2.01.2019

El más allá de los mapuches

A la llegada de los españoles, la zona conocida como Arauco o Araucanía, en el territorio austral de Sudamérica, era habitada por dos grandes pueblos: pehuenches y mapuches. Por eso, podemos decir que los mapuches son originalmente araucanos. El nombre mapuche proviene de su idioma, el mapudungun, en el que “mapu” significa "tierra", y “che” significa "gente", por tanto, mapuche quiere decir "gente de la tierra".

El pueblo mapuche es politeísta, pues cree en varios espíritus y dioses. Pero su dios principal y creador del universo y del hombre, es Pillán o Neguechén (o Ngenechén), palabra que se traduce generalmente como “Dios”.



Como consecuencia de la colonización, y después por la revolución industrial, los mapuches, igual que otros pueblos indígenas, fueron desplazados de sus tierras ancestrales originales, y un grupo mapuche se ubicó en el centro norte de la actual provincia de Buenos Aires, Argentina, en la ciudad de Los Toldos, donde viven más de 1300 familias que se identifican como la comunidad Epu Lafken.

Resulta muy interesante la visión de la muerte y el “más allá” de este pueblo. Y esto lo explica hasta en forma poética la autora del artículo de este link, Verónica Azpiroz Cleñan, miembro de la comunidad Epu Lafken, quien se refiere a la muerte de su abuela diciendo que “inició su viaje final al wenu mapu, al espacio azul.” Y agrega: “Dicen los antiguos que subió en su sulky, lleno de zapallos, camotes y sandías. En los bolsillos llevó muchas semillas. Entre ellas maíz y trigo para no pasar hambre.” Según Verónica, “Habrá gran asado de lechón y cordero estos cuatro días allá, porque eso le gustaba comer y seguramente algún pavito también.” Explica además que la transformación de su abuela en “espíritu puro” se completará en cuatro días, y que mientras tanto, “Espero escuchar el tue tue, para avisarme que ya llegó bien.” Dice que el espíritu de su abuela “volverá en los amaneceres y atardeceres luminosos, rodeado de cantos de grillos, ranas, calandrias, chajás, de teros y de zorros.” Y por mientras, “Nosotros en estos cuatro días de viaje de mi abuela al encuentro con sus ancestros, comeremos lo que a ella le gustaba […] Sin lágrimas, sin vacíos, sino con una profunda reflexión sobre los ciclos de la vida, los ciclos naturales que acompasamos con nuestra existencia…”

También me parece interesante que según Verónica, “No existe la palabra muerte en la lengua mapuche para describir ese estado en las personas. Cuando alguien muere, se dice ‘mapulugün’. Mapulugün es volverse territorio.” Y para ella su abuela “ya es territorio – vida.”

Pero por otra parte lamenta no poder enterrar a su abuela en el antiguo cementerio de su pueblo, que está en un terreno en disputa, y que las nuevas generaciones mapuches están perdiendo su identidad cultural, dejándose llevar por el cristianismo, como ella dice, con sus “Cruces al morir, y dolor al parir. Símbolos y creencias que se reproducen y se reproducen.” Y señala que “El otro gran rasgo de la evangelización es: el autoritarismo. La catolicidad es eso: la pretensión de universalizar una creencia y sus rituales por encima de las otras religiones y creencias.”


Cortesía del Viejon :