Imagina que todas las páginas de un diccionario hubiesen sido destruidas en una trituradora de papel y que tuvieras que reconstruir la obra.
Imagina que, además, las
miles de tiras de papel de ese diccionario estuvieran mezcladas con las de
otros miles de libros también triturados.
A esa montaña de papel
picado, échale encima una taza de café.
El resultado: una enorme
bola empastada que mezcla millones de letras, segmentos mínimos de un texto que
se ha vuelto ilegible, y las confunde dentro de sí.
¿Podrías rearmar el
diccionario?
Así describió el científico
sueco Svante Pääbo en el documental First
Peoples ("Primeros pueblos", de la cadena de televisión pública
estadounidense, PBS) la dificultad que implicaba para él, o para cualquier otra
persona, la reconstrucción del ADN del neandertal después de decenas de miles
de años extinto.
El paso del tiempo, la
corrosión de los posibles restos de estos humanos previos al homo sapiens,
la interacción con bacterias y hongos a lo largo de cientos de siglos y la
interacción con los humanos modernos hacían imposible volver a poner las piezas
en su lugar.
"Hay todo tipo de daño
en el ADN que puede hacer que determines secuencias incorrectas, especialmente
cuando comienzas con muy pocas moléculas, y también hay contaminación del ADN
humano que está en casi todas partes", escribió Pääbo en un artículo
publicado en 1989.
Pero Pääbo y su equipo lo
lograron, y gracias a ello obtuvo el lunes pasado el premio Nobel de Medicina
2022.
¿Cómo lo hizo?
Para comprender el proceso
que llevó a Pääbo, de 67 años, a la reconstrucción del genoma neandertal es
necesario remontarse hasta su adolescencia.
Cuando tenía 13 años, su
madre lo llevó de vacaciones a Egipto.
Allí quedó fascinado con la
cultura antigua del país y la arqueología, por lo que volvió convencido de que
quería convertirse en egiptólogo.
Cuando le llegó el momento
de comenzar la universidad, Pääbo entró a la Universidad de Upsala, 70
kilómetros al noroeste de Estocolmo, y comenzó la carrera de egiptología.
Sin embargo, después de dos
años se dio cuenta de que no era a lo que aspiraba en su vida. La carrera
estaba orientada hacia el estudio de la gramática de jeroglíficos, y él había
soñado con descubrir momias y pirámides.
"No era para nada lo
romántico y del tipo Indiana Jones que yo creía", le contó Pääbo hace unos
años a la BBC.
Fue por ello que se cambió a
medicina y luego estudió un doctorado en genética molecular, lo que lo llevó a
vincular su interés de la adolescencia con su campo profesional.
"Empecé a darme cuenta
de que teníamos todas estas tecnologías para clonar el ADN, pero nadie parecía
haberlo aplicado a los restos arqueológicos, en particular a las momias
egipcias", dijo Pääbo en un perfil suyo publicado por la Academia Nacional
de Ciencias de Estados Unidos.
De esta forma, podía
tener su propia máquina del tiempo genómico.
La inquietud lo condujo al
estudio del ADN de momias y, pocos años después, a mudarse a California para
investigar el ADN antiguo en la Universidad de Berkeley.
Luego siguió sus trabajos en
Múnich, Alemania, donde se dedicó a los mamuts y osos que vivían en las
cavernas.
Pese a las dificultades, no
solo no se dio por vencido sino que con el tiempo se propuso algo mucho más
ambicioso: descifrar el ADN neandertal y qué lo diferencia de los seres
humanos actuales.
Sin buscarlo, había creado
una nueva disciplina en la ciencia: la paleogenómica.
Restos óseos de 40.000 años
Pääbo fue contratado a fines
de la década de 1990 por el Instituto Max Planck para la Antropología Evolutiva
en Leipzig, Alemania.
Venía de trabajar sobre el
ADN mitocondrial de los neandertales y allí le ofrecían dar un salto
cualitativo: investigar el ADN núcleo.
"En el nuevo instituto,
Pääbo y su equipo mejoraron constantemente los métodos para aislar y analizar
el ADN de restos óseos arcaicos. El equipo de investigación aprovechó los
nuevos avances técnicos que hicieron que la secuenciación del ADN fuera muy
eficiente", dijo en un comunicado el Instituto Karolinska, encargado de
otorgar el Nobel de Medicina.
El estudio del genoma
neandertal tomó fragmentos de huesos de neandertales de hace unos 40.000
años que preservaban de buena manera el código del ADN.
Y un factor que colaboró en
que esto sucediera fue el canibalismo entre estos homínidos.
"Cuando analizamos las
muestras notamos que, con bastante frecuencia, tuvimos más éxito con fragmentos
de huesos que en realidad tenían marcas de cortes o que se habían roto
deliberadamente. Según los paleontólogos, eso sugería que estos individuos
habían sido comidos", le dijo Pääbo a la BBC.
"Si separas la carne de
estos pequeños trozos de hueso y los arrojas a la esquina de la caverna, donde
se secan rápidamente, tendrán menos actividad microbiana y se secarán mucho más
rápido", agregó.
"Tenemos que agradecer
al canibalismo por el éxito de nuestro proyecto sobre neandertales", dijo.
Pääbo empleó tecnología
moderna de secuenciación de ADN y creó laboratorios con altos estándares de
limpieza para evitar la contaminación de las muestras.
Luego, analizó millones de
fragmentos de ADN y utilizó técnicas estadísticas para aislarlos de genes que
eran contaminantes modernos.
Con ello, no solo
reconstruyó el ADN del neandertal sino que encontró vínculos entre su genoma y
el del humano moderno -lo que prueba que los homo sapiens tuvieron
relaciones sexuales y descendencia con neandertales- y, a su vez, descubrió
otra especie de homínidos que vivió príncipalmente en Asia: los denisovanos.
Una serie de descubrimientos
que impulsaron al meticuloso investigador sueco a recibir uno de los más
destacados reconocimientos internacionales.
¿Apoco no se imaginaron que algún
precursor de la vacuna contra el covid-19 iba a ganar el premio? ¿Será que no
se lo dan a creadores de productos comerciales inventados para solucionar
necesidades inventadas por los mismos que venden la solución? ¿Qué tiene que
decir al respecto el esquizo oficial del blog?
Pero bueno, ojalá esta
historia de éxito y perseverancia los inspire en esta semana y avancen en su
meta mensual, porque van muy atrasados. Saludos y que pasen una excelente
semana.