1.27.2020

El Oscar de Kobe Bryant y el poder para transformarnos a nosotros mismos

El 29 de noviembre de 2015 Kobe Bryant publicó un breve texto en el sitio deportivo The Players’ Tribune que da voz a los deportistas profesionales que quieren expresarse sin que la prensa intervenga. No era la primera vez que lo hacía, pero en esta ocasión el texto era distinto.




Kobe no hablaba de su inspiración para jugar basquetbol. Tampoco de cómo se sentía después de una cirugía, ni del lejano día en el que dudó si en verdad tenía talento para el juego.
No. El texto iniciaba con una frase sencilla: Querido basquetbol. Se trataba de una sentida carta al deporte que lo cautivó desde niño y al que decidió dedicar su vida.
Un poema de amor al juego.
La declaración de una pasión sin culpas ni remordimientos.
La entrega absoluta a una actividad y más que eso, la confesión del deseo salvaje de un niño de seis años por cumplir sus sueños.
Pero también un testimonio de humildad y reconocimiento. Porque, aunque la pasión siguiera ahí su cuerpo poco a poco se va haciendo viejo.
En el texto Kobe Bryant dejaba ver que había tomado una decisión: por doloroso que fuera era tiempo de dejar el basquetbol atrás.

En el nombre del sueño

Un buen día Kobe Bryant despertó siendo un jugador retirado. Atrás quedaron los arduos entrenamientos, las pretemporadas, los partidos lejos de casa, la emoción de los playoffs. Los Lakers de Los Ángeles serían por siempre su único equipo. Ese con el que ganó cinco títulos.
El basquetbol había quedado atrás, pero eso no significaba que el hombre tuviera que resignarse a una vida sin metas. Mucho tiempo antes de su retiro Kobe había empezado ya a visualizar ese momento y a recordar los demás sueños: esos opacados por el basquetbol, pero que ahora brillaban de nuevo.
El storytelling era uno de ellos. Kobe quería contar historias y estaba dispuesto a hacerlo. La reacción a su texto en The Players’ Tribune había sido positiva y comenzó a jugar con la idea de trasladarlo a un medio audiovisual.
Años atrás, mientras aún jugaba, Kobe buscó al mítico compositor de la música de La Guerra de las Galaxias, John Williams para aprender de él las técnicas para dirigir a una orquesta y tratar de aplicarlas en el baloncesto. Entre ellos surgió la amistad y cuando el ex basquetbolista le contó su proyecto, Williams quiso participar en él.
Además, Bryant le pidió a Glen Keane, un animador retirado responsable de darle vida a Aladdin, a la Bestia y a Tarzán que hiciera los dibujos para el proyecto. El veterano dibujante, salido recientemente de Disney, buscaba también un proyecto que le diera sentido a su vida. Él propuso hacer la animación en 2-D, sin utilizar computadoras y dándole a los dibujos un estilo de bosquejo a lápiz.
Cuando la pasión de los tres hombres se conjuntó el proyecto comenzó a tomar forma.

Sin miedo al fin

El domingo 4 de marzo de 2018 Bryant se convirtió en el primer basquetbolista profesional en ganar un Oscar. Dear Basketball se llevó el premio a Mejor cortometraje animado. Al recibir su premio al lado de Kobe Bryant, Glen Keane dijo: “Gracias Kobe por escribir Dear Basketball. Es un mensaje para todos nosotros. Sin importar la forma que tome tu sueño es a través de la pasión y la perseverancia que lo imposible se hace posible…”.





Porque en realidad el corto de Kobe no habla de un solo deporte, ni de un solo niño. Habla del esfuerzo, de la perseverancia y del valor que se requiere dejar atrás esa versión ya definida de nosotros mismos. De enfrentarnos a ese momento llamado fin que puede también ser el principio.
Para perseguir nuevos sueños. Para seguir vivos. Para redefinirnos.  

C&P de aca

La noticia de la muerte de Kobe Bryant, padre de 4 mujeres, una de ellas fallecio con el en el acdidente, es solo un recordatorio de lo fragil que es la vida, de como todo puede cambiar de un momento a otro, que la vida no es eterna y que lo unico que tenemos es este momento.
Distruten su vida, a la gente que quieren; abracen a sus hijos, y siempre diganles cuanto los aman, no le den importancia a lo que no la tiene, estamos contentos porque estamos, porque mañana no sabemos.

-Brion