10.04.2016

Cuando solo lo obvio nos incomoda.


En mi cuenta de Facebook personal (cuando la tenía) estaba dentro de un grupo donde se vendían cosas de segunda mano a un precio razonable. Las personas de ese grupo venden objetos de todo tipo desde discos duros y aparatos electrónicos, hasta instrumentos musicales y otros artículos variados.
Hacía unos días, una mujer publicó un artículo en el que vendían una pieza de zorro decorativa, cabe aclarar que en este grupo las publicaciones no alcanzan los 10 likes de media y algún que otro comentario, pero esta publicación en concreto obtuvo decenas de reacciones, la inmensa mayoría expresando enfado y tristeza, también abrió debate sobre la crueldad de los animales.
Lo sorprendente es que, sin conocer si quiera el contexto de por qué esta mujer vendía esta piel ni cómo la había obtenido en el pasado, muchas personas insultaban a esta persona y la trataban de asesina y maltratadora. Muchos saltaban a conclusiones como que a ella no le importaban los animales ni el maltrato animal. Leyendo estas reacciones, entonces, quise intervenir.
Para que no existan confusiones, me gustaría dejar claro que condeno y desprecio mucho el maltrato animal. No soporto ver el sufrimiento ni en animales ni en personas  (como algunos saben, acabo de perder a mi amigo) perro Tampoco tolero el trato injusto. Me parece deleznable.

De modo que comenté que por favor fueran más tolerantes con esta persona. Quizá, la misma quería deshacerse de esta piel porque no le gusta tenerla en su casa, y eso significaría que está siendo juzgada por una forma de ser totalmente contraria a cómo en realidad es. Pero, aunque no fuese el caso, no importa; desconocemos por completo el origen de esa piel, tampoco conocemos el contexto de la situación, ni la actitud o intenciones de esta persona.

Pero es curioso cómo en internet, muy habitualmente, la caza de brujas es pan de cada día. La justicia social desproporcionada es terrible, irónicamente injusta. Y no solo eso, sino que además, en muchas ocasiones, muestra una actitud hipócrita, incongruente en cuanto a los ideales de los que tan orgullosamente se jactan tener muchas secciones de nuestra sociedad. Porque cuando alguien publica un anuncio de algo que resulta menos obvio, como una chamarra de piel, nadie reacciona de esta forma tan absurdamente desproporcionada, y aún así estamos hablando del uso de piel animal.

Y es aquí donde quiero hacer incapié sobre este tema. Resulta irónico que, cada vez de forma más patente, vemos como sólo lo inmediatamente obvio, lo verdaderamente fácil de ver, es lo que nos molesta, lo que nos indigna, lo que nos incomoda. Y no nos importa el contexto, o la profundidad que algo tenga. No vamos más allá. Nos quedamos con lo que parece estar mal, y lo atacamos en grupo con la misma vehemencia, agresividad y violencia con que la Santa Inquisición ajusticiaba a los que no seguían la palabra de Dios, según la Iglesia del momento. Nuestras críticas, nuestra corrección política y nuestro sentido de la justicia, al menos de forma grupal, se han vuelto una cuestión de blanco o negro. No existen escalas de grises. Y esto resulta en una injusticia disfrazada de justicia.

He aquí cómo las cosas tienen mucha más profundidad de lo que en principio creemos: en este caso, muchas personas mostraban una superioridad moral sobre cómo tratar a los animales utilizando una plataforma llamada Facebook, que consume una cantidad de energía colosal. Y mientras estas personas se visten con ropas fabricadas bajo las mismas condiciones en alguna otra parte del planeta, quizá estén escribiendo estos comentarios llenos de prejuicio y odio mientras se toman un café cuyos granos pueden proceder de una plantación cualquiera en Colombia donde muy probablemente las condiciones de trabajo sean también vergonzosas y muy, muy injustas. Café que puede encontrarse en un vaso de cartón que, con casi toda seguridad, nunca será reciclado. Esto, con la finalidad de que puedan ir bien despiertos a su trabajo esa mañana, preparados para desempeñar su función en esta sociedad absolutamente loca, zombificada, entumecida, insensible a pesar de caer en la falsa ilusión de tener una superioridad moral digna de sentirse orgullosa. Con la finalidad de llevar a cabo cientos de acciones diarias que resultan en la contribución de una huella destructiva en el medio ambiente y la naturaleza de dimensiones desproporcionadas. Todo para poder seguir alimentando esta bestia cuya profundidad pocas veces nos detenemos a apreciar, a sopesar.
Mi mensaje con todo esto es que aprendamos a ver con profundidad, que nos esforcemos en razonar, en ver más allá, y no dejarnos llevar simplemente por lo obvio, por aquello que se muestra de un matiz blanco o negro ante nosotros. Todo en la vida, todo en la realidad, contiene un amplio espectro de tonalidades que merecen ser observadas y sopesadas.

Cortesía de XimeSan