Buenos días chavos, bienvenidos a su lunes culinario, hoy vamos a preparar capirotada porque estamos en semana santa y asi. Pero antes de empezar con la tragazón, tengan sus clases de catecismo pa que se les salga el chamuquillo aunque sea por una semana y tal vez así salvemos el alma del brion o quizá lo revivamos, quien sabe.
El lunes santo conmemoramos la expulsión de los mercaderes
del Templo, o purificación del Templo, que es la denominación de una escena
evangélica protagonizada por Jesucristo en las vísperas de la Pascua judía.
Aparece en todos los Evangelios; aunque, mientras que en los sinópticos ocurre
al final (Evangelio de Mateo, capítulo 21, versículos 12-17, Evangelio de
Marcos, capítulo 11, versículos 15-18, Evangelio de Lucas, capítulo 19,
versículo 45); en el Evangelio de Juan ocurre al principio (capítulo segundo,
versículos 13-25). Esto ha producido que algunos estudios bíblicos los
identifiquen como dos hechos diferentes.
En este episodio Jesús visita el Templo de Jerusalén, el
llamado Templo de Herodes, cuyo patio es descrito como "lleno de
ganado" y tablas de cambistas, que cambiaban las monedas griegas y romanas
por monedas tirias (las únicas que podían usarse en las ceremonias del Templo).
Jesús se molestó tanto por esa situación que hizo salir al ganado y tiró las
mesas de los cambistas y de los vendedores de palomas, haciendo caer las
monedas por el suelo.
Expulsión de los mercaderes del Templo, de Giovanni Paolo
Pannini.
En el Evangelio de Juan, esta es la primera de las tres
veces que Jesús va a Jerusalén para la Pascua. En esta versión se recoge que
durante la Pascua Jesús realizó un milagro no especificado, lo que causó que la
gente creyera en él, pero Él no se fiaba de ellos, pues los conocía a todos.
Algunos estudiosos han comentado que esta última declaración sobre conocer a
todos los hombres retrata a Jesús como conocedor de almas y mentes, por lo que
Juan daría a entender la naturaleza divina de Jesús.
Este evento satisface el criterio del atestiguamiento
múltiple y, para los estudiosos del Jesús histórico, acredita el hecho de que
este evento estuvo relacionado con el arresto y la crucifixión de Jesús.
Mateo recoge en su evangelio tres señales mesiánicas del
primer día de Jesús en Jerusalén: la purificación del Templo; las curaciones y
la alabanza a Dios de los humildes del Libro de los Salmos que Jesús ve
cumplida en las aclamaciones de los niños. En estos tres signos el evangelista
deja entrever la divinidad de Jesucristo. En el libro del Éxodo se mandaba a
los israelitas que no fuesen al Templo con las manos vacías, sino que llevasen
alguna víctima para el sacrificio. Para facilitar el cumplimiento de este
mandato, sobre todo a los que venían de lejos, se había organizado en los
atrios del Templo un servicio de compraventa de animales como ofrenda para los
sacrificios. Lo que en principio pudo ser útil había degenerado. Jesucristo,
movido por el celo de la casa de su Padre, con santa indignación los arrojó de
allí.
El «segundo día de la semana» Jesús realizó otros signos
reveladores de su carácter de Mesías Salvador: en el Templo, con sus acciones
aparentemente violentas, cumple las profecías según las cuales éste tenía que
ser purificado para ser lugar de oración para todas las gentes.
Lo que ya había anunciado Jesús se empieza a cumplir:
purifica el Templo y los jefes del pueblo comienzan a tramar su muerte. Además
de este sentido profético, el gesto de Jesús enseña el respeto que merece la
Casa del Señor. Cuánta mayor veneración merecerán los templos donde Jesús mismo
está presente en la Sagrada Eucaristía.
Ahora sí, empecemos con la capirotada.
Este plato tiene una larga tradición en la cocina mexicana
y se sabe que llegó a nuestro país en la época de la Conquista, pues era
consumido por los españoles.
Durante la década de los años 60 y 70, la capirotada era
uno de los postres más comunes en los hogares mexicanos.
En algunas regiones, la capirotada tiene un simbolismo
religioso. Se dice que el pan simboliza el cuerpo de Cristo y la miel de
piloncillo, su sangre. Además, las especias que se utilizan en la preparación
de este platillo, clavos y canela, simbolizan los clavos y la cruz de la Pasión
de Cristo.
Sin embrago, no existe una “versión oficial” de la Iglesia
Católica en la que se reconozca esta tradición.
Para los católicos, la Cuaresma es un tiempo de reflexión,
penitencia y preparación para la Semana Santa, donde se conmemora la Pasión,
Muerte y Resurrección de Cristo.
La tradición católica manda mantener ayuno y abstinencia de
comer carne durante el Miércoles de Ceniza y todos los Viernes de Cuaresma, así
como el Viernes Santo.
Este postre es ideal para prepararlo rápidamente para tu
familia, es a base de rebanadas de pan fritas cubiertas con una miel de
piloncillo, pasitas, nueces, almendras, cacahuates, coco y queso Cotija o añejo
espolvoreado.
Vamos a necesitar:
8 tazas de agua, para el jarabe de piloncillo
2 piloncillos, para el jarabe de piloncillo
2 rajas de canela, para el jarabe de piloncillo
1 taza de uva pasa
4 rebanadas de pan, duro. (bolillo de 1 cm de grosor
aprox.)
3 cucharadas de mantequilla, para freír pan
1/4 tazas de cacahuate, para servir
1/4 tazas de coco rallado, para servir
1/4 tazas de nuez pecana, para servir
1/4 tazas de almendra, fileteada, para servir
1/2 tazas de queso cotija, para servir
Preparación
Precalienta el horno a 180°C.
Para el jarabe de piloncillo, calienta en una olla el agua
con el piloncillo y la canela, cocina a fuego medio hasta que se disuelva,
incorpora las pasitas y cocina hasta que inflen. Retira del fuego y reserva.
Calienta una sartén a fuego medio con la mantequilla, fríe
las rebanadas de pan hasta que estén crujientes y doradas por ambos lados.
Acomoda las rebanadas de pan en una cazuelita de barro,
baña con la miel de piloncillo, cubre con los cacahuates, el coco rallado, la
nuez, la almendra y el queso Cotija.
Hornea por 20 min hasta que esté doradito.
Y listooooooo. Sirve una porción y disfruta.
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