"Somos seres humanos, somos seres humanos y tenemos derechos. No es justo que nos traten así. Llevamos niños, no les importa; y tenemos mucho tiempo en México".
Génesis Parra, una mujer venezolana con un menor a hombros,
gritaba desesperada entre la muchedumbre.
La escena la grabó el diario La Verdad el 12 de marzo en el
puente internacional Paso del Norte, que une el municipio mexicano de Ciudad
Juárez con el estadounidense El Paso.
Fue el más reciente intento de cruce masivo en el punto de
la frontera entre México y EE.UU. que más sufre la presión migratoria, alentada
en parte por un rumor que circulaba en redes sociales.
La situación acabó con la Oficina de Aduanas y Protección
Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) cerrando el puente al tráfico de
peatones y con agentes con escudos antidisturbios repeliendo a los migrantes.
Pero fue quizá lo que dijo al día siguiente el alcalde de Ciudad Juárez, Cruz
Pérez Cuéllar, lo que mejor dejó patente la olla a presión que se ha vuelto la
zona.
"La verdad es que nuestro nivel de paciencia se está
agotando", afirmó en su comparecencia semanal. "Vamos a tener una
postura más fuerte en este sentido (con los migrantes varados sin poder cruzar
a EE.UU.), en cuidar la ciudad".
Esa tensión y desesperación, coindicen organizaciones y
expertos, es el trasfondo de la tragedia ocurrida en la noche de este lunes en
un centro de detención que el Instituto Nacional de Migración de México (INM)
tiene en el municipio fronterizo, donde por un incendio fallecieron al menos 39
personas y decenas resultaron heridas.
Flujo récord
No solo Ciudad Juárez-El Paso, toda la franja fronteriza
vive un flujo migratorio récord, y eso ha generado dolores de cabeza al
gobierno de Joe Biden pero también a México, convertido en una tensa sala de
contención.
Más de dos millones de personas fueron arrestadas tratando
de cruzar a territorio estadounidense el último año fiscal, que terminó el 30
de septiembre, un aumento del 24% con respecto al año anterior. Del total de
detenciones, cerca de 500.000 correspondieron a ciudadanos venezolanos, cubanos
y nicaragüenses.
"Me dijeron que si no mandaba dinero, lo iban a
sacrificar": el padre venezolano que lleva 7 meses buscando a su hijo que
desapareció en su ruta hacia EE.UU.
Y solo el pasado diciembre los agentes fronterizos
estadounidenses detuvieron a 251.483 personas, cinco veces más que ese mismo
mes en 2019.
Se trata de una vieja directiva que la administración Trump
resucitó en el contexto de la pandemia y que permite rechazar a ciudadanos
extranjeros sin permitirles solicitar asilo y que, a pesar de ser una de sus
principales promesas de campaña, el gobierno de Joe Biden no termina de
retirar.
Mientras, para atajar la crisis y tratar de reducir el
flujo, el presidente estadounidense ha lanzado una serie de planes, el último
de los cuales lo anunció el 5 de enero y entró en vigor al día siguiente.
Biden informó que EE.UU. permitiría la entrada cada mes de
hasta 30.000 migrantes de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela, pero que
endurecería las restricciones para aquellos que intentaran cruzar la frontera
con México sin la documentación necesaria.
La cuota se limita a quienes tengan un patrocinador
financiero que ya esté en EE.UU., hayan superado una verificación de
antecedentes y pasen una investigación de seguridad.
Y a su vez, México accedió a aceptar hasta a 30.000
migrantes al mes —de estos cuatro países— que intenten caminar o nadar para
cruzar la frontera hacia Estados Unidos y sean devueltos. Normalmente serían
enviados a sus países de origen, pero Washington no puede devolver fácilmente a
personas de esos países por diversas razones, entre ellas la relación
deteriorada que tiene con sus gobiernos.
"No se presenten en la frontera. Quédense donde están
y soliciten (el acceso) de forma legal", advirtió el mandatario
estadounidense.
