12.02.2016

De los amores perdidos

Desde hace algunos meses he pensado escribir algo como esto, quienes me conocen sabrán que tengo un blog propio, donde escribo de vez en vez algún despropósito y he querido colgar esto ahí, sin embargo siempre termino convencido de que resulta demasiado mamón incluso para ese blog tan personal, justo ayer, al calor de unos rones la idea volvió a rondar mi cabeza y nuevamente me convencí de que no debía hacerlo, no obstante pensé que resultaría en una suerte de terapia así que me puse a repasarlo mentalmente, lo escribiría aún cuando no lo publicara, y de súbito, recordé este blog donde se publican desde piquetes de cristal hasta tortas cubanas y díjeme entonces ¿por qué putos no? y heme aquí.

Este es un post amoroso, hediondo como es el amor, un breve relato de mis amores perdidos, de lo que pudo ser y nunca fue, será que, al no empezar, nunca encontraron un final ácido como las relaciones que prosperan, será por eso que los recuerdo con más cariño, como diría el Sabina "no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió"

Este es un grupo de rock, Los Tijuas, pero me pareció idónea para ilutrar
La primera vez que sentí algo hacia alguna chamaca fue cuando cursé el bachillerato, verán, en esas épocas nomás me gustaba el desmadre, las borracheras, probar mariguana, los toquines, echar la weba con la palomilla, ya saben, lo que cualquier adolescente hace, así que no estaba muy interesado en entablar alguna relación, y es que cuando alguno de los cuates lo hacía, simple y llanamente perdía su vida, ya no podía ir de fiesta, de reven como decíamos por aquel entonces, ya no podía ponerse pedo, ya no podía hacer nada más que estar con su novia, y todo por unos cuantos besos que bien se podían conseguir al calor de las copas, pues bien, resulta que conocí a aquella chava, chaparrita, 1.60 maomeno, cabello largo, negro y quebrado, con unos cuantos tamales de más, gordibuenas les dicen ahora, esta chava me gustaba, no era parte de la bandera habitual pero sí nos hablaba, solo que era muy rara, algunas veces me saludaba efusivamente de beso y abrazo y algunas otras simplemente yo no existía y pasaba de largo frente a mi carota de pendejo. Había un cuate a quien también le gustaba, el Vocho le decían, y siempre nos cabuleabamos "¿has visto a mi novia?" y el otro necesariamente respondía "¿qué paso cabrón? respeta", total que un mal día me armé de valor, me acerqué a ella, caminé un poco a su lado y le confesé que me gustaba, que quería andar con ella, su respuesta fue una pinche carcajada y un "wey, no seas pinche choro", fin de la historia.

Cuando recién entré a la Universidad conseguí un trabajo de tendero, atendiendo una cremería por las tardes, quizás no me lo crean pero me sorprendió lo fácil que un tendero consigue novias... o amiguitas cariñosas, así que como solía decir, si ellas querían pos yo me dejaba, nada serio, unos besitos por aquí, un fajecito por allá, tengo una anécdota divertida, resulta que un día en un rato muerto para el negocio, a las 3 de la tarde aproximadamente, cuando todo mundo está comiendo, estaba con una chava, ella sentada sobre el refri de los Helados Holanda, con las piernas rodeando mi cintura, la blusa tan arriba como se podía sin quitársela, una mano en su cintura y la otra jugueteando con sus senos, cuando de pronto entró un cabrón despistado que no sabía que a esa hora NUNCA HABÍA CLIENTES, me parece que le dio más pena a él, la chava bajó su blusa y salió discretamente de la cremería, el wey este me dijo "deberías bajar la cortina, mi cuate" y yo "es que a esta hora nunca tengo clientes". Y ahora a lo que iba, La chava, resulta que un día estaba afuerita de la tienda fumándome un cigarrito cuando a lo lejos vi una flaquita que caminaba acercándose a la tienda, me sorprendió nunca haberla visto antes, nunca había entrado a la cremería, y jamás lo hizo, la recuerdo muy bonita, cabello lacio hasta los hombros, flaquita e indiferente, por mas intentos que hice por hablarle, saludarla, algo chingada madre, nunca, jamás, jamás de los nunca jamases volteó y yo ahí como imbécil tratando de hablarle.

