8.07.2017

La vida y sus sinsabores Vol. II


Que tal, mis queridos lectores, ya tenía un tiempo sin compartir mis pensamientos con ustedes. Como siempre un gusto.

El día de ayer acompañe a mi madre al funeral de la pareja de un compañero suyo del trabajo. Este muchacho tiene aproximadamente unos diez años trabajando con mi mamá así que sobra decir que la relación es algo cercana. Fue sorpresivo, demasiado. Al llegar a desayunar me comentó mi mamá lo ocurrido, ella se había quitado la vida.


Salimos de casa y la mayor parte del recorrido lo hicimos en silencio, más allá de las breves observaciones en cuanto a la distancia y las opciones que nos daba el GPS, así como los ruiditos de fondo que producía la tableta de Mini. Ellos viven a las orillas de la ciudad así que el camino nos resultaba largo y complicado. Después de una rápida visita a una iglesia con el mismo nombre, pero en el pueblo anterior, logramos llegar a nuestro destino.

Previamente ya habíamos comentado con Mini el fin de la visita y ella entendió el protocolo a seguir. Al llegar ya había algunos compañeros de trabajo acompañándolo, él es de los más jóvenes del equipo y ella era un par de años más pequeña que él.


En mi mente seguía rondando esa pregunta: "¿Qué puede estar tan mal en tu vida que decidas dejarla así?" Ellos si bien es cierto son una familia humilde, sin muchos lujos, no estaban del todo mal. Él es un hombre trabajador, y vaya que la quería, tenían un par de niños pequeños (¿Como tienes el valor para dejarlos?), su familia cercana era una familia unida que siempre se apoyaban los unos a los otros. ¿Qué salió mal? Yo a ella la llegué a ver un par de veces y me resultó bastante agradable, sin más.

Al terminar la misa, como se acostumbra en esas localidades, se realizó una procesión al panteón local. La procesión fue acompañada por los mariachis, ahí me enteré que ella era la voz principal de ellos y que cantaban en restaurantes de Tepotzotlán donde tenían cierta fama. ¿Porqué decidiste apagar tan potente voz?


En el trayecto miro a Mini, que camina de la mano junto a mí, solemne. Me lamento por tener que exponerla nuevamente a estas circunstancias, y es que vamos, no es la primera vez que tiene que asistir a una ceremonia así. Seguimos caminando y la abrazo, no me imagino que te puede llevar a tomar la decisión de dejar a alguien tan indefenso, tan tuyo, a la deriva.

Él lleva en sus brazos a su niña, la más pequeña, mientras ella duerme. Pienso que es tan pequeña que, para bien, podrá superar este trago amargo con facilidad. Pienso también en el mayor y se me hace un nudo en la garganta. Hay más conciencia en él y seguramente no será algo fácil de llevar. Miro al ahora viudo y lo veo tan pequeño, tan reducido ante la gran carga que ahora tendrá...


La pregunta sigue rondando en mi cabeza hasta este momento que escribo estas líneas, que no buscan nada más allá de platicar con ustedes, mis estimados, acerca de un momento vivido. No lo tomo como un acto de cobardía ni de egoísmo, simplemente me pregunto que puede llevar a una persona a pensar que esto es mejor opción que seguir. ¿Ustedes que opinan? ¿Han estado ante algo similar? Espero que no, sin embargo cada quien conoce su camino y cada cabeza es un mundo.


Me despido deseándoles una gran semana, amen la vida ante todo, con todo y sus sin sabores. ¡Bexitos! 

-SABINA