Hace varios años tuve la oportunidad de ver este cortometraje y me gustó mucho, por la reflexión a la que me llevó.
El corto no tiene diálogos y es la historia del día a día de un sujeto que se ve enfadado por la monotonía en la que vive, desde el inicio es posible ver como otras personas hacen el trabajo de objetos, algunos sirviendo de silla, lámpara, perchero; etc.
Ya en la calle, los taxis son personas que cargan a quienes van presurosos al trabajo y hasta los semáforos personas colgadas con ropa de colores que dejan ver por turnos, según sea el caso de la movilidad del tránsito.
El protagonista puede parecer algo odioso, por la manera en que se comporta y como utiliza a los demás, sin embargo el desenlace es duro y es probable que algunos sintamos lástima o empatía por el sujeto.
Este cortometraje tiene la finalidad del reconocimiento del trabajo humano en la vida cotidiana, todo lo que tenemos, bienes y servicios tiene la mano de algún humano y finalmente lo que tenemos cada uno de nosotros es nuestra fuerza de trabajo.
Vivimos en un mundo donde las necesidades y los satisfactores son costosos y nos vemos obligados a echar mano de nuestra fuerza de trabajo y habilidades para conseguirlo, sí bien algunos pueden estar completamente satisfechos con el trabajo que tienen, otros y otras se ven obligados a desempeñar trabajos que los hacen sentirse infelices e insatisfechos y a pesar de eso tampoco valoran el trabajo de los demás.
Hay una imagen muy clara de quién tiene el peor trabajo del mundo y sin necesidad de palabras se las dejaré aquí.