Una
vez más, el presidente Enrique Peña Nieto dejó claro cómo, cuando menos hasta
ahora, se definirá la candidatura del PRI a Los Pinos. Será quien esté mejor
evaluado en las encuestas y recibirá todo mi apoyo, le respondió al secretario
de Turismo, Enrique de la Madrid, cuando le tocó el tema de sus propias
aspiraciones.
Por ese método, como han sido en todas las nominaciones a
gobernadores en su sexenio, reiterado por el presidente, se ratifica lo
publicado en este espacio hace varias semanas: Miguel Ángel Osorio Chong,
secretario de Gobernación, será el escogido. Sin embargo, pese a la ortodoxia
presidencial, ¿sería Osorio Chong el mejor representante del PRI en 2018?
Osorio
Chong es, dentro del gabinete, quien más se acerca al arquetipo del viejo
priista, que sabe combinar el oficio político con la mano dura y los castigos.
Junto con José Narro, secretario de Salud y aspirante presidencial, es con
quien quizás amplios sectores del PRI se sentirían más cómodos, y capaz de
forjar alianzas tácticas con aquellos con quien difiere, que le permitiera
añadir apoyos para su aventura. Eso debe agradarle a Peña Nieto, quien en
momentos críticos ha llegado a exclamar ante su gabinete: “¡No se les olvide
que soy priista!” Como le dijo a De La Madrid, se puede 'mover', pero dentro de
los tiempos y formas del PRI.
La
cohesión y estabilidad dentro del PRI es una de las preocupaciones del
presidente. Osorio Chong conoce al partido. Fue el articulador de los respaldos
de gobernadores priistas para Peña Nieto cuando buscaba la candidatura
presidencial, con lo que amarró la Secretaría de Gobernación, con poder y
respaldo. Por ejemplo, el presidente le entregó la decisión de nombrar todos
los delegados federales, que son los brazos políticos del gobierno federal en
el país, y ante lo cual contados secretarios presentaron oposición, y le
permitió absorber la seguridad pública dentro de su área, con lo cual juntó los
instrumentos de gobernabilidad y represión.
Peña
Nieto no piensa como muchos otros en el país. Para él, la gobernabilidad ha
sido mantenida en el país gracias al secretario de Gobernación. Para Osorio
Chong, según funcionarios en su entorno, además de ese logro, ha ocupado los
espacios dejados por muchos secretarios y resolvió problemas que otros no
fueron capaces de solucionar. Es decir, el país estaría más inestable e
incierto sin su trabajo, una visión que, para sorpresa de algunos de sus
interlocutores, ha llegado a expresar el presidente.
La
aritmética favorece la candidatura de Osorio Chong. En las pocas semanas que
faltan para la definición de la candidatura priista, no hay secretario de
Estado que pueda alcanzarlo, objetivamente hablando, en los porcentajes de
preferencia electoral. La forma como el presidente aprecia su trabajo y todo lo
que le ha tolerado, apuntalan esta hipótesis de trabajo. Al secretario de
Gobernación se le escapó Joaquín Chapo Guzmán, tras un año de descuido del Sistema Federal
Penitenciario, cuyos presupuestos fueron deshidratados.
Tampoco le han costado
las denuncias internacionales sobre el espionaje, que en parte se le ha
achacado, pero, además, porque la extendida intervención telefónica en México,
en la cual se han visto afectados secretarios de Estado, no ha sido investigada
ni frenada por él, quien es responsable de la seguridad interior.
Si
estos dos ejemplos no son suficientes para mostrar deficiencia, incapacidad o
perversidad incluso –dejar pasar lo que afecta a otros–, que deberían haber
hecho levantar las cejas al presidente, la joya de la mala rendición de cuentas
en Gobernación es la seguridad pública. Futuros subsecretarios de Gobernación
afirmaban en vísperas del arranque del gobierno, que en tres meses se acabaría
la violencia, porque la estrategia fallida del gobierno de Felipe Calderón iba
a ser radicalmente modificada por una de prevención. No hubo nada de ello, ni
siquiera presupuesto. Y en la actualidad, la violencia en cuatro años y medio
de gobierno peñista superó a la del sexenio completo anterior, y el número de
homicidios dolosos rompe récord cada mes. El abuso de la fuerza y la tortura
como método de interrogación por parte de los policías federales se ha
registrado con alarma por gobiernos extranjeros.
En función de los resultados, el secretario de Gobernación es
uno de quienes menos rendimientos positivos tienen. No se encuentra en el rango
de los peores por cuanto a las metas propuestas y las alcanzadas, pero en lo
que concierne a la sociedad, la seguridad pública que es lo que más le afecta,
el retroceso es notable. Ese mal trabajo es lo que más ha aportado al
descrédito del presidente Peña Nieto en el exterior, y lo que lo coloca en el
umbral de las cortes internacionales –el espionaje y el apoyo a los grupos
paramilitares en Michoacán, como sus principales pesadillas.
La
pregunta de qué tanto adjudica el presidente esas deficiencias a su secretario
de Gobernación, se responde con la ausencia de señales que ello haya afectado
su relación. Pero si hay algo detrás, no se verá hasta el momento que Peña
Nieto decida a su sucesor. Por lo pronto, el método de las encuestas le da la
candidatura. Sin embargo, esta decisión no será igual a las previas. Peña Nieto
se juega la presidencia y su tranquilidad para poder disfrutar sin
persecuciones políticas y penales las décadas por delante que te
ndrá sin fuero.
Si la racionalidad por fuera del espejismo de las encuestas se anida en su
cabeza, la candidatura designada puede esfumarse y Osorio Chong conformarse con
algo que no sea Los Pinos.
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Cortesía de Majora's mask