Buenos dias chavos, el dia de hoy les traemos la historia detras de camaras de una de las películas más conocidas en la historia del cine: El mago de oz.
El mago de Oz es una película musical, fantástica,
estadounidense, de 1939, producida por Metro-Goldwyn-Mayer (aunque ahora Time
Warner posee los derechos de la película), y protagonizada por Judy Garland,
Frank Morgan, Ray Bolger, Jack Haley, Bert Lahr, Billie Burke y Margaret
Hamilton. En la actualidad, es considerada una película de culto, a pesar de su
proyecto inicial como fábula cinematográfica infantil.
La película está basada asimismo en la novela infantil El
maravilloso mago de Oz, de L. Frank Baum, en la cual una niña estadounidense es
arrastrada por un tornado en el estado de Kansas hasta una tierra de fantasía
donde habitan brujas buenas y malas, un espantapájaros que habla, un león
cobarde, un hombre de hojalata y otros seres extraordinarios.
Lo que parecía destinado a ser un cuento de hadas terminó
convertido en uno más propio de los hermanos Grimm.
Buddy Ebsen fue el primer Hombre de Hojalata, pero sufrió el destierro del estudio tras contaminarse con el maquillaje. Víctima de una reacción alérgica al polvo de aluminio que se utilizaba para caracterizarlo, se le colapsaron los pulmones y a punto estuvo de no contarlo. En lugar de preocupación, la empresa le dio un portazo. Ebsen, cuya voz sigue en la canción «We’re off to see the wizard», consideró la afrenta como la mayor humillación de su trayectoria profesional, tal y como cuenta el crítico e historiador cinematográfico Joaquín Vallet en el libro colectivo de «El mago de Oz». Jack Haley le sustituyó, aunque la MGM se limitó a cambiar el material del maquillaje por pasta de aluminio y no le contó nada. «La gente me dice: "Debe haber sido divertido hacer el mago de Oz". Fue tan divertido como el infierno. Fue mucho trabajo duro», llegó a decir Haley.
El traje de Bert Lahr, el León cobarde, casi fue peor que el maquillaje del Hombre de Hojalata. Pesaba cuarenta kilos y estaba hecho con piel de león real, que incrementaba la ya de por sí elevada temperatura. El actor empapaba de sudor el traje después de cada exigente jornada de rodaje, por lo que el estudio destinó a unos empleados para secarlo cada noche. A pesar de que se lavó en seco varias veces, el olor que desprendía el disfraz era insoportable. No mejoraba tampoco su opinión de los Munchkins, esos que acosaron a la joven protagonista y, según Lahr, «se ganaban la vida mendigando y prostituyéndose. Por lo general andaban armados con navajas», recoge Víctor Matellano en su libro «El mago de Oz. Secretos más allá del arcoíris» (Lumiére Pigmalión).
Pero sin duda la más perjudicada fue Margaret Hamilton, que
interpretó a las brujas de Oz. Tuvo que pintarse la cara de verde, un
maquillaje que resultó ser tóxico y le duró meses después de terminar el
rodaje. Su parte de lesiones engrosó la larga lista de despropósitos del
rodaje, en este caso por quemaduras de segundo y tercer grado cuando se quedó
atrapada en un mecanismo al activarse el estallido del fuego. El maquillaje
verde se calentó con el efecto y… ya se sabe. La actriz casi se desmaya por el
terrible dolor que le provocó el disolvente de acetona con el que le quitaron
el maquillaje. Ya recuperada, la mala suerte volvió a cebarse con ella cuando
le explotó uno de los efectos de su escoba y... se quemó en las piernas. Estuvo
casi ocho semanas de baja.
Judy Garland, la joven niña prodigio, creció de aceleradamente a base de golpes, como las bofetadas de alguno de los seis directores de la película para que no se riera durante las escenas. Tenía 16 años, pero su Dorothy debía aparentar doce. Por entonces ya era adicta a las pastillas, que la MGM le proporcionaba para no afectar el exigente rodaje: anfetaminas de día para aguantar despierta, barbitúricos de noche para descansar.
La
obligaron a utilizar ajustados corsés y gasas para disimular el pecho; sufrió
acoso sexual durante el filme, donde su doble y entrenadora personal, Barbara
Bobbie Koshay, la espiaba por orden del estudio. Vestida de azul y con sus
cotizados chapines de rubíes, Garland sufrió el azote de Louis B. Mayer, que
acentuó su inseguridad al llamarla «mi pequeña jorobada» durante el rodaje de
la película, uno de los grandes logros del technicolor.
Sacado de abs punto es y de wikipedia.