Los tamales de pedo suelen ir muy bien acompañados del atole de nalga, el cual también se hace para recibir simbólicamente a los difuntos en los altares veracruzanos.
Maíz negro y piloncillo son la base de esta preparación, la cual toma bastante tiempo ya que los granos son remojados durante una noche y hasta cuatro días para lograr ablandarlos y luego molerlos; esto se diluye en agua y se filtra en una manta.
Después de dejarse reposar, se pone al fuego y se agrega chocolate de metate y piloncillo.
El atole se deja enfriar en una cacerola, cuando endurece tiene una consistencia más cercana a la gelatina y debe su nombre a la forma que adopta cuando se desmolda del plato.
Se come como postre, aunque hay quienes prefieren hidratarlo para beber caliente o desde la cazuela lo hacen menos espeso; su sabor es ligeramente agrio.