5.02.2017

La opinión de Grimaldo - La discriminación por edad


Hoy día, la discriminación tiene muchas modalidades. Si bien en muchos lugares del mundo la mayoría de éstas incluso están tipificadas como delito, las formas de discriminación tienen la peculiaridad de de disimularse muy bien. Justificarse como 'tradiciones', y perderse en una odiosa nube de aceptación (o resignación, sería adecuado decir) donde encuentran terreno fértil para seguir, y seguir.
Algunas de dichas formas son más que conocidas. La discriminación por raza, sexo, o discapacidades o enfermedades se han visto por mucho tiempo y han llegado a los medios, se les ha expuesto, se les conoce incluso en libros y películas donde se retrata la crueldad y rigidez que representan. Otras más son la nota roja y violenta: crímenes basados en ideas discriminantes cometidos ya sea por un individuo solitario o un grupo organizado bajo dichas ideas, y dispuestos a la violencia con tal de imponerlas.
Pero oh, mis queridos cacariamigos, he aquí el jodido detalle. Y es que no se necesita que haya crímenes en nombre de, o grupos con tatuajes o ropajes y capuchas y estandartes ardientes para que una discriminación sea grave. Tal vez sea un error incluso la creencia popular de que las hay moderadas y severas, y en realidad sean todas igual de serias. Y es aquí donde atraigo la atención de ustedes sobre una de éstas a la que no se le pone tanta atención como a las otras y persiste como una plaga: el ageism, o el discriminar por la edad.

Antecedentes

Enumerar los factores favorecientes de éste problema y a su vez listar épocas y lugares donde estuvo presente es una tarea imposible. Tan solo el desglose de los mencionados factores daría para un libro de 800 páginas mínimo. Pero espero sea suficiente con decir que ésto ha sido reforzado a lo largo de la historia por la tradición religiosa y social de las civilizaciones. Costumbres e ideas arraigadas constituían como ahora lo que para los individuos formaba parte de su identidad, y el seguir y fomentar esas creencias aunque fuesen dañinas para otros o no muy lógicas les era esencial (creían) para continuar y evitar vivir en el caos. 
Como sabemos, la mejor manera de implementar una medida o regla abusiva y cruel es ponerle una bonita envoltura, ponerla junto con otras que se ven creíbles, ensalzarla y exagerarla para que se vea necesaria. Y con ello tenemos detalles penosos en la historia donde la adolescencia era suprimida y se obligaba a los niños a saltar a la adultez, a gente con mucho por dar aún se les desplazaba llamándoles viejos de forma prematura y desechándoles como trastos viejos, y en suma, un abuso basado en ideas mal aplicadas, por no hablar de la inmoralidad de imponer reglas de descarte y maltrato sobre quienes no lo merecían.
En la tribu todras de Bilgiris, en el distrito de Madrás, se forzaba a pubertos a contraer matrimonio, práctica común en diversas culturas. Ahí se añadía la creencia de que habiendo pasado de niña directo a ya mujer había además pasado a ser la propiedad no solo del esposo sino de los hermanos de éste, por lo que niñas pequeñas eran puestas a ser ultrajadas por hombres que hacían fila por su turno. En civilizaciones con tradición islámica, se imponen otras tantas cosas sobre las niñas, que en otras partes del mundo serían tipificadas como abuso sexual y corrupción de menores. En contraste, otros sitios del mundo pusieron a pequeños inexpertos a cargo de naciones con una corona en la cabeza mientras que los viejos pasaban a ser un elemento que palidecía en la sociedad, considerado indigno. Así mismo, las costumbres relativas a la gente anciana de otros lugares impresionaron tanto al escritor Rudyard Kipling, que le dieron la idea para en su Libro de la Selva mostrarnos al lobo líder Akela ya viejo y cansado etiquetado como "Lobo Muerto" y condenado a morir despedazado por los otros lobos debido a que ya falló en la cacería y fue derribado por la presa, y no tiene ya fuerza.
Para favorecer los números en guerras, tanto en el pasado como presente se hizo que niños en la pubertad fueran 'ascendidos' a adultos para engrosar las filas de un ejército, algo que sigue pasando en sitios remotos y a su vez se enmascara ahora con los grupos de corte político estilo "Juventudes del (inserte partido político o religión aquí)". Las famosas fiestas de 15 años, que en otro tiempo eran prácticamente una puesta en escaparate para decir que se invitaba a un cabrón de la edad que fuera y con dinero se quedara con la chica. Costumbres de purgar de la tribu o pueblo a los viejos a la mínima señal de decaimiento y/o empujar a los niños a experiencias decisivamente de impacto e irreversibilidad. Y todo bajo el cobijo de la tradición y el orden, el pensamiento impuesto que aún ahora impera del "Nosotros decidimos porque somos mejores que ustedes, por lo tanto, los niños, los adultos de media edad, y los ancianos deben hacer lo que nos viene en gana, porque así lo quiere Dios/la patria/etc".

