9.22.2022

MUSEO AMERICANO DE BARNUM: SIRENA DE FIJI

Esta gran, interesante y muy barata exhibición, en el salón Masonico, alberga la mas maravillosa curiosidad en el mundo, la sirena, y el ornitorrinco, el orangután…

Asi empezaba uno de los 10,000 panfletos con los que, en 1842, P. T. Barnum anunciaban la maravilla sin parangón que poseía, una sirena capturada en el Pacífico cuya hermosura dejaría la de cualquiera a la altura del bachapal.



Los pescadores en Japón y en las Indias Orientales habían construido durante mucho tiempo "híbridos" cosiendo los cuerpos superiores de los simios sobre los cuerpos de los peces. A veces eran usados con fines religiosos.

El capitán americano Samuel Barrett Edes compró la Sirena de Barnum de los marineros japoneses en 1822 por una cantidad de 6000 dólares. No teniendo fondos suficientes, Edes "tomó prestado" el capital de la cuenta de gastos del buque. Gracias al capitán Edes, la "sirena" fue exhibida en Londres en 1822 y anunciada en el periódico "The Mirror".

Después de la muerte del capitán Edes, su hijo tomó posesión de la "sirena" y la vendió en 1842 a Moses Kimball, propietario del Boston Museum, un museo que exhibía numerosas curiosidades y animales disecados. Kimball fue a Nueva York ese verano a conocer a su rival y llevó consigo la sirena de Fiyi para mostrarla a P. T. Barnum. Antes de aceptar la exhibición de la sirena de Fiyi, el afamado showman P.T. Barnum y proveedor de curiosidades hizo que la pieza fuera examinada por un naturalista. El naturalista, al notar los dientes y aletas de la "criatura", no pudo concebir como había sido hecha pero, al no creer en la existencia de las sirenas, se negó a autentificar el artefacto. A pesar de las dudas del naturalista, Barnum creyó que la reliquia atraería al público al museo. Kimball seguiría siendo el dueño único de la criatura mientras que Barnum lo alquiló por 12,50 dólares a la semana.

Haciendo honores a su reputación, el empresario envió varias cartas a los diarios de la época en las que aseguraba que «el famoso naturalista inglés doctor Griffin del —inexistente— Liceo de Historia Natural de Londres» traía consigo la Sirena. Después de algunos tiras y aflojas magistralmente elaborados, la de Fiyi fue expuesta al público en Broadway. De ahí, a su museo. Y se puso entonces en marcha el efecto contagioso del millonario mencionado con anterioridad.

Por cierto que ese doctor Griffin fue una identidad falsa de su abogado, astuto como él, que divagó y divagó entre sus supuestos viajes a tierras homéricas y sus cinematográficos conocimientos evolutivos.

¿Y cómo lucía? Horrible. La Sirena de Fiyi era medio mono cosido a la cola de un salmón. Boca abierta, mano izquierda junto al mentón y mano derecha apoyada en el carrillo. Un «arrugado y repugnante espécimen» momificado que causó repulsión en muchos visitantes que esperaban encontrarse con las hermosas criaturas que Barnum había dibujado en su propaganda.

Mientras era exhibida por P. T. Barnum, la sirena de Fiyi comenzó a crear controversia, especialmente en el Sur. Después de su debut, se perdió de vista. En la década de 1860, el museo de Barnum se incendió varias veces. Durante uno de esos incendios, el ejemplar exhibido en el museo supuestamente se perdió. Sin embargo, el concepto de sirena de Fiyi fue tan popularizado por Barnum, que desde entonces se ha copiado muchas veces en otras atracciones.

Hay controversia hoy sobre si la sirena de Fiyi realmente desapareció en el fuego o no. Muchos afirman tener el ejemplar original, pero el Museo Peabody de Arqueología y Etnología de la Universidad de Harvard tiene la mayor prueba de que su exhibición es el original real. No parece completamente la misma, pero tiene la misma nariz plana y los dientes descubiertos. Se piensa que el fuego pudo haber alterado la apariencia de la sirena y esa es la razón de que el aspecto de la misma no es exactamente igual al que tuvo en posesión de Barnum.