Hay quien afirma que en el nombre de la rosa, está la rosa; por el contrario, hay quien asegura que la rosa seguiría oliendo a rosa aunque así no se llamara. En uno de los diálogos de Platón, conocido como Cratilo, se discute esa cuestión.
- Crátilo sostiene que la palabra contiene ciertos sonidos que expresan la esencia de lo nombrado, siendo así que hay letras idóneas para cosas blandas, otras para cosas líquidas, etc.
- Hermógenes afirma que la relación entre el nombre y lo nombrado viene dada por la costumbre y la convención. Los nombres no expresan la esencia de las cosas, y pueden reemplazarse por otros.
- Sócrates no se muestra de acuerdo con ninguna de las dos propuestas, pareciera que su idea es rechazar el lenguaje como revelador de la verdad al combatir dos teorías que pretenden, cada una a su manera, emplearlo con este fin.
Yo sé que escribo esto, casi inútilmente, porque jamás llegaremos a un acuerdo, en parte por orgullo, en parte porque a veces se arma el desmadre en buena lid. Sólo quise aprovechar que otra vez parece ser un tema relevante para el país (ya ven que no tenemos otras preocupaciones más urgentes).
Quesadillas. Sí, el nombre claramente indica que llevan queso, sin buscar fuentes, sin tener que googlear, a nadie debería caberle duda que así es. Alguna vez leí una descabellada mentira sobre un falso nahuatlismo que aseguraba otro origen para el nombre. Tan triste y repulsiva la tentativa que ni un like le di.
Dicen los del norte, que la quesadilla sin queso es sólo un taco. Nada más falso. Quizá sólo para la gente que no conoce la variedad de antojitos, garnachas y demás delicatessen de la gastronomía ligada a la masa de maíz así pueda parecer. El motivo de este post es salvar este punto.
La tortilla del taco es claramente redonda, usualmente disponible en tres diámetros, es de masa delgada, se come caliente y blanda, recién hecha o recalentada.
La tortilla del taco es claramente redonda, usualmente disponible en tres diámetros, es de masa delgada, se come caliente y blanda, recién hecha o recalentada.
En cambio, para los habitantes de la megalópolis conocida como Ciudad de México, la tortilla de la quesadilla debe ser alargada, en forma de óvalo, recién hecha, y la cocción final se alcanzará una vez doblada y con el guiso de su preferencia ya dentro, además que el grosor es claramente diferenciable del de una tortilla normal. Puede ser cocida en comal, o sellada y frita en aceite (craso error sería confundir esto con una empanada). El queso, como ya saben, es opcional.
Imposible que una quesadilla de tinga de pollo sea confundida con un taco, además de la evidente diferencia de la forma y cocción del soporte de masa de maíz, hay un tema cultural, de tradición. La tinga de pollo no se acostumbra comer en tacos, mismo modo, para los demás ingredientes que suelen destinarse a las quesadillas, a saber:
tinga de pollo/res
cuitlacoche
flor de calabaza
hongos
et al.
La forma, grosor y sistema de cocción de la tortilla, además de los ingredientes empleados, deberían bastar para diferenciar claramente a una quesadilla de un taco.
Así pues, tal como afirmaba Hermógenes, la quesadilla no la hace el nombre, no al menos para la gente culta y evolucionada de la capital del país. Por el momento esta singularidad sólo aplica a las quesadillas, y no a otros alimentos, como han querido difamar algunos memes, evidentemente carentes de toda gracia.
Así pues, tal como afirmaba Hermógenes, la quesadilla no la hace el nombre, no al menos para la gente culta y evolucionada de la capital del país. Por el momento esta singularidad sólo aplica a las quesadillas, y no a otros alimentos, como han querido difamar algunos memes, evidentemente carentes de toda gracia.
Por último, quiero postular una teoría de porque la quesadilla en la capital del país perdió el queso.
Somos casi nueve millones de habitantes en la Ciudad de México, la cantidad de comida que consumimos a diario debe ser alucinante. Ahora, imaginen ustedes que ponen un local de comida, si tienen suficiente demanda, mientras más comida vendan es mejor. Así pues, en lugar de vender diez sándwiches con dos rebanadas de jamón cada uno, pueden vender veinte sándwiches con una rebanada de jamón cada uno.
Respecto a las hamburguesas, recuerdo que en algún momento empezaron a preguntar "con o sin queso", y sé que me quedé pensando "¿qué antes no le ponían siempre queso?". Algo similar debió pasar con la quesadilla.
Quizá en algún punto, la ambición, o la pobreza, hizo que los cocineros empezaran a omitir el queso, quizá a doña Chema ya no le alcanzaba para comprar tanto queso, o quizá sólo estaba embriagada de poder y quiso sacar más ganancia.
Cortesía de Null