicionales como la pimienta, el pimentón, el tomillo, el romero, el anís o
la canela.
Prueba con los
marinados. Consigue más sabor en los alimentos dejándolos un rato rodeados de
ingredientes.
Prepara nuevos
platos. Las papilas gustativas se acomodan y no perciben los matices cuando
repites siempre los mismos platos.
Imita tus
platos de la infancia. Prepara recetas que te traigan recuerdos de
celebraciones o momentos especiales, incorporando alguna pequeña modificación
para conseguir sorprenderte.
Da color a los
platos. Si incluyes en tus platos texturas, colores y otros ingredientes,
ayudarás a estimular la curiosidad gustativa, haciendo que tus papilas y tus
recuerdos se involucren más en los sabores.
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