10.24.2018

Miércoles Cultural: Peliculeando con Xime

No faltará el incauto, entre los que me incluyo, que pensará que Elite, producción española de Francisco Ramos y Carlos Montero, no es otra cosa que un RBD o Amarte Duele (Fernando Sariñana, México, 2002) con mayor presupuesto y acento madrileño, un dramón lacrimógeno sobre niños pobres siendo oprimidos por ricos malvados o una feel good serie sobre tolerancia, inclusión y superación.  Quienes así empezamos a ver la serie nos llevamos la grata sorpresa de presenciar un Thriller de calidad, embebido en un asfixiante microcosmos en el que no se puede confiar en nadie.

Desde luego, temas obligatorios al tratar con adolescentes tales como la aceptación, el descubrimiento de la propia identidad y la sexualidad están presentes.  En el contexto de la trama, también se tocan temas como la desconfianza entre clases sociales y el racismo. Sin embargo, estos solamente sirven de marco para el verdadero drama:  Jóvenes que independientemente de su estatus socio económico carecen de esperanza, y ante la falta de motivación deciden abandonarse a saciar sus apetitos sin pensar en las consecuencias.

Aquí nadie está a salvo.  Ambos estatus sociales, lejos de buscar apoyarse y aprender mutuamente, se infectan el uno al otro con sus propios males.  Desde la nobleza (los llamados “Grandes de España) hasta los barrios bajos, cunde la depravación y sobre todo la falta de fe en el futuro.
Los tan temidos clichés aquí son destrozados sin piedad.  No hay atleta popular con la vida perfecta, no hay chica virginal e ingenua, no hay nerd listo para ser el próximo Bill Gates, no hay gordito simpático.  No existe el blanco y negro, sino una amplia y dolorosa escala de grises.

Pero ¿Entretiene?

Pese a su alta carga dramática la trama apuesta por el misterio, logrando el efecto de mantener al espectador al filo de los hechos.   El guion es ágil sin dejarse entorpecer por la variedad de temas tratados, lo que libra de distracciones.    Entretenimiento asegurado.

¿Hay que verla?

Definitivamente.  Al margen de resultar correctamente entretenida (que a fin de cuentas es el objetivo primario de una serie), demuestra que las series habladas en español, cuando se hacen correctamente, nada tienen que pedir a las todopoderosas y omnipresentes series anglosajonas.
Sin ser un documental, es un relato mucho más coherente sobre la juventud descarriada que payasadas como 13 Reasons Why, que tras romantizar el suicidio acabó ridiculizándolo en su segunda e innecesaria segunda temporada.
Ximena