11.27.2017

Las horas nalga y el cerebro de atole





via: Pictoline



¿Cómo es que un país que trabaja tantas horas sea tan poco productivo? Eso, mis queridos niños de la favela solo se puede explicar de una manera, el famoso y tan reconocido término horas nalgas, refiriéndose así a horas de tiempo perdido en el trabajo sin hacer nada, técnicamente son horas no trabajadas pero remuneradas. Y es que, en eso, como país, somos líderes. Patrones que buscan maximizar las 48 horas que marca la Ley Federal de Trabajo, por otro lado, godínez en grupos de ocio discutiendo qué marca de café es mejor, cuántas horas tuvieron que hacer en el transporte, quejándose de sus jefes, de las novedades en el catálogo del tupper, pláticas huecas, sin sentido, intrascendentes (como aquí, pero el tema es que en tu oficina sí te pagan por estar pendejeando). La mayoría de godinitas utiliza este tiempo de espera para salir en cosas que no demanden gran capacidad de concentración, de análisis o de juicio crítico; navegar en las redes sociales, hablar y chatear por teléfono o bien ocupándose de asuntos personales. Pero “yo ya pinches acabé mi trabajo, ya puedo hacer lo que quiera a fin de cuentas estoy siendo productivo”,  responderá usted mi querido robalonches, y justo aquí está el problema; reza un sabio dicho budista: lo que no se mueve se estanca, y lo que se estanca se pudre, lo que se pudre se muere, justo esto sucede con la mente del oficinista que se instala frente a su computadora o su celular y brinca de un tema a otro, de una noticia a otro, de un blog a otro (lo siento, no pude soportar la tentación) y ¿cómo esto afecta tu vida? Es simple, impacta en el centro de toma de decisiones, tu cerebro. Y es que las investigaciones lo constatan, un cerebro poco atento divagará entre un tema y otro sin poder puntualizar nada, y aquí la capacidad de concretar no se circunscribe solo al trabajo de oficina, se extiende a todas las áreas de la vida, léase, la salud, las finanzas, el sexo, la alimentación, el autocuidado, el desarrollo personal y profesional … una lista infinita, y aquí es cuando el cerebro se hace atole. ¿El antídoto? Enfocar la atención durante las horas de trabajo en las que no hay “mucho por hacer”.


Aquí te presento tres alternativas simples, fáciles y baratas, así como te gustan las cosas, para que el tiempo muerto enriquezca tu calidad de vida, más allá de las horas de tu tiempo que le vendes a tu oficina:


1.- Lee un libro: Sí, lee, se ha comprobado que la lectura enriquece la capacidad de atención, mantiene e incrementa la memoria y mejora el acervo. Lee un libro de papel, aléjate en la medida de lo posible de lo electrónico.


2.- Invierte en una buena silla: Si eres como una gran mayoría de los oficinistas del país que tienen la silla heredada de quién ocupó su puesto años atrás, o eres víctima del presupuesto y las decisiones de la RH en turno y tienes algo bonito, pero poco cómodo no solo tu cuerpo, sino tu mente pagará esa factura. La deficiente ergonomía en sillas y mesas de trabajo, así como una pésima ubicación de computadoras y permanencia prolongada en una misma postura traen como consecuencia un incremento de lesiones biomecánicas, músculo-esqueléticas, incomodidad y excesiva carga física y mental. Adapta tu cubículo.


 



3.- Medita: Pero ¿cómo hacerlo, mi amada pandita tibetana? Se preguntará usted, mi adorable lector. ¿Has visto en las películas que los que meditan usan velas, incienso y mantras? Ah, pues bien simple, es una manera de estabilizar la atención, y justamente de eso se trata la meditación, de ubicarla en el aquí y el ahora. ¿Cómo meditar dentro de la oficina? Colorear, escribir a mano una nota, jugar con un jardín de arena, todo eso es una forma bonita y practica de mantener la mente en este momento, en este lugar.


Ser godínez no significa vivir feo, sin embargo, no prestar atención a la manera en la que se vive es algo común en los gutierritos de este siglo.


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L.