Cuando niños, la soledad es un estado casi desconocido, pocas veces estamos sin la supervisión de un adulto, pero mientras vamos creciendo, vamos encontrando más momentos sin la compañía de alguien. Cuando jóvenes, viviendo aún con la familia, la soledad es un estado pasajero, incluso disfrutable, la tarde de un viernes sin padres, o un sábado entero sin hermanos o perros es un espacio infinito para el placer y el recreo. Pero de adultos, la soledad pocas veces es elegida por uno mismo.
No quise escribir esto googleando consejos, quise escribir esto contando mi experiencia. Por motivos que no es necesario comentar, tuve un par de años con largos períodos de soledad. Sé que existen aquellas personas que ponderan su soledad, estiman el espacio que tienen para ellos y su libertad, pero para los que no elegimos ese camino resulta muy difícil.
A mi me pasaban cosas: no hacía los quehaceres de la casa, o los hacía ya muy noche, me desvelada, no comía a mis horas, dormía en las tarde, veía tele o dilapidaba horas en las redes sociales. A veces los sábados abría Facebook o Twitter desde muy temprano y la computadora estaba prendida todo el día y en constante revisión. Ver las cosas que hacían mis amigos era una manera de no estar solo.
Un día empecé a hablar conmigo mismo en voz alta, y eso ayudó un poco, lo malo es que también hablaba solo cuando iba al centro comercial o a la tienda... También empecé a organizarme un poco, puse una especie de horarios o rutinas cuando estaba en casa. Primero comer, no importaba si afuera o cocinaba algo, la cuestión era comer a mi hora. Segundo recoger la casa, tenía que tener despejada ciertas áreas, como la sala o la mesa y la barra de la cocina, aunque los trastes podían acumularse un poco. También me puse una hora para dormirme, una hora sensata, en lugar de dormir a la una o dos, a las doce me iba a la cama.
Luego empecé a construir pequeñas cosas, como escuchar en orden y con guía toda la discografía de determinado grupo, leer de cierto tema, no como para hacer una tesis, no, sólo para entretenerme un poco. La parte última fue convivir... virtualmente. Así es, ahí entraron ustedes, guapuritos.
La soledad es perra, eso que ni qué, pero, digo, sé que es una frase hueca, pero no dejen que ocupe mucho espacio de su vida. A la larga uno se acostumbra (no, no a esa larga, puercazos) hay que tener paciencia y encontrar otras cosas que vayan llenando nuestras vidas, despacito, como una jarrita de agua fresca que se va vertiendo de a poco, como para no asustar.
Cortesía de Null