Casi al final de mi carrera conocí una chava, bajita, delgadita y simpática, me caía a toda madre, creo que la conocí demasiado tarde, a punto de salir ambos de la Universidad, ella de Biología y yo de Ingeniería, no recuerdo como es que la conocí, lo que si recuerdo es que tenía novio, pero cuando me encontraba lo mandaba a volar "ahorita te alcanzo" y el wey con una expresión entre enojo e incredulidad debía irse para que ella ahorita lo alcanzara, luego de platicar conmigo y fumarnos un buen cigarro, luego de minutos que se hacían horas platicando conmigo, jamás le dije nada, un poco por miedo a las experiencias previas, aquel fue mi último trimestre, pero como aún debía cubrir el servicio social seguí yendo a la escuela durante las vacaciones, ella también debía ir durante las vacaciones así que acordamos vernos y compartimos el número de nuestros cubículos, pero ella nunca fue, según me contó por correo después, su asesor de proyecto le negó el permiso para acceder por que podía "pasarle algo" y ni hablar, en aquel tiempo la gente compartía su número de casa, casi nadie usaba celular, tristemente ninguno de los dos contaba con ese servicio y el correo que me dio era de la escuela, dejó de estar activo pocas semanas después, así que perdí todo contacto con ella, un día la encontré en el feis, felizmente casada y con una hija bien chula.

Así pues, egresé de Ingeniería Electrónica con la especialidad de Electrónica de Comunicaciones, jamás ejercí, nunca encontré trabajo, mirando el aviso oportuno encontré que había muchas ofertas para programadores, y como medio programaba en Lenguaje C pos apliqué a varias, entré a trabajar a una empresa dedicada a la venta de vales, en un proyecto bien efectivo, un monedero electrónico para consumo de combustible que estaba destinado a reemplazar a los vales de papel, una consultoría pitera era la encargada del desarrollo, el sistema resultó una mierda, errores de diseño y programación por todos lados, y siempre fallaba, intentaban venderlo masivamente pero los muchos fallos detenían al área Comercial, el primer cliente mas o menos importante fue el Ayuntamiento de Toluca, unos 300 vehículos para empezar, así que me asignaron prácticamente de planta a dar soporte a este cliente, ahí la conocí, esa fue la primera vez que me enamoré de alguien, con todas sus letras, estaba literalmente apendejado por aquella mujer, el pelo apenas abajo del hombro y cuando usaba escote la vista era simplemente espectacular, usaba también una simpatía que nunca había visto antes, comenzamos por hablar del sistema y de a poco pasamos a pláticas más personales, a comer juntos casi diario, a llamarnos por las noches y siempre que yo llegaba su cara se iluminaba con una enorme sonrisa, casi sin darme cuenta, ya estaba pensando en ella todo el puto tiempo, todo parecía bien, incluso alguien podría decirme que solo siendo muy pendejo no habría sido mi novia, pero, como siempre un pero, ella estaba comprometida, le confesé mi amor, ahora si, amor del bueno, ella llegó incluso a dudar sobre su futuro inmediato, pero al final resultó más fuerte la seguridad de lo que venía que la posibilidad de lo que podría ser, deje de tener contacto con ella mucho tiempo y algunos años después me buscó telefónicamente, para ser su paño de lágrimas, su matrimonio no había resultado tan bien como ella esperaba, pero pues... yo me había 'casado' también, la última vez que la vi fue hace unos 4 años, un poco antes de terminar mi relación. Por cierto, con el proyecto en mis manos pasamos de un piloto pedorro al sistema de pago de combustible líder del mercado, al menos algo salió bien.

Luego de Toluca decidí que no volvería a caer en las sucias garras del amor, y pude cumplirlo durante mucho tiempo, conocí un par de personas pero jamás me involucré tan profundamente, cuando sospechaba que mis sentimientos me jugarían chueco cortaba por lo sano, hasta que unos meses atrás la conocí, me cayó muy bien desde el principio y, como suele pasar, cuando me di cuenta ya me estaba sintiendo exactamente como hacía años, ya estaba pensando en ella todo el tiempo, ya soñaba con ella, ya pensaba su nombre al escuchar canciones... no sé como lo permití, no sé como no lo noté, quizás entró con mucha discreción, quizás... Aún sigo pensando que el amor apesta, aún veo a las parejas por la calle y sonrío maliciosamente deseando que alguno de ellos sea infiel o que terminen pronto entre gritos y lágrimas. Por cierto, ella tiene muchos problemas con su marido. 

¿y usted, tiene alguna historia similar que compartir?





Cortesía de El Viejo del Costal