La misma semana que te dijeron
que tu mamá se estaba muriendo,
también te diste cuenta
de que estabas perdidamente enamorado.
Es como cuando ayer en la mañana
vi que había un operativo en la colonia de al lado,
y en la noche, al regresar del trabajo,
vi varias camionetas que bloqueaban la avenida.
Y yo pensé que probablemente seguía el operativo,
y que la cosa se había complicado.
¡¡Pero era la feria!!
Que se estaba instalando.
(Papas y juego del dragón bajo las estrellas de la Doctores)
Y es que siempre es así.
Amor y muerte comparten el mismo mundo
y no parece que estén tan lejos el uno del otro.
La Tierra se derrite y no deja de crecer en todo momento.
Y besar a alguien después de tener sexo
me hace pensar vagamente en el fin.
Ahora el acontecimiento de la muerte de tu madre
te hace pensar
en que es urgente declarar tu amor.
Es raro, ¿no?
Sin embargo, se entiende por completo.
La luz entra a los cuartos como avisando que todo está protegido.
La noche abre siempre todas las puertas.
Yo vi cuando volviste del psicólogo
acompañado de la chica de la que estabas enamorado
y con un helado azul en las manos.
Y sentí mucha ternura.
Por los psicólogos.
Por las amigas.
Por los señores que venden helados.
Pero especialmente por ti.
Que sigues creciendo como un dj set que nunca termina
siempre con nuevos clímax
lleno de luz.
O el carrito de un juego mecánico en el que vamos juntos
y sube hasta el espacio
lleno de luz.
(A eso rojo y brillante que atravesaba el cielo
también lo llamaron los dinosaurios, amor)