Como andan, cacaricuates? Que tal de fiestas? Si agarraron la excusa del nacimiento del salvador para ponerse como placa de trailer? O son de los que respetan los días? Haiga como haiga sido, veo que han sobrevivido y están leyendo el post del miércoles, el cual esta dedicado a esas cosas que hacen que conozcamos mas a nuestro bello pais.
Y bueno, el dia de hoy les traigo este copypastazo el cual habla acerca de las tragedias que nos suceden precisamente durante estas fiestas, echenle una leida, a ver que les parece:
1. Ser esa persona en la fiesta de la oficina…
Porque siempre pasa. Todo es felicidad y sana convivencia hasta que de pronto se hace presente ese personaje, ese mismo que aparentaba estar totalmente sobrio hace cinco minutos y ahora le está diciendo al gerente que, con todo el respeto que se merece, es un soberano pendejo. Eventualmente va a querer bailar de cartoncito con quien se le ponga enfrente, le confesará su amor a Lupita la de recursos humanos e intentará prolongar la fiesta mientras va repartiendo verdades a diestra y siniestra. Si no recuerdas que esto haya ocurrido alguna vez, pero tampoco tienes recuerdos muy claros de la fiestas de fin de año… es momento de que pongas orden en tu vida.
2. La piñata vaciladora
Entre el pelo quemado por las velitas en la procesión y la variedad de accidentes con las luces de bengala, no cabe duda de que las posadas son fiestas bastante accidentadas. Pero la estrella de la celebración es definitivamente la piñata, patrocinadora de los grandes descalabros de la temporada. Una olla de barro suspendida a varios metros de altura y un montón de escuincles con los ojos vendados y mareados intentando romperla con un palo… ¿qué podría salir mal?
3. El complot de las luces navideñas
Este constituye uno de los grandes misterios del universo. Recuerdas claramente haber guardado de forma ordenada tus series navideñas en cajas y haber revisado que todas sirvieran antes de ponerlas en ese cajón que no se volvería abrir hasta este año. ¿Qué es lo que pasa en ese cajón? ¿Cómo es que las series se enredaron solas? ¿Por qué ninguna sirve? ¿Cómo es que esa serie nueva terminó toda enredada y fundida? Estas preguntas no tienen respuestas satisfactorias, pero puedes meditar al respecto mientras intentas desenredar esa única serie —obvio es la más enredada— que sobrevivió.
4. Lo peor del intercambio
Los típicos intercambios en la escuela. Seguro aún tienes presente el recuerdo de ir a elegir un regalo apropiado, la emoción de no saber qué te regalarían y quién te lo regalaría, siempre guardando la esperanza de haberle tocado a algún buen amigo tuyo. Pero llega el día del intercambio y… ¡hay una silla vacía en el salón! Albergas la esperanza de no haberle tocado al ausente, pero conforme los regalos van cambiando de manos, comienzas a entender que tu mala suerte no sabe de probabilidades. Nada aniquila el espíritu navideño de un alma joven como salir con las manos vacías del intercambio de la escuela.
5. El embotellamiento en el día de la virgencita
¿Sabes como se ven tres millones de personas? Los devotos a la virgencita llegan a la Ciudad de México cada año y las movilizaciones alcanzan su clímax el 11 de diciembre por la tarde. Te aseguro que no quieres ser esa persona a la que se le olvidó que día era y ahora se encuentra atrapada en su coche entre una marea de gente que no tiene la menor intención de disminuir.
6. La cena de Navidad y su variedad de platillos
La cena de Navidad es algo que suena muy bien en teoría, pero luego te enfrentas con cosas como los romeritos, que ponen en duda todo acto de buena voluntad. No digo que sean lo peor del mundo, pero como que unas hierbas con mole y camarones parecerían más un platillo que compras en el mercado un día que no tienes ganas de cocinar y no algo digno de una ocasión especial… y lo mismo pasa con el bacalao y la ensalada de manzana. Además del ponche, que adoro con todo mi corazón, ningún platillo típico navideño me genera mucha expectativa y estoy seguro de no ser el único mexicano que opina en este sentido.
7. El intento fallido de Guadalupe Reyes
Ese momento en el que te das cuenta que tu hígado ya no está para aguantar un mes de alcoholismo sostenido como pretexto del fin de año. De todas formas, la intención es lo que cuenta.
8. La báscula que no miente
Todavía te falta la rosca y los tamales y ya estás sufriendo con esos pantalones que te quedaban perfectamente en noviembre y que hoy están a dos del botonazo. ¿Vas a apelar nuevamente a los propósitos de Año Nuevo? Porque esos sí que te han servido en años anteriores, ¿verdad?
9. Los Reyes Magos renovando tu guardarropa
Levantarte un 6 de enero para darte cuenta que los Reyes Magos sí pasaron por tu casa, pero decidieron sólo dejarte ropa, es una de las peores decepciones a las que te puedes enfrentar en la infancia. Viajar a velocidades supersónicas ignorando las leyes de la física sólo para dejarte unos cuantos pares de calcetines parecería un gran desperdicio, pero supongo que son lujos que sólo entenderías si fueras un Rey Mago.
10. Que te toque el niño en la rosca
Sobre todo en reuniones de trabajo o con amigos, donde de verdad te van a obligar a cumplir con los tamales. Y acuérdate de apartarlos con tiempo si no quieres andar pasando penurias en pleno dos de febrero. ¡Dos de rajas para mí, por favor!