9.28.2016

Juegan a ser polleros (parte 1 de 2)

Para Lalo y sus amigos, ser ‘coyotitos’ es una simple "diversión" muy bien pagada.



Hablaremos de Lalo y sus amigos el cual “gozan” de internar personas de manera ilegal en Estados Unidos se les hace un simple juego de niños, pero para sus padres huevones es un negociazo por el que les pagan muy bien, hasta 700 dólares semanales ( y a como está el dólar), ninguno de ellos pasa de los 17 años. El más chico solo tiene nueve años y apenas está aprendiendo, pero ya conocen bien los cerros del desierto por donde los “coyotitos” cruzan de manera ilegal a los indocumentados de Ciudad Juárez a El Paso, Texas y Las Cruces, Nuevo México.

Lalo tiene 17 años y dice “jugando” (así empiezan los cabrones) que quiere ser sicario, pero ya forma parte de las organizaciones delictivas o familiares que han convertido a Ciudad Juárez en un punto de “migración exclusiva”, ya sea liniero o chapo, donde la inseguridad en la frontera y la estrecha cercanía con El Paso han encarecido la migración ilegal.

Esta frontera se ha convertido en un cruce “sofisticado”, caro y bajo la guía de niños; menores de circuito de los que las autoridades de Estados Unidos ya han detectado 80 en lo que va del año, de acuerdo con el investigador del Colegio de la Frontera Norte (Colef) Jesús Peña Muñoz. Son niñas y niños como Lalo los que se han convertido en las guías hacia el “sueño americano” a cambio de un buen sueldo, equivalente al de un gerente de maquiladora, o sea prácticamente ganas en un día lo que ganarías en una semana (hablando de la nota del lunes Sres. godinazos) pero el riesgo es altísimo: muerte o bote.

Como se informó anteriormente, se les llama adolescentes o menores de circuito, y para el especialista su detección es el principal problema de migración que tiene Ciudad Juárez, por lo que es un tema en el que trabajan desde hace meses los diferentes organismos que trabajan en la ciudad con migración, seguridad, infancia y derechos humanos.

‘Coyotitos’, un negocio familiar

El delegado del Instituto Nacional de Migración (INM), Wilfrido Campbell Saavedra, niños y adolescentes de diversas áreas de la ciudad son usados por grupos delictivos para que sean guías para cruzar ilegalmente al otro lado de la frontera, y el 90 por ciento son habitantes de Rancho Anapra, Puerto Anapra y Felipe Ángeles (estas zonas son las más alejadas de Ciudad Juárez y por ende, pobreza extrema colonias construidas con cartón, llantas usadas, las ventanas son cortinas o bien propaganda política de partidos el cual se lo roban). La mayoría cobra por sus servicios hasta 11 mil 800 pesos semanales. Otros simplemente son parte de un negocio familiar.



Son morrillos que, en coalición con las redes de narcotráfico y en ocasiones con su propia familia (principal operadora), llegan a conocer tan bien los procedimientos que se llevan a cabo durante todo su proceso de repatriación que logran manipularlo, agilizando el proceso de su salida, lo que dificulta llegar con los autores intelectuales, de acuerdo con el investigador Rodolfo Rubio Salas, según su participación dentro del libro “Migración, urbanización y medio ambiente en la región Paso del Norte”, el cual fue recientemente publicado por el Colef.

Hace siete años que Lalo fue corrido de la escuela, cuando estudiaba el quinto año de primaria en la colonia Puerto Anapra, una de las zonas más pobres de la ciudad, por lo que al poco tiempo se convirtió en uno de los “coyotitos” de Juárez dedicados a cruzar migrantes al vecino país, es donde los morrillos de estos lares se preguntan “para que estudiar si gano un lanonononón sin hacer nada y rápido”.

Solo estos cabroncitos conocen bien los sitios más despoblados para cruzar de manera ilegal a Estados Unidos, lugares que vigilan durante el día y recorren por las noches, hasta que logran pasar a los indocumentados y dejarlos del otro lado.

Él ni siquiera forma parte de esa estadística de “coyotitos” porque nunca le ha confesado a la Patrulla Fronteriza dedicarse a eso, aunque algunos de sus amigos sí, porque los migrantes los han delatado. A él le pagan 100 dólares, mil 696 pesos, por cada migrante que logra pasar, pero generalmente llegan en grupo de cuatro o cinco indocumentados, por lo que su sueldo se multiplica.

Desde los 9 años



Sus amigos más pequeños apenas tienen nueve años y todavía no les pagan por ello, pero quienes contratan a los más grandes les dicen “consíguete a quién llevarte, para que otros aprendan el camino”, aseguró. 

Para ellos, ser detenidos por las autoridades de Estados Unidos no es ningún problema, porque los atienden bien, los dejan hacer una llamada para avisarles a sus papás. Al día siguiente son traídos al DIF municipal y son entregados a su mamá (ya hasta se saben las maneras de como librarla en caso de detenciones).


Pero recientemente se le informó a las autoridades locales sobre un menor que fue deportado varias veces a Ciudad Juárez, hasta que la última vez lo mantuvieron casi un año detenido en El Paso, cuando ya estaba a punto de cumplir los 18 años.

Para Estados Unidos la opción ha sido mantenerlos en un centro de deportación, pero en Ciudad Juárez no se quiere hacer lo mismo, sino darles nuevas oportunidades para que regresen a la escuela y puedan regenerar su desarrollo familiar, aseguró Jesús Peña Muñoz, especialista en Migración e investigador del Colef. (Con el dinero que ganan, mucho aprenderán estos cabrones, México defendiendo siempre a los malandritos).

La mayoría de los migrantes que buscan cruzar a Estados Unidos por esta frontera son hombres jóvenes, pero también llegan hasta la frontera mujeres adolescentes entre 16 y 17 años, algunas de ellas incluso embarazadas, “con la panza ya grandota” y con el sueño de cruzar al vecino país.

A los mexicanos les cobran hasta 100 dólares, “pero a los de Honduras les cobran 3 mil. “Los hondureños siempre traen dinero, todos traen su dinerito bien clavado”, aseguró. 

Cuando ves la salida fácil optas por ello, naturaleza humana, naturaleza de supervivencia ¿cuándo acabará? Nunca... esperen la segunda parte.


CORTESÍA DE MAJORA'S MASK