1.24.2019

Jueves de Lumbreras - Cicatrices y arte





“Las cicatrices tienen la virtud de demostrarnos que el pasado ha existido.”
Película “El dragón rojo”

Mis queridos parches de piel,

Permítanme iniciar este JL preguntándoles: ¿tienen cicatrices? ¿cuál es la historia detrás de ellas?

Hace algunos días, releyendo subrayados de algunos mis libros favoritos, me reencontré con un aforismo del genial Nobel de Literatura John Maxwell (este es otro Maxwell) Coetzee escrito en "La Edad de Hierro" y que dice, a la letra, lo siguiente: “Las cicatrices son sitios por donde el alma ha intentado marcharse y ha sido obligada a volver, ha sido encerrada, cosida dentro”.

Dicen que la vida misma deja cicatrices, algunas del alma y otras tantas físicas, pero todas ellas igual de dolorosas. Sobre estas últimas y respondiendo la pregunta con que da inicio este fino post recuerdo como si hubiesen pasado apenas unos días la historia de mi mayor cicatriz, de las pocas físicas que tengo.

Tenía yo 8 años y vacacionaba con mi familia en Guanajuato, recuerdo que nos habíamos hospedado en un pequeño pero acogedor hostal. Lo primero que hicimos mi hermano y yo fue correr hacia la alberca, grande y bajo techo, con el agua casi helada y de un azul intenso.

Nadábamos y jugábamos como lo haría cualquier niño de nuestra edad cuando de un momento a otro sentí un escalofrío recorrerme todo el cuerpo, una inefable sensación de extravío mezclada con un pasmo de dolor, miré hacia abajo y vi una mancha de sangre expandirse en el fondo de la alberca. Como pude salí y mi padre me acomodó en el camastro más cercano que había. Y allí estaba, una herida que recorría toda la parte externa de mi pie izquierdo y de la cual brotaba la sangre a borbotones. Todo lo demás fue muy nebuloso, recuerdo que llegaron unos paramédicos y me pidieron que no viera mi herida pues se alcanzaban a ver algunos músculos y nervios expuestos.

Después del dantesco espectáculo me indicó el médico lo que había sucedido: la alberca funcionaba con una especie de bomba de aspas metálicas y algún subnormal (seguramente de esos que casi no pululan en el gaban) había olvidado volver a colocar la tapa y sellarla antes de hacerla funcionar. Allí fue en donde metí el pie izquierdo. Afortunadamente, de aquella anécdota no me queda más que una cicatriz que abarca una mayor parte de mi pie siniestro.

Rememorando todo ello, recordé la existencia del tatuaje reconstructivo como forma de brindar apoyo a las mujeres que han padecido cáncer (aquí un reportaje de la BBC:  ). Además de dicha técnica, me he encontrado con una tendencia bastante interesante y de resultados muy bien logrados: el tatuaje como forma de cubrir cicatrices. Sin más, les comparto el qlo mi interesante hallazgo, algunas de ellas verdaderas obras de arte:










Y bien, ¿qué me dicen sobre la pregunta que les he planteado? Será para mí un placer orgásmico leer sus comentarios.

De pilón les dejo una foto de mi señora y su bonito tatuaje que dice:

Art never comes from happiness




PD. @Xime Kimura & @Dra.Tripa, les mando a cada una un beso bien tronado en su huesito de durazno.

@Bruno.