1.06.2017

¿Quién se manifiesta?

"¡Pues los huevones, los sinquehacer!, ¡los manifestantes son los que viven a costa de mis impuestos!"

Pues no, no siempre es así, y veamos que pasa. Ante algún evento desafortunado, el gobierno, invariablemente, responde que hay que seguir los caminos oficiales y que sus quejas serán atendidas por las instancias adecuadas.



Es conocido que en México la corrupción es una normalidad, así como la justicia es discrecional, por eso, la gente no confía en las instituciones y opta por salir a manifestarse, ya que, quizá con esto logré la atención de los medios de comunicación, con lo que pueden orientan la opinión pública, como única estrategia para lograr inclinar la balanza a su favor.

Sin embargo, no toda la gente que sale a protestar tiene el mismo objetivo, o es impulsada por razones similares, hay diferencias entre los grupos que salen y toman por asalto la calle. Veamos brevemente las diferencias.


Un amigo, de hace algunos ayeres, era hijo de  trabajadores sindicalizados de la UNAM, eran gente muy trabajadora, porque además eran comerciantes de tianguis, de grandes tianguis, en esos que para poder poner tu puesto tienes que afiliarte al PRI. Cuando mi amigo finalmente se volvió comerciante, también se tuvo que afiliar, él preguntó que es lo que tenía que hacer, le respondieron que nada, pero si un día era necesario sería convocado a marchar.

Este mismo amigo me explicó y enseñó a reconocer las marchas de los grupos afines al PRI, por ejemplo, los conocidos como Antorcha Popular, ellos son un grupo que tiene presencia desde hace varias décadas en la capital, se les conoce sobre todo por su labor de paracaidistas, es decir, invasores de predios.


Las mantas también son un indicativo, cuando estas son muy elaboradas, incluso hechas en lona impresa, es señal de que el grupo que las porta tuvo presupuesto para esa protesta, en cambio, las marchas que llevan mantas pintadas a mano son más de origen popular. Grupos como Antorcha Popular salen a marchar, usan como astas de sus banderas gruesos palos, pensados para defenderse de eventuales ataques de los granaderos.

Pero, si estos grupos son priístas, ¿por qué son atacados?, bueno, pues es como una especie de danza, es como una guerra florida. Generalmente esas marchas son usadas para mostrar músculo entre grupos rivales, detrás de ellos hay gente pesada, dirigentes con mucho poder.


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Durante 1998 y 1999 el CGH de la UNAM se manifestó cada mes en las calles, y yo participé activamente en este movimiento, desde las bases, boteando, informando en el metro y camiones, pegando carteles en las calles, así como discutiendo en las grandes asambleas generales.

Ahí cada marcha se discutía y planeaba al interior de las asambleas por escuela, teníamos un comité de seguridad que se encargaba de mantener el orden y revisar que cada contingente sólo estuviera la banda, la gente conocida, y poníamos especial atención a los desconocidos, así como a los grupos de sindicatos o grupos que querían unirse a nosotros en una manifestación.

Estuve en todo tipo de marchas, desde las grandes, inmensas y masivas en el Centro Histórico, hasta algunas locales, como una en Xochimilco, donde sólo ocupamos un carril para permitir el libre paso. Por cierto, casi nunca recibíamos mentadas de madre.

Testimonios indican que durante el 68, era común que grupos de amas de casas, obreros o alumnos de escuelas privadas ocasionalmente se unieron a las manifestaciones del Consejo Nacional de Huelga (de ahí que en la tarde oscura de Tlatelolco hubiera hasta niños), hoy en día esto es prácticamente impensable.

En México no existen las manifestaciones espontaneas, como el famoso cacelorazo en Argentina, allá por la dictadura de Pinochet; toda manifestación que se da en este país tiene una agenda muy clara, siempre hay grupo muy claro que se revela porque se está afectando alguno de sus privilegios.


En el caso del incremento de la gasolina, evidentemente a todos nos preocupa y molesta, pero, ¿directamente a quién pega?, a los transportistas, obviamente. Son ellos quienes comenzaron las protestas bloqueando las carreteras.

