La salsa tiene como uno de sus grandes referentes a Héctor Juan Pérez Martínez, mejor conocido como Héctor Lavoe, quien nació un día 30 de septiembre de 1946 en el municipio de Ponce, el segundo más grande de Puerto Rico.
Aunque su vida, que terminó el 29 de junio de 1993 en un
hospital de Nueva York tras varios años luchando contra el sida, no fue
fácil, pues desde pequeño enfrentó situaciones trágicas que acabaron
reflejándose en sus canciones.
El pequeño Héctor, uno de los 8 hijos de Francisca Martínez
y Luis Pérez, nació en una familia humilde, pero esto no fue su gran desafío de
la infancia, sino la muerte de su madre cuando él tenía 7 años.
Para sobrellevar la pérdida, Pérez Martínez se introdujo en
la música; influenciado por su padre, quien era parte de agrupaciones locales,
comenzó a escuchar a voces como Odilio González, Cheo Feliciano y Daniel
Santos. Posteriormente tomó clases de saxofón, pero se dio cuenta que lo suyo
era tener el micrófono frente a la boca.
Tras unirse a un grupo musical y cantar en diversos bares
de la isla caribeña, Héctor decidió que tenía que probar fortuna en Estados
Unidos. Esta idea no fue del agrado de su progenitor, pero él se empecinó y, a
principios de los años 60, sin haber cumplido 18 años, llegó a Nueva
York.
Para el tiempo en que Lavoe desembarcó a La Gran Manzana, las orquestas de Tito Puente, Tito Rodríguez, Willie Rosario y Machito eran los platos fuertes de los clubes Palladium, Cheetah y Copacabana. Igualmente, las agrupaciones de Willie Colón, Bobby Valentín, además de otros cantantes como Ismael Rivera e Ismael Miranda, se presentaban en esos sitios.
Pintor, mesero y conserje fueron algunos de los primeros
trabajos de Héctor en la ciudad estadunidense, hasta que en 1966 se alió con
Willie Colón para formar uno de los dúos más grandes en la historia de la
música latina; de esta hermandad musical surgieron discos como La gran fuga, Lo
mato, El Juicio y los dos volúmenes de Asalto navideño.
Pero tras el éxito de los años 70, vino el trago amargo de los 80, pues en esta década - especialmente en 1987 - 'El Cantante' atravesó situaciones que acabaron ensombreciendo su alegría. Primero, el incendio en su departamento en Queens que lo obligó a saltar por la ventana y sufrir varias lesiones. Luego aconteció el asesinato de su suegra, Gina de Román, a la que quería como una madre. Además, su padre falleció en ese entonces. Pero lo que colmó el ánimo del puertorriqueño fue la muerte de su hijo, Héctor Pérez Jr., cuando por error uno de sus amigos accionó un revólver.
Pero las penas no pararon para Lavoe, pues pronto descubrió
que tenía VIH debido al uso de jeringas compartidas para inyectarse
drogas. Devastado sentimentalmente y con varios contratos por cumplir, el
cantante fue menguado, al grado de que sus últimos conciertos los ofreció
sentado y con problemas para hablar.
Hasta que el 29 de junio de 1993, a causa de las
complicaciones provocadas por el sida, Lavoe, con 46 años, se apagó. Pero
surgió su leyenda, que lo tiene como una voz esencial para las celebraciones de
toda Latinoamérica.
Sacado de mileño punto com