2.28.2020

No hay fe ni oraciones que resuelvan los problemas reales

El falso poder de la fe religiosa y la oración han quedado plenamente demostrados con la actual epidemia de coronavirus Covid-19. Ningún líder religioso ha dado muestras de poder controlarlo de ninguna forma, y mucho menos viajando a la ciudad china de Wuhan, lugar donde todo comenzó. Ningún religioso de ninguna secta se ha ofrecido como voluntario para atender allá a los necesitados. Como de costumbre, lo único que han ofrecido son pensamientos y oraciones, que obviamente no sirven para nada.





Al enterarse del problema, el Papa Francisco se limitó a pedir en oración que los chinos encuentren curación [1], mientras que el pastor estadunidense Rick Wiles se limitó a afirmar que la plaga fue enviada por “Dios” para “purgar el pecado de este planeta", sobre todo por culpa de los padres de “niños transgénero” [2], y a aconsejar al presidente chino Xi Jinping que le entregue su corazón a Cristo para que la plaga se detenga [3]. Por su parte el televangelista Jim Bakker, lo que ha hecho es aprovechar la oportunidad para vender falsas curas [4]… Y la mayoría de pastores ha preferido guardar un prudente silencio. ¿Qué pasó con todos esos sanadores por la fe que hacen shows por sus canales de televisión y en sus mega-iglesias?

Se ha puesto en evidencia además el fraudulento poder de los autodenominados “profetas”, que no pudieron prever y advertir a la humanidad que esto ocurriría, por lo menos para que estuviéramos preparados. ¡Claro!, como siempre, ahora harán sus “predicciones” a posteriori, interpretando frases ambiguas de la Biblia.

¿Qué clase de “líderes” tienen los religiosos? ¿Para qué les sirven en la práctica? ¿Qué pueden hacer estos charlatanes cuando sus “palabras bonitas” quedan evidenciadas como inútiles? ¿Qué pueden hacer si ellos mismos han mostrado vulnerabilidad e impotencia ante el virus?

Lo único que han podido hacer los líderes religiosos es tomar precauciones dictadas por el conocimiento científico: la Iglesia italiana se ha declarado en alerta, y «En algunos Obispados se han vaciado las pilas de agua bendita, anulado el saludo de paz y suspendido actividades públicas y sacramentos como la confirmación.» Y el obispo de Piacenza, Gianni Ambrosio, ordenó «“la suspensión del catecismo, de las actividades de grupo y de otras ocasiones agregativas (actividades oratorias, fiestas...)", pidiendo que “la comunión se distribuya sólo en la mano y se evite el intercambio de la paz".» [5]

Pero nada de esto, ni siquiera su “contacto directo con la divinidad”, impidió que al Papa le diera un resfriado que lo obligó a cancelar un encuentro con los curas de la diócesis de Roma [6].

Y por su parte entre los musulmanes, las autoridades de Arabia Saudí decidieron suspender la entrada de peregrinos a La Meca por el peligro del coronavirus [7].

Sin embargo, en Corea del Sur, donde las infecciones confirmadas de coronavirus no superaban los 30 casos, de pronto aumentaron en un 2,000% en una semana a partir del 17 de febrero, cuando apareció el caso 31 en una clínica de salud en Daegu, a unos 150 kilómetros al sur de la capital. Se trata de una mujer no identificada de 61 años, miembro de la Iglesia Cristiana de Jesús Shincheonji, quien había asistido durante los 10 días anteriores a dos cultos de adoración con al menos otros 1,000 miembros de su secta. Allí infectó a más de cien “hermanos en Cristo”, sin que hubiera poder divino que lo evitara [8]. El líder de la secta, Lee Man-hee, de 88 años, afirma ser un profeta inmortal enviado por Jesucristo, y les ha hecho creer a sus seguidores que los últimos tiempos están cerca, y que nuestro cuerpo físico no es tan importante, por lo que aunque estés enfermo tienes que ir a la iglesia, porque eso “te da la palabra de vida”. Las reuniones de esta secta se realizan en espacios cerrados muy concurridos, con contacto físico permanente [9].

¿No sería más efectivo que la OMS recomendara hasta nueva orden, la cancelación de todos los rituales y reuniones religiosos?

La mentira y charlatanería han quedado plenamente demostradas, no sólo en los líderes religiosos sino en sus libros sagrados. La Biblia por ejemplo afirma:
- “Jehová es mi pastor; nada me faltará.” (Salmo 23: 1) “… No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo.” (Salmo 23: 4)
- “No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada.” (Salmo 91: 10)
- “… tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” (Marcos 16: 18)

¿Qué pasó entonces?… ¿Y no proporcionan la Biblia o el Corán alguna solución “divina” para este tipo de males (que no sea “arrepentirse de los pecados)?

¿No se dan cuenta del fraude los creyentes?

Fuente : aca