“Las
cicatrices tienen la virtud de demostrarnos que el pasado ha existido.”
Película “El dragón rojo”
Mis queridos parches de piel,
Permítanme iniciar este JL preguntándoles: ¿tienen cicatrices? ¿cuál es la historia
detrás de ellas?
Hace algunos días, releyendo subrayados de algunos mis
libros favoritos, me reencontré con un aforismo del genial Nobel de Literatura John
Maxwell (este es otro Maxwell) Coetzee escrito en "La Edad de Hierro" y que dice, a la letra, lo siguiente: “Las
cicatrices son sitios por donde el alma ha intentado marcharse y ha sido
obligada a volver, ha sido encerrada, cosida dentro”.
Dicen que la vida misma deja cicatrices, algunas del alma
y otras tantas físicas, pero todas ellas igual de dolorosas. Sobre estas últimas
y respondiendo la pregunta con que da inicio este fino post recuerdo como si
hubiesen pasado apenas unos días la historia de mi mayor cicatriz, de las pocas
físicas que tengo.
Tenía yo 8 años y vacacionaba con mi familia en
Guanajuato, recuerdo que nos habíamos hospedado en un pequeño pero acogedor
hostal. Lo primero que hicimos mi hermano y yo fue correr hacia la alberca, grande
y bajo techo, con el agua casi helada y de un azul intenso.
Nadábamos y jugábamos como lo haría cualquier niño de
nuestra edad cuando de un momento a otro sentí un escalofrío recorrerme todo el
cuerpo, una inefable sensación de extravío mezclada con un pasmo de dolor, miré
hacia abajo y vi una mancha de sangre expandirse en el fondo de la alberca.
Como pude salí y mi padre me acomodó en el camastro más cercano que había. Y allí
estaba, una herida que recorría toda la parte externa de mi pie izquierdo y de
la cual brotaba la sangre a borbotones. Todo lo demás fue muy nebuloso,
recuerdo que llegaron unos paramédicos y me pidieron que no viera mi herida
pues se alcanzaban a ver algunos músculos y nervios expuestos.
Después del dantesco espectáculo me indicó el médico lo
que había sucedido: la alberca funcionaba con una especie de bomba de aspas
metálicas y algún subnormal (seguramente de esos que casi no pululan en el
gaban) había olvidado volver a colocar la tapa y sellarla antes de hacerla
funcionar. Allí fue en donde metí el pie izquierdo. Afortunadamente, de aquella
anécdota no me queda más que una cicatriz que abarca una mayor parte de mi pie
siniestro.
Rememorando todo ello, recordé la existencia del tatuaje
reconstructivo como forma de brindar apoyo a las mujeres que han padecido
cáncer (aquí un reportaje de la BBC: ). Además de
dicha técnica, me he encontrado con una tendencia bastante interesante y de
resultados muy bien logrados: el tatuaje como forma de cubrir cicatrices. Sin
más, les comparto el qlo mi interesante hallazgo, algunas de ellas
verdaderas obras de arte:
Y bien, ¿qué me dicen sobre la pregunta que les he
planteado? Será para mí un placer orgásmico leer sus comentarios.
De pilón les dejo una foto de mi señora y su bonito
tatuaje que dice:
Art never comes from happiness
PD. @Xime Kimura & @Dra.Tripa, les mando a cada una
un beso bien tronado en su huesito de durazno.
@Bruno.