¿Qué es?
Como dije ya, el ageism es una forma de discriminación basándose en la edad del individuo. Lo común al escuchar ésto es que la gente piense en la gente anciana y la forma en que se les desplaza, creyendo que ya no pueden hacer mucho o entender lo que pasa. Pero si bien es cierto que lo mencionado va incluído, no es en sí lo único. 
El espectro del ageism implica el sentirse con derecho a limitar lo que jóvenes, adultos a mitad de la vida, y ancianos puedan decir o hacer, y la validación de sus palabras y hechos. Mediante una y mil excusas, el discriminador por la edad va por la vida apuntando su dedo acusador, creyendo que quienes llegaron ya a los 30 o pasan de eso deben ya estar muertos por dentro, o de igual forma ataca a los polos extremos. Con fría autojustificación y sin detenerse a pensar vomita sus imbéciles juicios sin importar a quien ofende sin adecuadas bases. Y por desgracia se le tolera, pues bien enmascarado está y no exalta tanto los ánimos como lo hace en la actualidad quien vocifera contra otro color de piel u otra preferencia sexual. 

Y si bien esas mencionadas merecen debida atención, el ageism debería tenerla por igual, pues es como la hipertensión: un mal silencioso pero que sin duda daña. Podrá leerse exagerado, o digámoslo sin tapujos, mamón en sí. Pero día a día vemos pruebas de sus efectos. Desmoralizan en menor o mayor medida a individuos que, de no recibir esos inmerecidos juicios, quién sabe si podrían hacer más.


• Hacia los niños y muy jóvenes






Hay un extenso listado en cuanto a lo que es
 la hipocresía del mundo adulto hacia los menores de edad. El limbo en el que se les coloca a la hora de acomodarles en tal o cual contexto es prueba de ello. Cuando niño X o niña Y son molestos, padres y otros muchas veces vociferan sobre que ya deberían comportarse como adultos, que ya están 'grandecitos'. Pero a la vez, que no vengan a avisarles ya con pruebas que su retoño anda asaltando o secuestrando, porque ahí sí es pequeño, su angelito menor de edad, que "es demasiado joven para entender lo que hace".
Ésto es una forma de ageism, el distorsionar lo que en realidad el menor es o no es, o lo que ha hecho. Por supuesto que la disciplina y el cargo de padre o tutor exigen el tomar decisiones por ellos muchas de las veces, hablar en su nombre, y delimitar su rango de acción para que no corran peligro. Pero esa tarea muchos la toman muy a pecho y cual dictador que llegó con bandera de buen gobernante, se perpetúan en ese puesto de autoridad ahogando los derechos individuales del menor bajo la lógica discriminatoria de la edad, el famoso "no tiene edad aún para entender", y por más que pasen los años no van a quitarse esa apreciación, pues es obvio que la diferencia de edad entre padres e hijos siempre va a estar ahí. Y con ello, la cómoda excusa de seguir demeritando lo que el hijo tiene por decir solo porque "para ellos, siempre será un niño pequeño".
En sociedades machistas, y que ésto no sea excusa para dar vuelo a un debate sexista, se ve ésto y algo más aplicado a las niñas. Algo que toca la fibra sensible de muchos es decirles que está mal la sobreprotección. Lo he visto en directo y he conocido casos por terceras personas donde explotan ante la mera idea de que se les confronte con la verdad. Pero sea que quieran admitirlo o no, el padre que suele tildar de su niña por siempre, su princesa, y otros apelativos a la hija, y con eso justificar que no la deje saber cosas ni hacer cosas aunque vaya ya llegando a los veinte, es un mal padre. Pésimo padre, y la niña es víctima de vejación sexista y por la edad. Un daño por partida doble. 
En las películas, hemos visto ésto. El personaje de John McClane en Die Hard, queriéndose meter en la vida sexual de su hija y prohibir que se le acerquen, e intimidando por ser un policía. Lo mismo en Bad Boys con el señor Smith y Lawrence, donde creyeron los guionistas era muy graciosa una escena de un padre enfermo de celos (y como muchos en realidad, con fijaciones incestuosas ocultas) apuntándole con la pistola al muchacho con quien va a salir la hija, o en la película Click, con el ya de por si difícil de ver Adam Sandler interpretando a un insoportable sujeto que da a entender que impedirá que su hija tenga sexo hasta que tenga 30 y tantos, e incluso le dice al hermano de ésta cuando ya son adultos, que "no deje que nadie la toque excepto él". Un enfermo juego de control donde la edad es excusa de control, arma de ataque, y algo que vuelven un concepto relativo a conveniencia. 

