8.24.2017

Limosneros con garrote

Hace muchos años, luego de una semana exhausta, llena de exámenes y trabajo pesado, me quedé dormido en el camión de regreso a casa, lo malo es que ya no llevaba dinero suficiente para regresar y me fui tan lejos que no era opción caminar. Estuve un rato mirando a la gente, observándola, y luego de un rato, con mucha, mucha pena, decidí acercarme a un pareja de chavos para pedirles los dos pesos que me hacían falta para regresar, uno de ellos hasta me dio una moneda de diez, y fue muy amable, ni lo pensó.

Cuando trabajé en la librería en Coyoacán un día me tocó cerrar, salí muy tarde, casi a las once de la noche y descubrí algo que me sorprendió muchísimo: toda esa gente que vende muñequitas de trapo, los limosneros de bastón y los niños pequeños que lo mismo venden chicles que te piden un peso o que les des la comida que llevas en la mano, se fueron todos juntos en un par de taxis. Pensé, ¡carajo, ya ni yo que trabajo en una empresa y tengo un sueldo me puedo regresar en taxi a la casa!

Un domingo en la noche, viajando en metro, se subió un señor en muletas a pedir dinero mientras contaba una trágica historia, agregaba hechos dramáticos, relataba como había quedado al desamparo del seguro y de la empresa, dijo que tenía días de haberse lastimado... todos los que alguna vez nos hemos lastimado o hemos tenido un pariente herido del pie y que haya tenido que usar muletas sabe que no es nada fácil. De pronto, entre dos estaciones, el metro frenó y el tipo no se fue de bruces, se pudo sostener bastante bien...

Yo nunca fui de esos que talonean a la banda, de esos que te piden un varo "de cuates", ya sea para la fiesta o quesque porque les hacía falta para sus pasajes o porque estaban desesperados... y es que además, me ha tocado ver de todo, desde gente que llorando se acerca a ti y al sacar el billete casi, casi te lo arrebatan de la mano y se van sin musitar un gracias; los que te vuelves a topar en otra estación, meses después (como el de las muletas, que lo he visto al menos tres veces más); y los chavos que están buscando para sus guamas, o los indígenas descalzos que te avientan un papelito donde hablan de la interminable sequía en Puebla...

Pero igual me ha tocado ver a un pobre loco, de esos que hasta te provoca algo de miedo, dirigirse a la tienda a comprar un litro de leche y un pan después de pedir dinero durante todo el día; lo mismo un señor tomar el metro luego de conseguir quien le regalara un boleto; o el chavo que se compra una torta, de la más barata, luego de haberle pedido a sus cuates...

Yo no doy limosna, siempre desconfío, aunque a veces, cuando tocan música suelto prenda, pero en lo general siempre me niego, y es raro, porque no deja de ser un dilema moral para mí, invariablemente pienso ¿y si realmente los necesita?

Y ustedes, ¿dan limosna?


Cortesía de Null