Corea del Norte es el país más hermético y opaco que existe. La dictadura que instauró Kim Il-sung, el abuelo del actual dictador Kim Jong-un, ha conseguido aislar a la población de Corea del Norte del resto del mundo para garantizarse la continuidad mientras publica vídeos promocionales que parecen películas de acción de clase B.
Aún así, este país ha hecho negocios con fabricantes
occidentales. Sin ir más lejos, Kim Jong-un se paseó en el verano de 2019
montado en un Mercedes-Benz Clase S, mientras todo el mundo se preguntaba de
dónde había sacado la limusina. Pero hace 48 años una desastrosa incursión de
Volvo en este mercado acabó con 1.000 coches robados por parte del régimen.
La situación política del mundo previo a 1989 era algo más
fácil de explicar que la actual. Por un lado estaban los países aliados de
Estados Unidos y de la OTAN, y por el otro lado estaban los países aliados de
la Unión Soviética. Y en medio de estos dos bandos estaban los llamados países
no alineados, como Suecia, que eran teóricamente neutros.
Mientras Estados Unidos y la Unión Soviética se miraban con
cara de pocos amigos y se lanzaban periódicamente amenazas nucleares, el resto
de los países intentaban hacer negocios con cualquiera de los dos bandos.
Italia, por ejemplo, vendió la licencia de su Fiat 124 a la
Unión Soviética, y para ello crearon AvtoVAZ (Lada) a fin de producir el Fiat
124 en Togliatti, una ciudad edificada con ese propósito. Mientras la mayoría de
países de Europa del Este se asociaban a marcas occidentales para tener un
semblante de industria automotriz, Corea del Norte nunca quiso saber nada de
Occidente.
Y así, mientras la Unión Soviética pagaba las facturas, es
decir, mientras el Gobierno de Corea del Norte conseguía electricidad y
alimentos a precio de saldo, el país asiático se podía permitir el lujo de
poner en marcha despropósitos propagandísticos, entre ellos hacer creer al
resto del mundo que en Corea del Norte también se fabricaban coches, y que la
gente los compraba.
En la década de 1980 Corea del Norte consiguió una serie de
Mercedes-Benz 190E, que desmontaron y copiaron sin remordimientos para crear el
Kaengsaeng 88.
Años más tarde volvieron a intentar fabricar coches de cara
a la galería, principalmente, con la ayuda de la Iglesia Moon. Y hoy en día, se
supone que fabrican coches a partir de kits que les llegan desde China. Uno de
esos modelos se parece curiosamente a un surcoreano Kia Sorento... de hace unas
cuantas generaciones.
Pero antes de decidirse a fabricar sus propios vehículos,
Kim Il-sung compró coches a Occidente. Y es ahí cuando entra en escena Volvo.
En 1974, Kim Il-sung, como todo dictador, decide
prácticamente sobre todo lo que ocurre en su país. Y eso incluye la importación
de vehículos. Kim Il-sung necesita motorizar a una parte de sus subalternos del
Partido del Trabajo de Corea, pero tampoco les va a dar a todos un Mercedes
Clase S. Esos se los queda para él y para sus más cercanos colaboradores.
A mediados de los años 70, Suecia es oficialmente un país
no alineado, y piensa aprovechar esa situación de neutralidad para poder
comerciar con los países comunistas o aliados de la Unión Soviética y de esta
manera conseguir un mercado al que otros países no pueden acceder.
Una mala idea.
Corea del Norte no tenía divisas, así que pagaría a Suecia
en cobre y zinc que extraería gracias a la maquinaria sueca que otras empresas
habían proporcionado al régimen de Kim Il-sung.
Además, las previsiones de los economistas apuntaban a una
subida de los precios de esos materiales. ¿Qué podría salir mal?
La realidad es que el cobre y el zinc nunca llegaron a
Suecia, más que nada porque ni siquiera se pusieron en marcha las minas. Al
principio, Suecia intentó negociar con el régimen norcoreano, pues era lo más
lógico. Pero a partir de 1976 ya se dieron cuenta de que Corea del Norte no
tenía intención alguna de pagar por los coches.
Desde entonces, Suecia presenta cada año la factura de los 1.000 Volvo 144 GL al gobierno norcoreano, añadiendo cada vez los interés que correspondan. Kim Jong-un, siguiendo los pasos de su abuelo, no paga sus deudas ni se digna a contestar siquiera. La factura de esos 1.000 modelos supera ya los 300 millones de euros.
En la actualidad, estos Volvo 144 GL siguen funcionando
como taxis en Pyongyang, la capital de Corea del Norte. Con ellos, unos pocos
ciudadanos que pueden permitirse ir en taxi tienen la posibilidad de moverse
libremente por la ciudad.
Sacado de mundo motorpasion.