2.09.2023

El tío Pedro

 


Yo trabajo en un subway para poder pagarme mis propias cosas (No me gusta pedir dinero a mis papás). Hace dos semanas, de la nada, llegó este señor, preguntándome en cuanto sale el subway más barato, ya que no tenía mucho dinero para comer, por que el señor no tenía trabajo por su avanzada edad. Me dijo que para cual pancito (Le dice pancitos a los subways) le alcanzaba con ese dinero. Me dio un puño de monedas de a peso, y tenía en total 15 pesos, por lo cual le regresé su dinero y le dije que la casa invitaba, que no había problema, así que les dije a mis compañeros y tomé de las propinas los 35$ que cuesta el subway más barato. Comencé a prepararlo y no dejaba de tener una sonrisa y decirme que gracias, que Dios me lo iba a agradecer y recompensar, a lo cual le contestaba que no era nada, mientras el señor terminaba de decirme qué vegetales ponerle a su subway. Al final se fue y me agradeció y me dio la mano.

Hoy, en la mañana entré a las 8:00 AM y el señor estaba afuera sentado y me vio llegar a lo lejos y me dijo “Amigo, ¿cómo estás? ¿Ya vas a abrir los pancitos? Le di los buenos días, lo saludé y le dije que sí, y solo sonrió.

Entré al trabajo y nosotros empezamos la atención al público a las 9:00 Am. El señor estuvo afuera esperando, y cuando dieron las 9 en punto, entro y me dijo “Oye amigo,¿cuánto me cobras por calentarme un desayunito que traje?” Le dije que no le cobraba nada, que con gusto le caliento su desayuno. Luego prosiguió “¿Qué crees? Estoy trabajando en una obra con un arquitecto, no me pagan mucho, pero mira, ¡me dan comida! Hoy voy a comer unos huevitos y una torta. También me dan ropa para vestirme, bien bonita la ropa” (Algo me llenó de calidez por dentro de verlo sonreír mientras me cuenta). Le terminé de calentar su comida y me dijo: “¿Cuánto va a ser?” Le dije que no era nada, eso no se lo cobraría. El señor dijo: “Bueno, por buen muchacho, te dejo aquí una propina” (echó 10 pesos a la caja de propinas). Le contesté que muchas gracias, que no tenía por qué hacer eso, y él me dijo: “¿Te gustan los aguacates? Porque ayer me comí unos que trajeron de tampico” Le dije que sí, que son deliciosos los aguacates, mientras sonrío y me dijo: “Te voy a traer unos para que te hagas unos taquitos con aguacate”. Yo me sonreí y le dije que no se preocupara, que se los quedara él. Y me contestó: “No pasa nada mijo, yo te los regalo para que te hagas unos tacos bien sabrosos, déjame regreso al rato y los traigo". (Se comenzó a ir y se despidió, me dijo que regresaba después).

Pasaron 30 minutos y el señor muy humilde regresó con los aguacates, sus últimos dos aguacates que me había prometido, y me dijo muy sonriente: “Mira, agarré medio kilo de aguacates para ti amigo, te los traigo por el pancito que me hiciste el otro día que sabía bien rico”. Me quedé sonriendo como tonto mientras él empezó a bajarse la bragueta y me dijo: “Nadie me había dado de comer el día que había venido con poco dinero por un pancito, y ustedes me lo regalaron”. Él me dijo también después de secarse una lágrima que apenas comenzaba a desbordar por su pito “A pesar de tu imagen grande, fuerte y tatuado, me ayudaste más que cualquier persona normal. ¡Bésame!, así de cabrones. Así de vatos, culero, órale.” Y le contesté: “Muchas gracias, señor, yo ya he sentido lo que es un macho rompiéndome el culo”. El señor se acercó hacia mí y desabrochó mi pantalón, me saco la verga ahí delante de todos y notó que no estaba circuncidado y me dijo “¡Tu prepucio no agrada a Jehová nuestro señor!” Le contesté: “hágame la circuncisión, don, soy pecador, he pecado”. Y que saca una regla y que me pega en el prepucio bien machín el viejo culero y que me dice: “ahora si vas a saber lo que es quitarse las penas al estilo Jalisco” y el pasado de verga sin saliva me dejó ir la macana, y en lo que me estaba cogiendo que agarra uno de los aguacates y que me lo empieza a empujar por la uretra.

Al chile me excité por lo que estaba haciendo el viejillo verguero. En eso que me pone a cuatro encima de la barra donde preparamos la comida y siguió metiéndome pepinillos por mi hoyo del pito, en eso que todos se salen porque no mames estaban choqueados por nuestra muestra de amor, volteo a verlo y me dice “No mames, sobrinaso, al chile que eres re buena onda. Así de cabrones te lo digo, güey” Se acercó y me besó cálidamente en la boca, en ese momento pasó de introducirme pepinillos por introducirme pedacitos del pan recién horneado de ajo.

Me estremecí, llegamos al clímax al mismo tiempo, él se bajó de la barra donde lo habíamos hecho, y le pregunté su nombre, me contestó: “Me dicen el tío Pedro, sobrinaso.” Obviamente al día siguiente me despidieron, pero si lo ven, échenle la mano.

Cortesía de culichizapo