7.26.2016

Cerebro en dos

Piensas como hombre, me dijo el otro día una de mis mejores amigas al escuchar mi respuesta, mientras me platicaba que Julio tenía 3 días sin marcarle; percepciones atribuidas, estigmas generalizados y paradigmas compartidos hasta el cansancio nos han hecho creer que hombres y mujeres pensamos de manera diferente. Un  hombre que entiende las emociones y es capaz de comprender que la novia acaba de iniciar el proceso de hiperventilar en una discusión sin sentido durante el desayuno, o una mujer que realiza trabajo científico pareciera que no cumplen, no solo con el rol atribuido en cuanto a género, sino que presentan un error en su configuración natural del cerebro, y por lo tanto, del pensamiento. ¿Y dónde está el hazme, preguntará ud amable lector, lectora, troll? Es simple, la creencia limitante no permite generar libertad ni progreso social.




A lo largo de los últimos años las películas, la literatura y los demás productos pop nos han bombardeado con la idea de que existe un cerebro masculino y uno femenino. Y es que el argumento es simple, incluso reduccionista, ¿Por qué si en la genitalidad existen diferencias no tendrían que haber diferencias en la materia gris, conexiones neuronales, etc? DaphnaJoel, investigadora de la Universidad de Tel Aviv y pionera en los estudios de lo que se denomina como intersexualidad cerebral establece claramente en sus conclusiones al respecto: “No hay ninguna región en nuestras investigaciones que revele una clara distinción entre una forma masculina y una forma femenina, es decir, que se presente de forma evidente solo en los hombres o solo en las mujeres”.

¿Qué fue lo que nos llevó entonces, como sociedad, a pensar que existía una diferencia basada en género, en lo que respecta al cerebro? Simple, el que a mediados del siglo pasado la sexualidad, en especial el estudio de la emergencia de la homosexualidad se centró en intentar entender cómo es que hombres tendrían conductas consideradas “femeninas” y viceversa, cómo es que mujeres tendrían actitudes y pensamientos considerados tradicionalmente “masculinos”. ¿Problema? Sencillo, si partimos de la creencia de que existen solo dos tipos de cerebros, y que cada uno de ellos nos proporciona características diferentes, inmanentes y determinadas, ¿dónde queda la facultad de elegir? Siendo así, nos convertiríamos en un mundo como el que Aldous Huxley se inventó en Un mundo feliz, en dónde estaríamos restringidos por un sistema de castas bilógico en el que hombres y mujeres debemos recibir instrucción diferente por una simple razón, configuraciones cerebrales distintas. La cultura mediática ha hecho alarde y negocio de este postulado, y hasta ahí no hay problema, digo, hay gente que paga por ver espectáculos de Stand Up. ¿Quién soy yo para juzgar? El tema es cuando al poner en un buscador “test cerebro masculino/femenino” saltan las referencias a artículos psicológicos, autores destacados, de esos que escriben libros y tienen montón de charlas en espacios públicos. 




El problema es que estamos replicando palabras de las que no tenemos sustento, y estamos categorizando individuos sin elementos serios, el tema no para ahí, he escuchado incontablemente a gran cantidad de profesionales de la salud y las ciencias del comportamiento repetir eso de “hemisferio derecho, hemisferio izquierdo, el emocional y el racional” Y es que de nuevo es la cultura de la mass media la que determina en qué y cómo creer hasta cuando hablamos de ciencia el Premio Nobel, Roger W. Sperry fue publicado en el 1973 por The New York Times, que señaló: "Dos personas muy diferentes habitan en nuestros cerebros... Una de ellas es verbal, analítica y dominante. La otra es artística...". Su trabajo, cortar el cuerpo calloso de 16 sujetos, ese pedacito de tejido que se encarga de mantener unidos los dos hemisferios, y a partir de ahí establecer la hipótesis repetirá hasta el cansancio y de la cual a PNL ha hecho un negocio desde entonces. Sin embargo hasta hace algunos años aún era elogiado en los círculos de profesionales. Las creencias limitantes no permiten generar libertad ni progreso social, tal vez sea eso, o que el humano en sí mismo está condenado a fracasar, a nunca encontrar la verdad.