Éstos y otros incidentes pasan a diario. De forma continua se escucha el "ellos que saben, son niños". Se les juzga como si la edad fuese atributo moral, dando por sentado o que todos los niños mienten por ser niños, o todos los niños dicen la verdad, por la misma razón. Ésa es una falacia monumental que les discrimina por reducirles a objetos, o a autómatas con paradigmas predecibles. En vez de juzgar por el mérito y veracidad de lo que el menor dice, e investigar su autenticidad, se van por ese camino que les deja reducidos a recursos mal interpretados en vez de personas, para así servirse de ellos para sus fines. Al diablo el respetarles y juzgar no por edad cronológica sino por la calidad de sus palabras y acciones, mejor la manipulación. Y esa fórmula la conocen de sobra los padres en pleitos legales de divorcio, los movimientos político-sociales extremos, y las cadenas de televisión, por mencionar algunos.

• Hacia el adulto-joven / adulto mediana edad



Para no prestar a confusiones en la forma en que se les designa en éste artículo, tomaremos por adulto joven de los 20 hasta los 40 años. Muchas veces la adolescencia se prolonga aún más de lo que debería y en los recién cumplidos 18 y hasta los 20 y tantos se asienta lo que sigue. De igual manera, a los 40 existen cambios físicos que si bien ya se van dando a lo largo de los 30, se dan a notar más llegada dicha edad, por lo que ya serían adultos maduros encaminándose a la tercera edad. 
Hoy día, pareciera que los muy jóvenes y los muy grandes gustan de lanzar juicios atacantes sobre todo por internet. Al parecer están convencidos de que al tener ya 25, 30, o ya pasar de 30 significa que debes estar muerto por dentro. Que no mereces seguir con tus gustos de adolescente como los videojuegos o los cómics, que no debe gustarte la misma música e incluso quieren decirte cómo vestirte.
El error de apreciación de los muy jóvenes ante el adulto joven es muy común. De niños, todos veíamos como muy grandes ya a los que no lo eran tanto: a los de preparatoria, por ejemplo. Y ni hablar de los de 20 y tantos; cuando uno estaba en primaria decía que eran ya señores. Pero, aunque es un error comprensible, ¿es justificable en nuestros días? Un mundo con base en la comunicación en masa y acceso a la información debería tener ya un mejor concepto de lo que cada etapa de la vida es. Incluso lo que son los niños al observar a los adultos. Pero en parte por la esperada formación de identidad que les lleva a separarse del grupo o rango de edad de sus padres, y parte por lo inculcado por el entretenimiento y la cultura pop (en Los Simpson critican ésto en una parodia donde una conductora de TV apenas suena la alarma de que cumple 25, y la reemplazan en pantalla) son insensibles.
"Ya tiene N años, debería dejar de hacer eso", "Tienes N años de edad, tú deberias ya hacer cosas de acuerdo a esos años que tienes", "A ti te deben gustar solo personas de tu misma edad". Cuidado con los super jueces del mundo, eh. Porque esas y otras estupideces las riegan aquí y allá. Como si hubiera un switch o software de actualización que debiera entrar y hacer que por tener 30 ya una chica guapa de 20 no debe gustarte, o por esa misma edad u otra tienes que entrar desesperado a ese cuadrado concepto que se han creado tanto los de generaciones más viejas como los de las más jóvenes. Debes vestir siempre de traje, no hacer bromas, para algunos ni deberías ya estar usando internet y solo dedicarte a trabajar y llenarte de hijos a la par de deudas. No mereces ya divertirte con juegos, música, y otras cosas porque cometiste ya el gravísimo pecado de tener más números en el conteo en el que todos estamos por igual. 
Así que vamos por partes, ya que al adulto joven le llueve más que a Francia en la Segunda Guerra Mundial, por lo visto. En primera, quienes le atacan con esos juicios y son de ese mismo grupo de edad: que no sean hipócritas. Sobre todo porque si investigas y a ese que te juzga, te salen unas inmadureces tamaño colosal. Seres de poco criterio estancados en el "mi inmadurez es chida y aceptable, la tuya no". 
¿A qué me refiero? A lo más común: el fanatismo deportivo, las ritualistas carnes asadas, o eventos, con mil fotos subidas a las redes sociales para el efecto "mírenme, no estoy solo, mírenme" son también signos de inmadurez. Del niño desprendido de la teta o que no tuvo aplausos sino vergüenza al entrenarse a cómo controlar el hacer caca, que ahora navega esas aguas de niño-adulto (sin olvidar los celos patológicos, tan comunes en esos niñoadultos señalados) y encima cree tener el derecho de descalificar a otros por su edad y decirle al niño, al de su propia edad, y al viejo, qué merece hacer y qué es indigno ya de realizar o disfrutar. Sin palabras.
Y en cuanto a niños y ancianos que furiosos atacan al adulto joven, se los digo en forma más breve: se entiende que, quizá ustedes mismos siendo víctimas del ageism alguna vez, pero por algo existe la frase "Como te ves me vi, como me ves te verás". Modas y costumbres están en constante movimiento. Niños: verán lo mucho que irán cambiando al paso de los años. Y gente de la tercera edad: ya vieron cuántos acontecimientos clave ocurrieron en su camino por la vida, y cuando ustedes no estén más, dichos cambios seguirán ocurriendo. Intentar cuadrar su idea de lo que un adulto joven debe ser y hacer al presente es querer que se use tecnología y métodos de hace 50 años o más, y lamento remarcar lo obvio, pero eso está perdido ya y quien merece decidir qué hace el adulto joven es el adulto joven mismo, no ustedes.

