En la década de 1840, la isla de Irlanda formaba parte del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda. Carecía de gobierno propio, aunque contaba con más de 100 escaños en el Parlamento británico.
"En la práctica, era una colonia de Reino
Unido", asegura Gaia Narciso, directora del Departamento de Economía de
Trinity College, de Dublín.
Kinealy coincide: "Irlanda había sido esencialmente
empobrecida y era una colonia de Gran Bretaña y las mejores tierras habían sido
dadas a los colonos, que en su mayoría eran protestantes ingleses y
escoceses".
"El 85% de la población nativa irlandesa era católica
y sobrevivía con muy poco, así fue como acabaron dependiendo tanto de la
papa", afirma. "Ningún otro país de Europa tenía una dependencia tan
alta de un solo tipo de cosecha".
La papa, originaria de Perú y llevada a Europa tras la
conquista de América, se volvió rápidamente el elemento esencial de la
dieta irlandesa.
En las décadas anteriores, la población de la isla de
Irlanda había crecido más que la de cualquier país de Europa Occidental, como
explicó el historiador económico irlandés Cormac Ó Gráda en un análisis al que
se puede acceder en la página web de la Sociedad de Historia Económica.
Si bien los irlandeses igualaban en casi un tercio a la
población de Gran Bretaña, apenas percibían dos quintos de sus
ingresos per cápita.
El tercio más pobre subsistía intercambiando mano de obra
por un pedazo de tierra donde poder cultivar. Y la mejor forma de sacar
provecho a ese limitado terreno era sembrar papa, un alimento muy completo
nutricionalmente y que no requería de mucho espacio para su cultivo y almacenamiento.
Hasta que, en 1845, una plaga de hongos que atacaba las
cosechas de papas se expandió por Europa.
"La plaga llegó de México. Lo raro que tenía era que
no podías ver por fuera si la planta estaba enferma o no. Recién al momento de
la cosecha, cuando sacabas la papa, veías que estaba podrida", explica
Gaia Narciso.
Así fue como, cosecha tras cosecha, los irlandeses iban
descubriendo que su principal fuente de alimentación se desvanecía.
Una penuria que duró más de un lustro y que explica porque
otro de los nombres que se da a este episodio histórico es el de la
"hambruna irlandesa de la papa".
Si bien las continuas pérdidas de cosechas de papa ya eran
en sí una gran tragedia para el pueblo irlandés, los historiadores coinciden en
que las acciones del gobierno británico, entonces en manos de los Whigs,
el antiguo Partido Liberal, amplificaron sus efectos.
La élite y la clase media británica de la época no
veían con buenos ojos las ayudas estatales para paliar la crisis, como
explicó en un artículo publicado por la BBC en 2017 el historiador James
Donnelly.
Él señala tres doctrinas económicas populares en aquella
época como las responsables de la falta de solidaridad: el laissez-faire,
la creencia protestante en la divina providencia y los
"enraizados" prejuicios étnicos contra los irlandeses
católicos.
El laissez-faire o "dejar hacer" es una corriente
que se opone a que los gobiernos interfieran en la economía de un país y que
defiende que, sin estas intervenciones, las fuerzas del mercado serán los suficientemente
libres para alcanzar el equilibrio por sí solas.
"Así que el gobierno británico no quiso traer comida
ni impedir que esta saliera del país", explica Christine Kinealy.
"Eso fue desastroso porque grandes cantidades de
alimentos salieron de Irlanda mientras que el país se moría de hambre
literalmente por esa creencia de que el mercado se autorregularía, lo cual
no sucede ni sucedió".
Como explica Donnelly, bajo esta doctrina el gobierno
británico rechazó medidas como prohibir la exportación de granos en
Irlanda, que podrían haber servido para alimentar a la
población local.
Pero, ante la cantidad de muertes, había que hacer algo así
que entre 1846 y 1847, el gobierno invirtió en obras públicas para crear
empleos en una medida que no solo no duró sino que solo proveyó a unos pocos de
salarios insuficientes.
"El problema era que la gente estaba debilitada porque
no tenía acceso a comida y tenía que hacer estos trabajos pesados. Además, los
salarios eran extremadamente bajos… Fue un total fracaso en términos de
organización", afirma Narciso.
"Eran trabajos físicos duros 12 horas al día, seis
días a la semana, para ganar salarios muy bajos. Había mucha hambruna porque
los sueldos eran muy bajos y los precios de la comida muy altos…", asegura
Kinealy.
"Para finales de 1846, ya estábamos viendo una
mortalidad en masa en Irlanda".
