Ibrahim Ferrer nació el 20 de febrero de 1927, en el municipio San Luis, cerca de Santiago de Cuba, en el oriente cubano, la región isleña de donde han surgido géneros musicales tales como: el son tradicional y el romántico bolero con influencias europeas.
Durante su niñez estuvo a punto de morir de tétanos y pese
a que anhelaba ser médico, después de la muerte de su madre, cuando él tenía 12
años, tuvo que lanzarse a la calle, a vender dulces y palomitas de maíz para
sobrevivir, además de cantar por las calles de Santiago.
Un año más tarde a la muerte de su madre, formó con su
primo "Pineo" un grupo para animar fiestas privadas en aquella zona.
Se hacían llamar Jóvenes del Son. No tardaron en llamar la atención de algunos
músicos santiagueros que solicitaron los servicios de Ibrahim para cantar en
toda una serie de orquestas, concretamente el Conjunto Wilson, el Conjunto
Sorpresa y Maravilla Beltrán. Posteriormente cantó con la mejor agrupación
musical de Santiago, la Orquesta Chepín-Chovén, un combo de jazz muy
influyente, dirigido por el compositor Electo Rosell (conocido artísticamente
como Chepín).
En 1955, obtuvo un éxito con el disco El platanal de
Bartolo. Esto le dio algo de fama pero la canción tuvo repercusiones más
amplias sin que su nombre apareciera en los créditos:
"Me habría emocionado si mi nombre se hubiera conocido... pero eso nunca ocurrió. Por lo menos, tengo la satisfacción de saber que la canción se hizo popular"
En 1957 se mudó a La Habana y trabajó con la legendaria
Orquesta Ritmo Oriental, del gran Benny Moré, tal vez el músico cubano más
importante del Siglo XX antes de entrar de nuevo al grupo de Pacho Alonso, que
también se había ido a La Habana. Ahora se llamaban Los Bocucos, nombre tomado
de un tambor que se usa en el carnaval santiaguero. En todas estas
encamaciones, Ferrer era quien cantaba las guarachas, los sones y otros números
a contra ritmo. Pero su emoción pertenecía más a lo clásico, a la forma más cadenciosa
y destilada del bolero:
"Pero siempre me dijeron que no era bueno para eso,
que mi voz quedaba mejor en las piezas bailables"
En 1962, Los Bocucos hicieron una gira por el mundo
socialista y se presentaron en la Féte de1'Humanité, en París, para el Partido
Comunista Francés, en la Exposición Vemo en Praga y, finalmente, en el Teatro
Boishoi de Moscú.
Ferrer se quedó en Los Bocucos hasta su retiro en 1991.
Juan de Marcos González, el director musical del Grupo Sierra Maestra y asesor
de arreglos y grabación en las sesiones del Buena Vista Social Club, pensó de
inmediato en Ibrahim y fue a su casa a pedirle que grabara con ellos.
Ferrer canta en el álbum Afro-Cuban All Stars, que fuera nominado para el Grammy, y en el álbum Buena Vista Social Club, ganador de un Grammy y más de 5 millones de copias vendidas. Buena Vista Social Club presenta a Ibrahim Ferrer, producido por Ry Cooder vendió un millón y medio de copias. Este disco demuestra sus formidables habilidades para improvisar ritmos y, lo que es más importante, su maestría del bolero: el más notable es Silencio, donde canta a dueto con Omara Portuondo.
Sacado de ecured.cu