• Hacia ancianos / tercera edad



La forma más conocida de ageism es aquella hacia el adulto maduro ya con deterioro propio de su edad e historial médico, y el individuo ya asentado en la tercera edad. La clasificación se da de forma fría y radical, el respaldo de que se trata de exactitud demográfica viene de diversas instancias. La realidad es que con muchos es un potencial desperdiciado, y con otros, aunque desvalidos, no debemos olvidar que son personas con derechos.

El absurdo inconstante, presente en la mentalidad de quienes discriminan a los ancianos, les lleva a decir cosas como que las estrellas de rock y artistas sí pueden comportarse como si tuvieran décadas menos de edad, pero que "la gente común" no. Ahora resulta que debes ser una celebridad para ganarte tu derecho de divertirte. Otros se valen del argumento protector, que como son más frágiles, mejor contenerles, ya que su cuidado es difícil.

El anciano en efecto puede ser un individuo dificil de tratar e impedido a hacer ciertas cosas, pero relegarle a ser como un mueble es tan extremo como sería ir a abandonarlo a un lugar remoto a dejarle morir. Su conocimiento y experiencia debe aprovecharse y asegurar llegue hasta donde se pueda, pues no se sabe a quién podría llegar que le resulte de ayuda. Aparte, es bastante ya el tener que lidiar con la incertidumbre de la cercana muerte, para además agregarle a un estúpido que se cree con derecho de decirle que por su edad y no tan joven apariencia no merece ir a bailar, hacer bromas, estar en Youtube o Facebook, o en suma, vivir. 

Conclusión

Debemos comprender ya que dar o restar valor a alguien solo porque tiene una edad determinada es una inexactitud y acción poco inteligente similar a basarse en su color de piel, peso, condición médica, o nacionalidad. Si bien esos rasgos pueden servir para la elaboración de un perfil analítico o predictivo en la aplicación de ciertas disciplinas, no es algo por lo que nos debemos dejar llevar en el día a día.

Si escuchamos a un menor decir algo, o se nos dice de algo que ha hecho, hay que ver si existen bases y elementos comprobables. Basarse en la metodología observacional y no dejar que costumbres o sentimentalismos nos cieguen. Lo mismo va para el trato a los ancianos. Porque hay niños inteligentes y veraces, en contraste con algunos que les rodean con más edad y menos calidad de personas. Y entre ancianos hay quienes se valen por si mismos y los que no, algunos fueron dejados solos sin justificación, y otros porque por sus malas acciones años atrás obtuvieron esa represalia de parte de sus allegados. 

No hay absolutos, y cada caso se juzga en sus hechos históricos y no juicios subjetivos. Recuérdenlo siempre cuando quieran dejarse arrastrar por la cómoda fórmula absoluta del "Es niño, por tanto es bueno/malo" o "Es un anciano, de seguro es bueno/malo". De los adultos jóvenes, además de lo dicho antes, queda por resaltar esa palabra tan importante: Respeto. Y es que lo que cuenta no es si la persona de pronto se comporta como niño hiperactivo a veces, o así se vea ante otros por sus gustos. Lo que importa es que sepa tener seriedad y sobre todo ética cuando la situación lo amerite, y sepa respetar el bienestar y derechos de otros. Comprobemos que así sea, y sigamos ese ejemplo también. Menos prejuicios, y más aceptación genuina.


Grimaldo