La forma de hacerlo es a través de la aplicación CBP One,
que permite a los solicitantes de asilo programar una llegada a los puertos de
entrada a EE.UU. de Nogales (Arizona), Brownsville, Hidalgo, Laredo, Eagle Pass
y El Paso (Texas), Caléxico y San Isidro (California).
Y esa app se ha vuelto el último escollo de una larga
travesía para los miles de migrantes que están varados del lado mexicano en los
alrededores de esos pasos fronterizos, a donde llegaron con la esperanza de que
una posible derogación del Título 42 les permitiría por fin cruzar la línea y
pedir asilo en el país del norte.
"Llevamos tres meses tratando de usar la
aplicación", contaba Alián, otro de los que acudieron el 12 de marzo al
puente internacional Paso del Norte, con la mano apoyada en el hombro de su
hijo de 4 años.
"Lo intentamos cada día, y nada. Mientras, cuando
tenemos dinero rentamos donde dormir, cuando no, dormimos en la calle".
Testimonios como el suyo, de migrantes que se quejan que el
sistema se bloquea y que no consiguen cita, se repiten a lo largo de la
frontera; desde Reynosa, que colinda con la estadounidense Hidalgo, a
Matamoros, que linda con Brownsville.
"Algunos se levantan antes del amanecer y se van a
lugares donde creen que hay mejor conexión para intentarlo", le cuenta a
BBC Mundo el periodista Manuel Noctis sobre la situación en la ciudad
fronteriza mexicana en la que está radicado, Tijuana.
Y es que hay al día entre 700 y 800 citas disponiblespara
los ocho puertos de entrada, y las organizaciones que trabajan con migrantes
calculan que son más de 100.000 los que intentan conseguir una.
"Eso está llevando un mayor intento de cruces
irregulares por el río y a una saturación en los albergues", añade Noctis,
apuntando a una problemática común en otros municipios fronterizos.
Escalada de tensión
Pero quizá en ningún lugar es tan visible la aglomeración
como en Ciudad Juárez.
Muchos de los que vivían en el campamento de cientos de
carpas erigido junto a la valla fronteriza que las autoridades desmantelaron en
noviembre, la mayoría venezolanos, vagan ahora por el municipio.
"Están desesperados. Se quedaron sin dinero y muchos
venden paletas y flores o mendigan los cruces", le dice a BBC Mundo la
periodista local Itzel Aguilera.
Aunque decenas de ciudadanos se han solidarizado con ellos,
otros, alimentado por cierta retórica política, ven con desconfianza y hartazgo
su presencia, reconoce Aguilera.
"Ha llegado un momento crucial para poner un alto y
tener un punto de quiebre en este sentido", dijo el alcalde, apelando a
ese sentimiento, el 13 de marzo.
"Es fundamental, porque pueden afectar la economía de
la ciudad y a miles de juarenses y paseños, o de gente de Las Cruces, por
actividades como la que se vio el día de ayer, que son totalmente ajenas a la
realidad fronteriza", agregó.
Apuntó que hubo "algunas quejas" por la presencia
de hombres pidiendo en las calles y llamó a los ciudadanos a no darles dinero —
"algunos no quieren trabajar porque dicen 'en un crucero saco más'— , al
tiempo que anunciaba una postura más fuerte frente a lo que está ocurriendo.
Mientras, las investigaciones para esclarecer lo ocurrido este lunes en la Estancia Provisional de Ciudad Juárez continúan.
Varios testigos aseguraron a medios locales que el fuego
empezó en el área donde estaban los migrantes masculinos retenidos, por lo que
se sospecha que el fuego habría sido iniciado por los propios migrantes, algo
que refrendó el presidente Manuel López Obrador.
Las autoridades creen que los migrantes, que habían sido
detenidos en las calles de Ciudad Juárez el lunes por no contar con papeles,
querían que les dejaran salir del centro para evitar ser enviados a la frontera
sur de México.
Sacado de la bebece