Hace unos días vino en una visita
relámpago un amigo muy querido a la Capital. El lapso fue corto pero tratamos
de aprovecharlo lo mejor posible para recorrer lo más representativo de esta
bonita ciudad.
De primera instancia y para que
se fuera haciendo a la idea usamos el metro, la línea naranja , o línea siete, que
no es tan transcurrida ni pasa por zonas tan complicadas. Esta línea es la más
profunda de todo el sistema; esto se debe a que al ser una zona montañosa y por
las características del metro, de no poder subir grandes pendientes, se tuvo
que construir a una mayor profundidad respecto al nivel de suelo.
Pues llegamos a la estación
Auditorio, donde iniciamos nuestro recorrido a pie. Caminamos sobre Avenida Reforma,
que es a mi parecer la más bonita e importante de la Ciudad. Es también una de
las más representativas debido a los importantes edificios y monumentos que se
encuentran en ella como la Bolsa Mexicana de Valores o el mundialmente
reconocido Ángel de la Independencia.
El Paseo de la Reforma fue
proyectado por el emperador Maximiliano para acortar la distancia que tenía que
recorrer desde el Castillo de Chapultepec hasta el Palacio Nacional, para ello
se trazó esta importante avenida inspirándose en los modelos de algunas
ciudades europeas como los Campos Elíseos de París.
Pues bien, caminamos un tramo
relativamente corto, pasamos por las ahora clásicas alas de ángel, con su respectiva foto, y
también visitamos la exhibición que tienen en estas fechas de hormigas,
relativo al primer Festival Flores y Jardines(FYJA) que se
llevará a cabo en la Ciudad de México.
Ya casi para terminar
Chapultepec, tomamos un RTP con dirección al Zócalo. Avanzamos unas cuentas glorietas hasta la Glorieta
de Cuauhtémoc, donde nos bajamos pasa continuar el recorrido nuevamente a pie.
Desde ahí caminamos entre calles hasta llegar a la Avenida Juárez, rumbo a la
Alameda Central.
Después de un breve descanso y pagar
por el agua más cara de mi vida, recorrimos la hermosa Alameda. Esta misma fue
el primer jardín y paseo de la Capital. El nombre de Alameda se debe a los
álamos que ahí se plantaron. Durante la época colonial, fue un sitio de
recreo preferido por la alta sociedad, razón por la que se le dotó de una reja
que impedía la entrada a la gente humilde. Sin embargo, durante el siglo XIX,
sufrió grandes cambios: se quitó la barda que la cerraba, se convirtió en un
centro de reunión y paseo popular, se modificaron los jardines, se secaron
definitivamente las acequias que la rodeaban; de 1853 data la fuente central y
en 1892 se alumbró con luz eléctrica.
Esta tiene a una de sus caras uno
de los edificios más bellos que existe, su mismo nombre así lo dice: el Palacio
de las Bellas Artes. Tres décadas tardó la construcción del edificio, desde que
se puso la primera piedra el 1 de octubre de 1904, hasta el 10 de marzo de
1934, cuando se dieron por terminadas las obras.
Este proyecto se originó para
restaurar el antiguo Teatro Nacional, antes Teatro Santa-Anna, y que se
encomendó al arquitecto italiano Adamo Boari, autor también
del Palacio de Correos, ubicado justo en frente.
El hundimiento evidente del palacio viene desde su edificación, “por un error consistente en cargar más de dos kilos por centímetro cuadrado, excediendo considerablemente en esta forma el coeficiente de la resistencia del subsuelo”, señala Gorostiza.
El mármol del basamento proviene
de Tenayo, Morelos y las canteras de Buena Vista, Guerrero, en los que se
invirtieron más de 800 mil pesos de aquél entonces.
Las columnas pilastras, balcones
y demás ornamentos de mármol blanco de Carrara, que costaron 1 millón 200 mil
pesos. Las esculturas y detalles en mármol y cobre de la fachada e interiores,
fueron encomendadas a escultores como Leonardo Bistolfi, Gianetti Fiorenzo,
Geza Maroti y Agustín Querol.
El icónico telón de cristal, que
pesa 22 toneladas, fue realizado en quince meses por los Tiffany Studios de
Nueva York, y costó tan sólo 95 mil pesos de aquella época.
Vamos, que ésta sola edificación
merece un post completo y aún así, no se le haría justicia.
Después de las respectivas fotos
y aún con algo de energía continuamos nuestro camino hasta el mero centro de
esta hermosa ciudad.
Una cuadras más caminadas,
llegamos a la Plaza de la Constitución, mejor conocida como el Zócalo. Este mismo se encuentra como ya lo refería en
el corazón del Centro Histórico, en el primer cuadro de la ciudad. Esta plaza
fue el centro de Tenochtitlán antes de la llegada de los conquistadores, y se
mantuvo como centro político y religioso siglos después.
El Zócalo está rodeado por la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, el Palacio Nacional, el Antiguo Palacio del Ayuntamiento y el Edificio de Gobierno. En el centro, la enorme bandera realza el sentimiento nacional.
Esta gran plancha sirve para que
el gobierno de conciertos gratuitos de distintos artistas. Igualmente da lugar
a ofrendas en días de muertos, donde se montan hornos de piedra para hacer
delicioso pan de muerto, así como en diciembre se convierte en una gran pista
de hielo, todo esto para beneplácito de la mapachada que se deleita paseando
por la saturadas calles del centro de la ciudad.
Nos tomamos el tiempo para disfrutar de la hermosa vista que brinda el Palacio Nacional, el cual es una de las construcciones gubernamentales más grandes del mundo entero. En su interior, patios, corredores y salones han sido testigos de los acontecimientos más importantes de la historia mexicana. Por sus espacios han caminado virreyes, invasores extranjeros, presidentes, dictadores y emperadores, así como alguno que otro revolucionario como Pancho Villa o Emiliano Zapata, que en algún momento de la historia se enfrentaron al poder que desde este recinto ha regido a la nación entera... Y ahora, pues Peña...
Ahí terminamos nuestro recorrido.
Muchas fotos, buena plática y una despedida con promesa a volver a hacerlo en
cuanto hubiera oportunidad. En verdad agradezco haber servido como acompañante
en este cansado paseo, siempre es bueno ver con nuevos ojos esos sitios que,
los que vivimos o trabajamos aquí, damos por sentados. A veces es necesario
ignorar el bullicio, la gente, el smog y todos los contras para ver las
bellezas que existen en mi hermosa ciudad.
Espero les haya gustado este post
y algún día se den la oportunidad de hacer un recorrido similar, con más tiempo
para poder ver más. Igualmente, si ustedes gustan, cuenten con su servidora
para acompañarlos y perderlos entre las calles del centro. ¡Que tengan un
bonito día!
-Sabina