2.14.2019

Jueves de Lumbreras - El origen del amor





Donde reina el amor sobran las leyes. 

Platón 

Mis queridos cupidos, 

Permítanme iniciar este JL con la siguiente pregunta, ¿tienen algún amor platónico? ¿cuándo fue la primera vez que se enamoraron? 

Yo sí, en el sentido más platónico del amor, lo tuve hace ya algunos años. La recuerdo perfectamente, estudiábamos juntamos la primaria, ella era de tez blanca, cabello largo negro y ojos grandes. Estábamos por romper filas en honores: ¿me prestas tus guantes? Fue lo primero que me dijo, y sin responderle me los quité y se los di. Me sonrió. Avanzamos hacia el salón. Se sentó en una de las primeras bancas del salón y yo, casi a su lado; en el recreo me regresó los guantes y me regaló unos tatuajes de agua, de esos que venían de regalo en los chicles. Recuerdo que no me gustaban un carajo, igual me los puse y los tuve durante algunos días. Desde entonces nos juntábamos en el recreo a comer, nuestras pláticas se centraban sobre qué haríamos cuando nos casáramos y sobre la luna y cómo es que llegó el conejo allí. Y acabó, al año siguiente tuve que mudarme y nunca supe que fue de ella, pero la recuerdo así, como siempre, a mi lado, sonriendo mientras me revelaba como es que el conejo llegó a la luna. El único recuerdo que me queda de ella son sus historias sobre las estrellas, su compañía y esos tatuajes en mi brazo. Hay días en los que miro la Luna y me pregunto que habrá sido de ella. 



En fin. Amor platónico. ¿Cuántos de nosotros hemos escuchado esa frase? Pues bien, yo sé que siempre se han preguntado de donde proviene la misma y cuál es su verdadero sentido. Proviene, mis queridos e ilustres lectores, de entre una de las mejores obras escritas sobre el amor, "El Banquete", que sobresale por la magnificencia y elegancia con que se borda sobre tan bello sentimiento. Para Platón, el amor es algo consustancial a la vida, algo sin lo cual está carece de sentido. En el ser humano, vivir y amar son sentimientos estrechos e indisolubles. Curiosamente, Platón entreteje su concepción del amor en torno a Diotima, una filosofa y sacerdotisa contemporánea a él. 

Así, Platón narra (de nuevo, mediante la voz de Diotima) como es que se gesta el nacimiento del Dios del Amor, Eros: 

Cuando nació Afrodita, los dioses celebraron un banquete y, entre otros, estaba también Poros, el hijo de Metis. Después que terminaron de comer, vino a mendigar Penía, como era de esperar en una ocasión festiva, y estaba cerca de la puerta. Mientras, Poros, embriagado de néctar –pues aún no había vino–, entró en el jardín de Zeus y, entorpecido por la embriaguez, se durmió. Entonces Penía, maquinando, impulsada por su carencia de recursos, hacerse un hijo de Poros, se acuesta a su lado y concibió a Eros. Por esta razón, precisamente, es Eros también acompañante y escudero de Afrodita, al ser engendrado en la fiesta del nacimiento de la Diosa y al ser, a la vez, por naturaleza un amante de lo bello, dado que también Afrodita es bella. 

Siendo hijo, pues, de Poros y Penía, Eros se ha quedado con las siguientes características. En primer lugar, es siempre pobre, y lejos de ser delicado y bello, como cree la mayoría, es más bien duro y seco, descalzo y sin casa, duerme siempre en el suelo y descubierto, se acuesta a la intemperie en las puertas y al borde de los caminos, compañero siempre inseparable de la indigencia por tener la naturaleza de su madre. Pero, por otra parte, de acuerdo a la naturaleza de su padre, está al acecho de lo bello y de lo bueno; es valiente, audaz y activo, hábil cazador, siempre urdiendo alguna trama, ávido de sabiduría y rico en recursos, un amante del conocimiento a lo largo de toda su vida, un formidable mago, hechicero y sofista. No es por naturaleza ni inmortal ni mortal, sino que en el mismo día unas veces florece y vive, cuando está en la abundancia, y otras muere, pero recobra la vida de nuevo gracias a la naturaleza de su padre. Mas lo que consigue siempre se le escapa, de suerte que Eros nunca ni está falto de recursos ni es rico, y está, además, en el medio de la sabiduría y la ignorancia. 




En más de una ocasión, mi padre (de quien heredé la pasión por la literatura mitológica) confesó que originalmente deseaba llamarme precisamente así, Eros. Cuitas aparte, decidieron que siempre no, y heme aquí. Y bien, ¿qué me dicen sobre su amor platónico? Los leo, como siempre, con profundo interés. 



Atentamente, 

Su amigo, Bruno. 



PD. 

@Dra.Tripa: 



Tu cuerpo es mi patria 

rodeado de dos océanos 

y un hermoso horizonte 

y su paisaje son dos colinas 

y un valle fértil como 

su monte de Venus 

en donde ondea una bandera 

como su pelo del viento. 

Tu cuerpo es mi patria 

con sus preciosos yacimientos 

y agrestes desembocaduras 

como con su parque natural 

de los nevados y sus cascadas 

su jardín de orquídeas y corales 

sus ciénagas y arrecifes 

desiertos y santuarios 

de flora y estoraques. 

Tu cuerpo es mi patria 

que escribo y amo 

y sueño en esta página. 



@Xime: 



Mi lengua quema 

tu piel de durazno en 

el fuego lunar.