En redes sociales abundaban los mensajes, las consejas, diciendo que era mejor permitir el libre tránsito en casetas, que bloquear la circulación, porque eso afecta al pueblo... Ahí hay un claro error de apreciación, los bloqueos no se hacen por un ánimo revolucionario, todo lo contrario, no está viendo por la sociedad, sino por un gremio en particular, quizá ni siquiera buscando que se cancele el aumento, sino buscando un trato preferente a su sector.


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Los que reciben algún tipo de ayuda gubernamental, como los programas de Sedesol no se manifiestan, en parte porque están en los pueblos, lejos de la urbe, y porque su dirigente es el que hace presión directamente, para negociar con el gobierno, casi siempre a cambio de un favor electoral.

También podemos afirmar que los pobres no se manifiestan, los obreros ya no marchan, los desprotegidos no toman la calle por asalto. A veces, los que se manifiestan son grupos de clase media que abogan contra la perdida de un privilegio, como la gratuidad de la educación media, o porque quiere expandir sus libertades civiles, como el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo.

México no es como en la película La Dictadura Perfecta, el Estado no tiene esa capacidad fría de organización, es más como en El Complot Mongol, novela de Rafael Bernal, de 1969, hay un grupo, pequeño, de no más de una decena de familias, que puja por el poder, contra otro grupo similar. Conocemos el nombre de algunos grupos: Atlacomulco, los Chuchos, et al.

¿Qué pasó ayer?, ¿acaso todo fue mentira, una mera simulación, mera guerrilla informativa, puro caos de bolsillo, puro pedo? No, sí hubo saqueos, hubo un muerto, heridos, balazos, putazos...


¿Todo fue inteligentemente orquestado por el gobierno?, ¿la fría y adusta mirada de Salinas trazó el plan desde su guarida secreta? Mire, yo no sé, esta es mis suposición: alguien, un grupo convocó a sus huestes para hacer desmadres, sumándose al relajo que empezaron los transportistas con sus bloqueos, luego el caos creció y provocó que, de manera más natural, más grupos se animaran a salir a la rapiña.

Se detectó un grupo de cuentas, sobre todo en Twitter, que sistemáticamente infló la paranoia en redes sociales, lanzando información falsa, con imágenes descontextualizadas. Así mismo también en las calles, hubo grupos de gente que salían de la nada, corriendo y avisando a voz en cuello que venían los saqueadores. Esta misma estrategia se vivió en la ciudad hace cuatro años, cuando recién ingresó el señor Peña.

La idea que se generalizó, después de estos ataques, es que los manifestantes contra el incremento de la gasolina devinieron en saqueadores, la idea que permeó entre la clase media bien, es que estos revolucionares, chairos, ignorantes, sólo son un grupo de delincuentes, de huevones, de esos que viven del presupuesto... ¿Vio las imágenes?, es difícil no sonar clasista, pero al menos en el DF y Edomex es claro que los saqueadores eran los raterillos de colonia, esos que a cada rato captan las cámaras de seguridad, esos que, lo mismo suben a asaltar el camión, que andan en motoneta dando baje a la gente con sus celulares.


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No cualquiera sale a la calle a protestar, no es fácil, es bastante arriesgado. Están desde los que se ven obligados a salir para mantener un privilegio, hasta los que no tienen de otra, porque el Estado ha dejado de escucharlos, como a los padres de los 43, sin dejar de lado a los entusiastas anónimos, casi siempre jóvenes.

¿Cuál fue el el resultado?, bueno, la opinión publica desestimó el tema del repudio al gasolinazo, el resultado negativo de las reformas y el casi anunciado fracaso de este sexenio por el dedo flamigero que estigmatiza a todo lo que pueda caber en la palabra chairo.

La intención de este post sólo fue la de intentar señalar las diferencias entre manifestantes. No todos los que salen a la calle andan buscando la revolución, ni todos los que andan buscando un cambio están afuera.



Cortesía de Null