La medida no duró más que un invierno y
fue reemplazada con los comedores populares, que en el verano de 1847
llegaron a alimentar a tres millones de personas.
Pero este esquema apenas duró seis meses y, según Donnelly,
el motivo fue una vez más el laissez-faire.
"La idea de alimentar directamente a una gran
proporción de la población irlandesa violaba todas las preciadas nociones de
los Whigs de cómo un gobierno y una sociedad deben funcionar", escribió
Donnelly.
Para ser coherentes con el laissez-faire, el gobierno
también se negó a facilitar la emigración de irlandeses.
"En ese sentido, el virrey irlandés de hecho propuso
limpiar la provincia occidental de Connacht de los 400.000 pequeños
agricultores empobrecidos que eran demasiado pobres para emigrar por su
cuenta”, dijo Donnelly.
"Pero la mayoría del gabinete de ministros Whigs vio
poca importancia a gastar dinero público para acelerar un proceso que ya se
estaba llevando a cabo ‘de manera privada’ a gran ritmo".
Asilos para pobres
Una vez fueron cerrados los comedores populares, a los más
necesitados no les quedó más que recurrir a las workhouses o asilos
para pobres.
"No son un lugar al que uno quiera ir", explica
Narciso. "Estaban superpoblados. Ir a un asilo de pobres era el
último recurso".
Los asilos para pobres han sido descritos como una de las
instituciones más tenebrosas de Irlanda. La gente sin recursos acudía a ellos
en busca de comida y techo a cambio de trabajo.
Una vez dentro, las familias eran separadas y las
condiciones de vida eran lo suficientemente desagradables para fomentar que la
gente quisiera irse y evitar así que estos lugares acabaran abarrotados.
Aún así, estos asilos alcanzaron su capacidad máxima
aquel 1847. A partir de entonces, se convirtieron en la única forma de
asistencia pública en Irlanda.
Al laissez-faire se sumó, según Donnelly, la creencia que
había en Gran Bretaña de que la hambruna en Irlanda era un castigo divino, un
acto de providencia para librar a los irlandeses de un régimen agrario que
los británicos veían como ineficiente y abusivo.
"Según las autoridades británicas de la época, el funcionamiento
de la divina providencia se revelaba en las operaciones sin restricciones de la
economía de mercado y, por lo tanto, era malo interferir con su correcto
funcionamiento", escribió Donnelly en su artículo.
Por último, están los prejuicios contra los irlandeses que
había en Gran Bretaña.
"Todas las decisiones que concernían a Irlanda venían
de Londres, y la gente que gobernaba Irlanda en aquella época no era muy
solidaria", afirma Kinealy. "Creían que los irlandeses eran
ociosos y que eran pobres porque eran ociosos".
"Si se daba mucha ayuda, habría más hambrunas. Así que
había una idea de que ‘No puedes ser muy generoso porque eso solo crearía
dificultades de dependencia y las cosas nunca mejorarían".
En opinión de la experta: "Las decisiones que se
tomaron en Londres y el tipo de ayuda que se dio a los pobres irlandeses, en
cierta forma, exacerbaron los problemas y no trajeron ayuda a la gente".
La hambruna solo se resolvió cuando la plaga acabó, algo
que, en algunas zonas de Irlanda, no se dio hasta 1851.
"Irlanda nunca se recuperó de esa pérdida de
población", asegura Kinealy.
Antes de la hambruna, 8,5 millones de personas vivían en la
isla de Irlanda. Un número que, incluso hoy en día, no se ha vuelto a alcanzar.
En la actualidad, Irlanda del Norte, que pertenece a Reino
Unido, cuenta con cerca de 1,9 millones de habitantes y la República de Irlanda
no llega a los 5 millones.
El legado de esta experiencia traumática se ve aún
tanto en la demografía actual de la isla como en aquellas donaciones de
irlandeses en GoFundMe para las poblaciones nativo americanas que más sufren la
pandemia de covid-19.
Pero va incluso más allá, como explica Gaia Narciso, que
dirige una investigación para establecer la relación entre la hambruna y los
movimientos que consiguieron la independencia de la República de Irlanda en
1921.
"Lo que encontramos es que la gente
cuyas familias habían estado más expuestas a la hambruna resultaron los
que tenían más probabilidades de rebelarse contra el mando británico 70
años después".
Para ella, la lección que deja es que en momentos de crisis
es que "lo importante es proveer ayudas" a quienes más lo necesitan.
"Felizmente, en la actualidad, la respuesta ha sido la
opuesta a la que vimos en el siglo XVIII".
Sacado de la bbc