Con el objetivo de que no les platiquen el próximo personaje de platanito, les traigo esta macabra historia. Ojala les guste, y si no, ni modo, ya que hacemos. Trae una imagen medio fuertesona, tápense sus ojitos cuando lleguen a esa parte.
El 30 de septiembre de 1999 en la planta de reciclaje de combustible nuclear se produjo un incidente terrible con varias víctimas mortales. Hisashi Ouchi y Masato Shinohara, dos operarios de la central, se encontraban vertiendo una solución de óxido de uranio en ácido nítrico en un tanque de sedimentación. Por norma general las medidas de prevención de riesgos laborales obligaban a no usar recipientes que pudieran contener una medida mayor de la masa crítica recomendable que, en dicho cometido, eran 2,3 kilogramos de material. Ellos usaron baldes y llegaron a aplicar 16 Kg de uranio.
En un momento concreto la cantidad fue tal que la reacción en cadena de la fisión nuclear se volvió autosuficiente, emitiendo una gran radiación gamma y de neutrones. Hisashi Ouchi se encontraba junto al tanque, Masato Shinohara se encontraba junto a una plataforma y un tercer empleado, Yokokawa, se encontraba en su escritorio a unos cuatro metros de la zona. Tras un destello azul, sonaron las alarmas de radiación gamma, y los dos técnicos no tardaron en sentir dolores, náuseas, dificultad para respirar y otros problemas médicos.
Aunque los operarios lograron parar la reacción tras 20 horas, para ellos ya era demasiado tarde. La radiación a la que habían estado expuestos fue letal. Se llegaron a alcanzar niveles de hasta 15.000 veces el límite de lo permisible para la vida y, de hecho, se estima que Ouchi fue la persona expuesta a la mayor cantidad de radiación en la historia: 17 sieverts.
La espantosa muerte de Hisashi Ouchi
Cuando llegó al hospital, Hisashi Ouchi tenía la piel roja e hinchada de la exposición, y por aquel momento no parecía presentar más síntomas. Pero los médicos analizaron sus cromosomas y descubrieron que se habían descompuesto, no pudiendo regenerar ninguna de las células de su cuerpo. También había reducido a 0 sus glóbulos blancos: había recibido la misma dosis de radiación que la emitida en el epicentro de la bomba atómica de Hiroshima.
Tras una semana en el hospital y pese a recibir un trasplante de células periféricas por parte de su hermana para intentar recuperar su sistema inmune, Ouchi comenzó a mostrar signos externos de enfermedad por radiación. Literalmente su piel comenzó a desprenderse y no podía regenerarse, además de tener problemas para respirar y un dolor terrible, por lo que decidieron mantenerlo en coma inducido desde dicho momento. A los 18 días se descubrió que la radiación estaba matando también las células trasplantadas, todo estaba perdido.
A los 27 días comenzaron a deteriorarse otras partes del cuerpo de Ouchi, incluyendo sus intestinos, que no paraban de tener hemorragias. Literalmente se desintegraron. Llegó a necesitar hasta 10 transfusiones de sangre al día, perdiendo además otros líquidos corporales a través de la inexistente piel (hasta 10 litros al día). Para evitarlo, tuvieron que envolverlo literalmente en una gasa, aunque llegó incluso a sangrar por los ojos.
Intentaron colocarle piel artificial, pero fue entonces cuando los músculos también comenzaron a desprenderse del hueso. Tras 59 días en el hospital, su corazón se detuvo 3 veces en un espacio de tiempo de 49 minutos. Esto dañó su cerebro y riñones, por lo que fue mantenido con vida artificialmente por medio de máquinas externas.
Ouchi murió de un fallo multiorgánico el 21 de diciembre, tras 83 días en el hospital. Su compañero Shinohara aguantó unos meses más, hasta abril, pero también murió de un fallo multiorgánico. El tercer empleado, el que se encontraba a unos metros en su escritorio, fue dado de alta tras 6 meses en el hospital.
Seis altos cargos de la empresa JCO, incluido el superviviente, fueron condenados a penas de entre dos y tres años de cárcel por negligencia.
Sacado de aquí
y de aquí
y de aquí
Cortesía de su compa