La mujer en la ventana tenía rato sin dormir, se ha levantado en un impulso harta de revolverse y pensar sin llegar a ningún lado, sin zapatos se ha parado frente a la ventana y ha corrido un poco la cortina, lo suficiente para ver las escasas y pálidas estrellas aún visibles en su cacho de cielo de ciudad.
La mujer en la ventana suspira y piensa si su soledad será eterna, abajo, un gato se ha sentado a media calle, levanta la cabeza y con un maullido la saluda, ella sonríe y regresa el saludo como si su bigotudo amigo pudiera escucharla, el gato maúlla con más fuerza, podría decirse que con desesperación, ella frunce el ceño extrañada, cuando siente el repentino calor de un aliento sobre su nuca, no alcanza a reaccionar, una mano le tapa la boca y la otra empuña el cuchillo letal.
La ventana solitaria no devuelve miradas a su amigo por las noches, sólo un triste ronroneo se escucha en la madrugada, y las pálidas estrellas ahora brillan para alguien más, las que aún son visibles en ese cacho de cielo de ciudad.
Besos,